Wright Mills, Ch. – La elite del poder (FCE, 1993)

Brillante y riguroso ensayo del gran sociólogo norteamericano Ch. Wright Mills, en el que se destripan las bases y estructura de la sociedad y el poder norteamericano de postguerra… básicamente extrapolable a la estructura de poder del mundo capitalista global.

Una obra, lamentablemente, de gran actualidad y pertinencia. Como decía Quevedo, de esas que «enmiendan o fecundan» nuestros asuntos.

A continuación, el enlace de descarga en PDF

WRIGHT MILLS – LA ELITE DEL PODER

Y por último, una sesuda reseña para animaros a la lectura.  :)

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C. Wright Mills: La Élite del Poder. Pensamiento y Praxis Sociológica. Su Valor Para la Disciplina de las Relaciones Internacionales
Lic. J. Ignacio Frechero (Publicado el 05/05/2011)

Reseña de C. Wright Mills, La Élite del Poder, Fondo de Cultura Económica, México DF, 1993. [C. Wright Mills, The Power Elite, Oxford University Press, New York, 1956]

Se ha dicho que dentro de las diferentes disciplinas de las Ciencias Sociales es posible distinguir dos tipos de investigadores o “productores de conocimiento”: el científico social y el pensador normativo. El primero, abundante en exceso, cumple el rol de generar o ajustar teorías para que sean funcionales a los intereses y estructuras de poder imperantes en una determinada sociedad. El segundo, notoriamente más escaso, se lanza a la cruzada de demoler los esquemas existentes que atan el avance del conocimiento científico y busca abrir campos de debate, de progreso en la realidad cotidiana de una sociedad.

C. Wright Mills (1916-1962) es un fiel ejemplo de éste último tipo. Desde sus escritos sociológicos, fue el exponente intelectual principal del liberalismo radical o progresista de las décadas de los ’40 y los ‘50. Batalló contra el nuevo liberalismo de David Truman, Daniel Bell, Seymour Martin Lipset, Charles Frankel, Richard Hofstadter e incluso Reinhold Niebuhr (1); reveló la inutilidad del behaviourismo de Lloyd Warner y la innecesaria parsimonia de la teoría sistémica de Talcott Parsons.(2) Más significativo aún, llamó la atención sobre las características sociológicas más perversas de los Estados Unidos tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la Guerra Fría, denunciando lo que nadie denunciaba, desde un lenguaje legible por todos. Esquivó las formalidades y abandonó la neutralidad política propia del mundo académico de su época. Su agudo pensamiento sociológico se volvió praxis política a favor de sus valores e ideales, a favor de la “liberación del hombre a través de su razón”.

Sus raíces intelectuales se nutrieron fundamentalmente de la obra de Max Weber, seguido por Thorsten Veblen y en un tercer plano, Karl Marx (si bien Mills se autodescartó como marxista), Vilfredo Pareto, Gaetano Mosca y Emile Durkheim. Por ello es que partió en sus estudios desde la visión sociológica tradicional, aquella que analiza a un sistema sociocultural desde su totalidad y en la que poseen centralidad conceptos tales como “poder”, “instituciones”, “clase social”, “élite”, “capitalismo”, “racionalidad” y “burocracia”, entre otros. Con estas herramientas, Mills logró radiografiar la división del trabajo interna de los Estados Unidos. Lo hizo a través de una trilogía: The New Men of Power (1948), donde analiza a las clases trabajadoras en el contexto del New DealWhite Collar (1951) donde explora a las clases medias y sus crecientes vinculaciones con el corporativismo, y The Power Elite (1956), la obra que en esta oportunidad nos congrega, donde aborda los “altos círculos” de la sociedad estadounidense. De acuerdo a Irving Horowitz, su biógrafo y crítico, estas tres obras “ayudaron a definir la literatura crítica sobre la composición de clases en Norteamérica y revelaron definitivamente a Mills como un académico de primer nivel”. (3)

II

El libro La Élite del Poder reintroduce y vigoriza como nunca antes la teoría elitista del poder, en desmedro de la teoría pluralista y de la teoría marxista. A tal fin se basta de quince capítulos donde se interrelacionan temáticas que de otra manera estarían alejadas entre sí. Su tesis central es la existencia en los Estados Unidos de una élite que controla y comanda los recursos de las grandes instituciones burocráticas o “dominios” sobre los que se asienta la sociedad industrial. Estas instituciones son tres: la economía, el aparato militar y el gobierno. De esta manera, la élite se constituye de “ricos corporativos”, “señores de la guerra” y “directorios políticos”. Con el lenguaje claro y estridente que caracterizó a Mills, esta idea central es esbozada en los tres primeros párrafos del primer capítulo (“Los altos círculos”):

“Los poderes de los hombres corrientes están circunscriptos por los mundos cotidianos en que viven, pero aún en esos círculos del trabajo, de la familia y de la vecindad muchas veces parecen arrastrados por fuerzas que no pueden ni comprender ni gobernar. Los ‘grandes cambios’ caen fuera de su control, pero no por eso dejan de influir en su conducta y en sus puntos de vista […]

Pero no todos los hombres son corrientes u ordinarios en este sentido. Como los medios de información y poder están centralizados, algunos individuos llegan a ocupar posiciones en la sociedad norteamericana desde las cuales pueden mirar por encima del hombro, digámoslo así, a los demás, y con sus decisiones pueden afectar poderosamente los mundos cotidianos de los hombres y las mujeres corrientes.

[…] El que tomen o no esas decisiones importa menos que el hecho de que ocupen esas posiciones centrales: el que se abstengan de actuar y de tomar decisiones es en sí mismo un acto que muchas veces tiene consecuencias más importantes que las decisiones que adoptan, porque tienen el mando de las jerarquías y organizaciones más importantes de la sociedad moderna: gobiernan las grandes empresas, gobiernan la maquinaria del Estado y exigen sus prerrogativas, dirigen la organización militar, ocupan los puestos de mando de la estructura social en los cuales están centrados ahora los medios efectivos del poder y la riqueza y la celebridad de que gozan”. (4)

El contenido de su diagnóstico, que parece ser estático, casi ahistórico a simple vista, se sustenta en realidad en un preciso estudio histórico de las “seis o siete generaciones” en las que se podía resumir la historia de los Estados Unidos en aquella época. Esto es visible en la medida en que el lector se adentra en los capítulos medulares. La élite del poder es el resultado de una profunda tendencia doble: el crecimiento y la centralización de las tres instituciones más importantes en la sociedad norteamericana, posible gracias a una “tecnología fabulosa”, y la amplificación de los medios de poder y de las consecuencias de las decisiones que desde ellas se adoptan. (5)

Al abordar dicha élite desde un plano estructural, Mills se cuida de no presentar una teoría conspirativa (6) ni un absoluto determinismo institucional (7), sino que permite cierto juego, cierto acomodo entre actor estructura, donde el primero crea y destruye a la segunda y donde ésta, a su vez, lo condiciona. El elemento singular en el enfoque es que, si bien “indudablemente, la voluntad de esos hombres siempre está limitada (…) nunca anteriormente fueron tan anchos los límites, porque nunca fueron tan enormes los medios de poder. Esto es lo que hace tan precaria nuestra situación y hace aún más importante el conocimiento de los poderes y las limitaciones de la élite de los Estados Unidos. El problema de la naturaleza y poder de esa minoría es ahora el único modo realista y serio para plantear de nuevo el problema del gobierno responsable”. (8)

La unión (proximidad) entre los “ricos corporativos”, los “señores de la guerra” y “el directorio político” en una única élite se explica por el creciente e intenso tráfico de influencias entre sus ámbitos institucionales.(9) Este fenómeno de intercambios no es necesariamente azaroso, sino estructuralmente intencionado en un sentido que le genera temores al autor: “[…] Hay actualmente en los Estados Unidos varias coincidencias de intereses estructurales importantes entre esos dominios institucionales, que incluyen la creación de una institución permanente de guerra por una economía corporativa privada dentro de un vacío político”. (10)  Este es el mensaje político de alarma que Mills pretendió destacar.

En el esfuerzo por dejar en claro quiénes integran la élite y quienes no, el sociólogo, identifica y separa a la clase alta tradicional, de corte local, que ha obtenido su prestigio en el abolengo y en fortunas que se forjaron en el siglo XIX (capítulo 2: “la sociedad local”). También desmitifica “los 400 metropolitanos”, las familias supuestamente más importantes de toda la nación, como un grupo estrictamente definido y estable. El advenimiento de la sociedad de masas, la gran industria y el New Deal han favorecido el ascenso de nuevos ricos, con nuevas costumbres y consumos (capítulo 3: “los 400 de Nueva York”). Finalmente, descarta a “las celebridades” (capítulo 4) de la élite institucional.(11)

En cuanto al dominio económico, Mills propone una lectura desagregada. Por un lado, identifica a “los muy ricos” (capítulo 5); discute las causas de su ascenso, el fenómeno de la acumulación de ventajas una vez en la cima y el impacto de la sociedad anónima en el capitalismo norteamericano. Luego realiza un análisis de la estructura empresarial nacional y destaca el papel de “los altos directivos” (capítulo 6), quienes comandan las corporaciones, aprisionan las innovaciones técnicas y resguardan la gran propiedad. Finalmente, señala la conjunción de ambos en la figura de “los ricos corporativos” (capítulo 7), los miembros de laélite, producto de una “reorganización de la clase adinerada [hacia] un mundo corporativo de privilegios y prerrogativas” (12), y cómo estos utilizan el poder institucional que detentan gracias a sus desorbitantes riquezas.

Sobre el dominio militar el análisis es análogo. En “los señores de la guerra” (capítulo 8) aborda los orígenes y trayectoria de la relación entre la institucionalidad militar y la civil en los Estados Unidos, cómo los militares fueron incorporándose a los “altos círculos” y cómo se ha impuesto una “definición militar de la realidad” en todos los ámbitos cotidianos. (13)

Posteriormente, se centra ya en los militares de la élite (capítulo 9: “la ascendencia militar”) destacando sus principales ámbitos operativos y de interés —la política exterior y las relaciones internacionales, el desarrollo científico y tecnológico nacional y la economía corporativa— y denunciando la configuración de una “economía bélica permanente”.(14)

Por último, en cuanto al dominio político, Mills dedica el capítulo 10 (“el directorio político”) a contemplar la profesionalidad y burocratización del sistema político estadounidense. Su aseveración más importante es que “un reducido grupo de hombres se encarga ahora de las decisiones hechas en nombre de los Estados Unidos”, ellos son los cincuenta hombres de excepción más importantes de la rama ejecutiva del gobierno. (15)

La parte final del libro es donde el autor despliega su perspectiva crítica de forma directa. Arremete primero contra “la teoría del equilibrio” (capítulo 11) como retórica preferida de la minoría, funcionalpara ocultar los estratos superiores y centrar la atención en los niveles medios, pero definitivamente ineficaz para explicar la economía política estadounidense. Tras realizar una caracterización final de la élite del poder (capítulo 12) —en la que repasa entre diversos aspectos sus períodos históricos—, contextualiza la misma en relación al fenómeno de “la sociedad de masas” (capítulo 13), desestimando las visiones liberales clásicas sobre la virtud política de la opinión pública. Tras ello, denuncia “el estado de ánimo conservador” (capítulo 14) de los liberales antaño progresistas, para concluir revelando “la inmoralidad mayor” (capítulo 15) de la minoría poderosa: la organización de la irresponsabilidad y su decrepitud ética.

Evidentemente, el impacto de La Élite del Poder tanto en el público académico como en el público en general fue muy grande. “Pocos libros de su clase han sido tan ampliamente leídos o más vigorosamente debatidos; pocos han preservado tanta relevancia por tanto tiempo […] Sólo un crítico desagradecido podría hoy negarle un lugar central en la historia intelectual de nuestra era”. (16)

III

El valor de la élite del poder para la disciplina de las Relaciones Internacionales es notorio. Tiene utilidad como teoría contextual sobre la toma de decisiones en defensa y política exterior, como ha sido destacado por Roger Hilsman.(17) Mills estudia desde una perspectiva social, institucional e, incluso, psicológica los tipos de actores que controlan y deciden, consciente o inconscientemente, los acontecimientos nacionales, así como los tipos de determinantes que inciden también en ellos. Se cuida, sin embargo, de dejar en claro que “la idea de la élite del poder no implica nada acerca del proceso de adopción de decisiones como tal; es un intento para delimitar las zonas sociales en que se realiza ese proceso, cualquiera sea su carácter. Es una concepción de lo que va implicado en el proceso”.(18)

También tiene utilidad como teoría de gran alcance. Permite abordar la trayectoria más amplia de la sociedad norteamericana entre el 1800 y mediados del 1900. Posee poder explicativo en relación a la historia contemporánea mundial y a las relaciones internacionales de la primera mitad del siglo XX. De hecho, las dimensiones nacional e internacional se integran bajo la coherencia que otorgan conceptos centrales como “clase capitalista” e “industrialización”, entre otros. (19)

Además de ello, en varios pasajes del libro Mills rescata las enseñanzas de E. H. Carr en La Crisis de los Veinte Años (1949) sobre la política mundial con lo que termina configurando una perspectiva ecléctica sobre los asuntos internacionales de gran amplitud y utilidad.(20)

Fundamentalmente, La Élite del Poder es un excelente complemento para los diferentes enfoques estructurales existentes en las Relaciones Internacionales, para comprender la naturaleza de la economía política de los Estados Unidos en tiempos de unipolaridad y hegemonía.

Pero el gran legado del sociólogo trasciende los campos disciplinares así como su utilidad heurística. Como señaló Horowitz, “[l]a tendencia principal de la obra de C. Wright Mills está ligada a la importancia práctica de una ciencia social éticamente viable. Esto se debe a que esa sociología se enfrenta a los hechos con integridad y confirma la integridad actuando en relación con los hechos. Éste es el ‘mensaje’ del más grande sociólogo que haya producido los Estados Unidos”.(21)

* Candidato doctoral, Universidad Nacional de General San Martín (UNSAM, Argentina). Investigador del Centro de Estudios Interdisciplinarios en Problemáticas Internacionales y Locales (CEIPIL-UNCPBA).

Notas

(1) Richard Gillam, “C. Wright Mills and the Politics of Truth: The Power Elite Revisited”,American Quarterly, Vol. 27, No. 4, October, 1975, p. 464. Cfr. Stanley Aronowitz, “A Mills Revival?”, Logos 2.3, Summer, 2003.

(2) C. Wright Mills, La Imaginación Sociológica, Fondo de Cultura Económica, México DF, 1986. Especialmente capítulos “II. La gran teoría” y “III. Empirismo abstracto”. La primera edición en inglés se encuentra como: The Sociological Imagination, Oxford University Press, New York, 1959.

(3) Irving L. Horowitz, C. Wright Mills: An American Utopian, New York, 1983, p. 209.

(4) C. Wright Mills, La Élite del Poder, Fondo de Cultura Económica, México DF, 1993, pp. 11-12. El primer capítulo presenta y sintetiza el tema general del libro.

(5) “La economía —en otro tiempo una gran dispersión de pequeñas unidades productoras en equilibrio autónomo— ha llegado a estar dominada por dos o trescientas compañías gigantescas, relacionadas entre sí administrativa y políticamente, las cuales tienen conjuntamente las claves de las resoluciones económicas.
El orden político, en otro tiempo una serie descentralizada de varias docenas de Estados con una médula espinal débil, se ha convertido en una institución ejecutiva centralizada que ha tomado para sí muchos poderes previamente dispersos y ahora se mete por todas y cada una de las grietas de la estructura social.
El orden militar, en otro tiempo una institución débil, encuadrada en un contexto de recelos alimentados por las milicias de los Estados, se ha convertido en la mayor y más costosa de las características del gobierno, y, aunque bien instruida en fingir sonrisas en sus relaciones públicas, posee ahora toda la severa y áspera eficacia de un confiado dominio burocrático.” C. Wright Mills (1993), Op. Cit., pp. 14-15.

(6) “La idea de que toda la historia se debe a la conspiración de un grupo de malvados, o de héroes, fácilmente localizables, es también una proyección apresurada del difícil esfuerzo para comprender cómo los cambios de estructura de la sociedad abren oportunidades a diferentes minorías y cómo estas minorías se aprovechan o no de ellas. Admitir cualquiera de ambas opiniones —que toda la historia es una conspiración o que toda la historia es un movimiento ciego a la deriva— es abandonar el esfuerzo para comprender los hechos del poder y los caminos de los poderosos”. C. Wright Mills (1993), Op. Cit., p. 33.

(7) “[…] Lejos de depender de la estructura de las instituciones, las minorías modernas pueden deshacer una estructura y hacer otra en la que representan después papeles totalmente diferentes. En realidad, esa destrucción y creación de estructuras institucionales, con todos sus medios de poder, cuando los acontecimientos parecen ir bien, es precisamente lo que va implícito en ‘gran gobierno’, o, cuando van mal, ‘gran tiranía.’” C. Wright Mills (1993), Op. Cit., p. 31.

(8) La cursiva es propia. Ibíd.

(9) “Las decisiones de un puñado de empresas influyen en los acontecimientos militares, políticos y económicos en todo el mundo. Las decisiones de la institución militar descansan sobre la vida política así como sobre el nivel mismo de la vida económica, y los afectan lastimosamente. Las decisiones que se toman en el dominio político determinan las actividades económicas y los programas militares. Ya no hay, de una parte, una economía, y de otra parte, un orden político que contenga una institución militar sin importancia para la política y para los negocios […] En el sentido estructural, este triángulo de poder es la fuente del directorio entrelazado que tanta importancia tiene para la estructura histórica del presente.” C. Wright Mills (1993), Op. Cit., p. 15.

(10) La cursiva es propia. C. Wright Mills (1993), Op. Cit., p. 26. Para una interpretación igualmente crítica pero más nueva sobre este tráfico e imbricación entre poder político (y militar) con el poder económico de las grandes corporaciones en los Estados Unidos para el caso de la administración de George W. Bush véase Sidney Blumenthal, “Republican Tremors”,Open Democracy, October 6, 2005 (extraído el 10 de octubre de 2006), disponible en http://www.opendemocracy.net.

(11) En una lectura que es útil actualmente, Mills aclara que los “famosos profesionales” no son poderosos en un sentido de autoridad; por el contrario son “el resultado que corona el sistema de ‘estrellato’ de una sociedad que ha hecho de la competencia un fetiche. En los Estados Unidos, ese sistema es llevado a tal punto, que un individuo que puede llevar a golpes una pelota blanca por una serie de agujeros en el suelo con más eficacia y habilidad que cualquier otro, sólo por eso consigue tener acceso social al presidente del país.” C. Wright Mills (1993),Op. Cit., pp. 76-77.

(12) C. Wright Mills (1993), Op. Cit., p. 144.

(13) C. Wright Mills (1993), Op. Cit., p. 194.

(14) C. Wright Mills (1993), Op. Cit., p. 205.

(15) C. Wright Mills (1993), Op. Cit., p. 219.

(16) Richard Gillam (1975), Op. Cit., p. 461.

(17) Roger Hilsman, The Politics of Policy Making in Defense and Foreign Affairs, Prentice-Hall Inc., New Jersey, 1987, pp. 57-58.

(18) C. Wright Mills (1993), Op. Cit., p. 28.

(19) Una prueba de ello yace en el siguientes párrafo: “Ninguna clase gobernante fija, anclada en la vida agraria y con la aureola de la gloria militar, pudo contener en Norteamérica el empuje histórico del comercio y de la industria, ni someter a la élite capitalista, como los capitalistas fueron sometidos en Alemania y el Japón, por ejemplo. Ni pudo la clase gobernante de ninguna parte del mundo contener a la de los Estados Unidos cuando vino a decidir la historia la violencia industrializada. Así lo atestiguan el destino de Alemania y del Japón en las dos guerras mundiales, y también el destino de la misma Inglaterra, de su clase gobernante modelo, al convertirse Nueva York en la inevitable capital económica y Washington en la inevitable capital política del mundo capitalista occidental.” C. Wright Mills (1993), Op. Cit., p. 20.

(20) Ver E. H. Carr, The Twenty Year’s Crisis, Macmillan, London, 1949.

(21) C. Wright Mills, Poder, Política, Pueblo, Fondo de Cultura Económica, México DF, 1973, p. XXXVIII.

(Fuente: https://revistas.ort.edu.uy/letras-internacionales/article/view/1158 )

Paul Mason – Postcapitalismo ( audio audiolibro mp3 )

La grabación enlazada a continuación reproduce en mp3, capítulo a capítulo, el ensayo de Paul Mason, POSTCAPITALISMO, a partir de la versión en epub ( https://www.epublibre.org/libro/detalle/31834 ).

A partir de una lectura provocadora del célebre FRAGMENTO SOBRE LAS MAQUINAS (pasajes 592-594 de los GRUNRISSE) de Karl Marx, Paul Mason esboza un desolador (¿o realista?) diagnóstico de nuestra época, una predicción de las lineas de desarrollo y tendencias social, ecológica y económica a que nos enfrentamos (a corto, medio y a largo plazo), y una propuesta racional de reorganización que permita una salida del embudo en positivo.

Sin duda, llena tanto de afirmaciones temerarias como de interpretaciones discutibles, la obra merece la pena como ejercicio de síntesis de la situación actual y sus (o no) posibilidades.

A disfrutarla y a reflexionar sobre el problema, antes de que el rodillo neoliberal, el ébola o un desafortunado (¿o feliz? 😂) meteorito nos pasen por encima!

Bromas aparte, el futuro no está escrito… Pero está llamando a la puerta. ¿Seremos capaces de escribirlo nosotr@s con inteligencia y generosidad, o dejaremos que el azar o los intereses de una minoría lo decidan? 😀

Esta obra está sujeta a derechos de autor y traducción, por lo esta grabación asi como todos los documentos y grabaciones de este blog, están destinados exclusivamente a personas con deficiencias visuales (SI NO ES SU CASO, NO DEBE PROCEDER A LA DESCARGA).

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PAUL MASON – POSTCAPITALISMO

 

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Contradicción entre la base de la producción burguesa (medida del valor) y su propio desarrollo. Máquinas, etc. [Fragmento de: Karl Marx. “Elementos fundamentales para la crítica de la Economía Política (Grundrisse) 1857-1858 Vol. 2”. 592-594.]

«El intercambio de trabajo vivo por trabajo objetivado, es decir el poner el trabajo social bajo la forma de la antítesis entre el capital y el trabajo, es el último desarrollo de la relación de valor y de la producción fundada en el valor. El supuesto de esta producción es, y sigue siendo, la magnitud de tiempo inmediato de trabajo, el cuanto de trabajo empleado como el factor decisivo en la producción de la riqueza. En la medida, sin embargo, en que la gran industria se desarrolla, la creación de la riqueza efectiva se vuelve menos dependiente del tiempo de trabajo y del cuanto de trabajo empleados, que del poder de los agentes puestos en movimiento durante el tiempo de trabajo, poder que a su vez —su powerful effectiveness—(79) [228] no guarda relación alguna con el tiempo de trabajo inmediato que cuesta su producción, sino que depende más bien del estado general de la ciencia y del progreso de la tecnología, o de la aplicación de esta ciencia a la producción. (El desarrollo de esta ciencia, esencialmente de la ciencia natural y con ella de todas las demás, está a su vez en relación con el desarrollo de la producción material.) La agricultura, por ejemplo se transforma en mera aplicación de la ciencia que se ocupa del intercambio material de sustancias, de cómo regularlo de la manera más ventajosa para el cuerpo social entero. La riqueza efectiva se manifiesta más bien —y esto lo revela la gran industria— en la enorme desproporción entre el tiempo de trabajo empleado y su producto, así como en la desproporción cualitativa entre el trabajo, reducido a una pura abstracción, y el poderío del proceso de producción vigilado por aquél. El trabajo ya no aparece tanto como recluido en el proceso de producción, sino que más bien el hombre se comporta como supervisor y regulador con respecto al proceso de producción mismo. (Lo dicho sobre la maquinaria es válido también para la combinación de las actividades humanas y el desarrollo del comercio humano.) El trabajador ya no introduce el objeto natural modificado, como eslabón intermedio, entre la cosa y sí mismo, sino que inserta el proceso natural, al que transforma en industrial, como medio entre sí mismo y la naturaleza inorgánica, a la que //593// domina. Se presenta al lado del proceso de producción, en lugar de ser su agente principal. En esta transformación lo que aparece como el pilar fundamental de la producción y de la riqueza no es ni el trabajo inmediato ejecutado por el hombre ni el tiempo que éste trabaja, sino la apropiación de su propia fuerza productiva general, su comprensión de la naturaleza y su dominio de la misma gracias a su existencia como cuerpo social; en una palabra, el desarrollo del individuo social. El robo de tiempo de trabajo ajeno, sobre el cual se funda la riqueza actual, aparece como una base miserable comparado con este fundamento, recién desarrollado, creado por la gran industria misma. Tan pronto como el trabajo en su forma inmediata ha “cesado de ser la gran fuente de la riqueza, el tiempo de trabajo deja, y tiene que dejar, de ser su medida y por tanto el valor de cambio [[deja de ser la medida]] del valor de uso. El plustrabajo de la masa ha dejado de ser condición [229] para el desarrollo de la riqueza social, así como el no-trabajo de unos pocos ha cesado de serlo para el desarrollo de los poderes generales del intelecto humano. Con ello se desploma la producción fundada en el valor de cambio, y al proceso de producción material inmediato se le quita la forma de la necesidad apremiante y el antagonismo. Desarrollo libre de las individualidades, y por ende no reducción del tiempo de trabajo necesario con miras a poner plustrabajo, sino en general reducción del trabajo necesario de la sociedad a un mínimo, al cual corresponde entonces la formación artística, científica, etc., de los individuos gracias al tiempo que se ha vuelto libre y a los medios creados para todos. El capital mismo es la contradicción en proceso, [por el hecho de] que tiende(80) a reducir a un mínimo el tiempo de trabajo, mientras que por otra parte pone al tiempo de trabajo como única medida y fuente de la riqueza. Disminuye, pues, el tiempo de trabajo en la forma de tiempo de trabajo necesario, para aumentarlo en la forma del trabajo excedente; pone por tanto, en medida creciente, el trabajo excedente como condición —question de vie et de mort— del necesario. Por un lado despierta a la vida todos los poderes de la ciencia y de la naturaleza, así como de la cooperación y del intercambio sociales, para hacer que la creación de la riqueza sea (relativamente) independiente del tiempo de trabajo empleado en ella. Por el otro lado se propone medir con el tiempo de trabajo esas gigantescas fuerzas sociales creadas de esta suerte y reducirlas a los límites requeridos para que el valor ya creado se conserve como valor. Las fuerzas productivas y las relaciones sociales —unas y otras aspectos diversos del desarrollo del individuo social— se le aparecen al capital únicamente //594// como medios, y no son para él más que medios para producir fundándose en su mezquina base. In fact, empero, constituyen las condiciones materiales para hacer saltar a esa base por los aires. «Una nación es verdaderamente rica cuando en vez de 12 horas se trabajan 6. Wealth(81) no es disposición de tiempo de plustrabajo» (riqueza efectiva), «sino disposable time(82), aparte el usado en la producción inmediata, para cada individuo y toda la sociedad». [The Source and Rernedy, etc., 1821, p. 6.]

La naturaleza no construye máquinas, ni locomotoras, ferrocarriles, electric telegraphs, selfacting mules, etc.(83). Son éstos, [230] productos de la industria humana; material natural, transformado en órganos de la voluntad humana sobre la naturaleza o de su actuación en la naturaleza. Son órganos del cerebro humano creados por la mano humana; fuerza objetivada del conocimiento. El desarrollo del capital fixe revela hasta qué punto el conocimiento o knowledge(84) social general se ha convertido en fuerza productiva inmediata, y, por lo tanto, hasta qué punto las condiciones del proceso de la vida social misma han entrado bajo los controles del general intellect(85) y remodeladas conforme al mismo. Hasta qué punto las fuerzas productivas sociales son producidas no sólo en la forma del conocimiento, sino como órganos inmediatos de la práctica social, del proceso vital real.”

 

Erich Fromm – Miedo a la libertad ( audio audiolibro mp3 )

«Un amplio sector de nuestra cultura ejerce una sola función: la de confundir las cosas. Un tipo de cortina de humo consiste en afirmar que los problemas son demasiado complejos para la comprensión del hombre común. Por el contrario, nos parecería que muchos de los problemas básicos de la vida individual y social son muy simples, tan simples que deberíamos suponer que todos se hallan en condiciones de comprenderlos. Hacerlos aparecer tan monstruosamente complicados que sólo un «especialista» puede entenderlos, y eso únicamente en su propia y limitada esfera, produce —a veces de manera intencionada— desconfianza en los individuos con respecto a su propia capacidad para pensar sobre aquellos problemas que realmente les interesan. Los hombres se debaten impotentes frente a una masa caótica de datos y esperan con paciencia patética que el especialista halle lo que debe hacer y a dónde debe dirigirse. Este tipo de influencia produce un doble resultado: por un lado, escepticismo y cinismo frente a todo lo que se diga o escriba, y, por el otro, aceptación infantil de lo que se afirme con autoridad. Esta combinación de cinismo y de ingenuidad es muy típica del individuo moderno. Su consecuencia esencial es la de desalentar su propio pensamiento y decisión.»

La grabación enlazada a continuación reproduce en mp3, capítulo a capítulo, el clásico de ERICH FROMM, MIEDO A LA LIBERTAD.

Se trata de una obra singular que, con notable profundidad a la par que claridad, trata de los desafíos a que se enfrenta el hombre contemporáneo arrojado a las fauces de un mercado desregulado y de una sociedad del anonimato.

Analizando las respuestas estandar que es capaz de dar un ser humano, el autor se pregunta por sus formas culturales de manifestación. Y desde esta base psicológica, se interroga sobre las condiciones de la libertad en una sociedad compleja, y sobre las posibilidades de la democracia, de la libertad del individuo y de su integración sana en la colectividad; o en su defecto, de la deriva en el autoritarismo como salida en falso de una personalidad frustrada y atormentada.

Sin desperdicio. En tiempos de «walking death» y de un asombroso resucitar del fascismo gracias al estímulo y paraguas del esperpento neoliberal, empieza a ser otra vez lectura obligada. A disfrutarla! 😀

Esta grabación y documentos adjuntos, al igual que todos los documentos y grabaciones enlazados en este blog, están destinados a personas con deficiencias visuales.

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ERICH FROMM – MIEDO A LA LIBERTAD

 

Perlas para ir abriendo bocas:

«La gran mayoría de la población cayó presa del sentimiento de insignificancia individual y de impotencia que hemos descrito como típico del período del capitalismo monopolista en general. Estas condiciones psicológicas no constituyeron la causa del nazismo, pero sí representaron su base humana, sin la cual no hubiera podido desarrollarse. Por eso un análisis de todo el fenómeno del surgimiento y la victoria del nazismo debería considerar tanto las condiciones estrictamente políticas y económicas como las psicológicas. Teniendo en cuenta la bibliografía existente sobre el primer aspecto y los fines específicos de este libro, no hay necesidad de entrar a discutir las cuestiones económicas y políticas relacionadas con ese movimiento. Sólo bastará recordar al lector el papel desempeñado en la implantación del régimen nazi por los representantes de la gran industria y por los junkers económicamente arruinados. Sin su ayuda Hitler nunca hubiera alcanzado la victoria, y su apoyo al movimiento se debió mucho más a la comprensión de sus intereses económicos que a factores psicológicos. Esta clase de propietarios se veía enfrentada a un Parlamento en el que el 40 por ciento de los diputados era socialista y comunista, representantes de grupos descontentos del sistema social existente, y que estaba integrado también por un número cada vez mayor de nazis, quienes por su parte representaban a otra clase que se hallaba en ruda lucha con los más poderosos representantes del capitalismo alemán. Un Parlamento que en su mayoría sustentaba tendencias contrarias a los intereses económicos, debía, con razón, parecerles peligroso. Se dijeron entonces que la democracia no resultaba. Lo que hubiera podido afirmarse, en realidad, era que la democracia funcionaba demasiado bien. El Parlamento constituía una representación bastante adecuada de los intereses respectivos de las distintas clases existentes entre el pueblo alemán, y por esta misma razón el sistema parlamentario ya no podía conciliarse con la necesidad de preservar los privilegios de la gran industria y de los terratenientes semifeudales. Los representantes de estos grupos privilegiados esperaban que el nazismo trasladara el resentimiento emocional que los amenazaba hacia otros cauces y que, al mismo tiempo, dirigiera las energías nacionales poniéndolas al servicio de sus propios intereses económicos. En general, sus esperanzas no resultaron defraudadas. En verdad, se equivocaron en ciertos detalles. Hitler y su burocracia no se transformaron en instrumentos a las órdenes de los Thyssen y los Krupp, quienes, por el contrario, debieron compartir su poder con los dirigentes nazis y a veces hasta sometérseles; pero, aunque el nazismo, desde el punto de vista económico, resultó perjudicial para todas las clases, fomentó en cambio los intereses de los grupos más poderosos de la industria alemana. El sistema nazi es una versión perfeccionada del imperialismo alemán de preguerra, que volvió a emprender su marcha desde el punto en que la monarquía había fracasado. (Sin embargo, la república no interrumpió realmente el desarrollo del capital monopolista alemán, sino que lo fomentó con los medios que se hallaban a su alcance). En este punto surge una cuestión que habrá de presentarse al espíritu de más de un lector: ¿Cómo puede conciliarse la afirmación de que la base psicológica del nazismo se hallaba constituida por la vieja clase media, con aquella otra según la cual el nuevo régimen funcionaba en favor de los intereses del imperialismo alemán? La contestación a esta pregunta es, en principio, la misma que fue dada con respecto a la función de la clase media urbana durante el período del surgimiento del capitalismo. En el período de la posguerra era la clase media, especialmente la baja clase media, la que se sentía amenazada por el capitalismo monopolista. Su angustia y, por lo tanto, su odio tomaron origen en esa amenaza; se vio lanzada a un estado de pánico, cayó presa de un apasionado anhelo de sumisión y, al mismo tiempo, de dominación, con respecto a los débiles. Estos sentimientos fueron empleados por una clase completamente distinta para erigir un régimen que debía trabajar para sus propios intereses. Hitler resultó un instrumento tan eficiente porque combinaba las características del pequeño burgués, resentido y lleno de odios —con el que podía identificarse emocional y socialmente la baja clase media—, con las del oportunista, dispuesto a servir los intereses de los grandes industriales y de los junkers. Al principio representó el papel de Mesías de la vieja clase media, prometiendo la destrucción de los grandes almacenes con sucursales, de la dominación del capital bancario y otras cosas semejantes. La historia que siguió es conocida por todos: estas promesas no fueron nunca cumplidas. Sin embargo, eso no tuvo mucha importancia. El nazismo no poseyó nunca principios políticos o económicos genuinos. Es menester darse cuenta de que en su oportunismo radical reside el principio mismo del nazismo. Lo que importaba era que centenares de millares de pequeño-burgueses que en tiempos normales hubieran tenido muy pocas probabilidades de ganar dinero o poder, obtenían ahora, como miembros de la burocracia nazi, una considerable tajada del poder y prestigio que las clases superiores se vieron obligadas a compartir con ellos. Los que no llegaron a ser miembros de la organización partidaria nazi, obtuvieron los empleos quitados a los judíos y a los enemigos políticos; y en cuanto al resto, si bien no consiguió más «pan», ciertamente logró más «circo». La satisfacción emocional derivada de estos espectáculos sádicos y de una ideología que le otorgaba un sentimiento de superioridad sobre todo el resto de la humanidad, era suficiente para compensar —durante un tiempo por lo menos— el hecho de que sus vidas hubiesen sido cultural y económicamente empobrecidas.»

Virginia Woolf – Una habitacion propia ( audio audiolibro mp3 )

La grabación enlazada a continuación reproduce en mp3, capítulo a capítulo, el clásico de VIRGINIA WOOLF, UNA HABITACIÓN PROPIA.

500 libras al año y una habitación con pestillo. Independencia material, tiempo de ocio y privacidad, las condiciones imprescindibles para la creatividad, la ciudadanía y la dignidad. Pocas veces se habrá dicho tanto con menos palabras. Todo un clásico de la reflexión sobre las condiciones de emancipación de la mujer, es obra de paso obligada en la literatura feminista.

A disfrutarla!  :)

Esta grabación y documentos adjuntos, al igual que todos los documentos y grabaciones enlazados en este blog, están destinados a personas con deficiencias visuales.

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VIRGINIA WOOLF – UNA HABITACION PROPIA

Trotsky – Historia de la revolución rusa ( audio libro audiolibro mp3 )

 

 

 

 

 

 

 

 

A continuación tenéis el enlace a la grabación en mp3, capítulo a capítulo, de la monumental obra de LEON TROTSKY, HISTORIA DE LA REVOLUCIÓN RUSA, de acuerdo a la esmerada y brillante traducción de Andreu Nin.

Se trata de una obra única en su género que, uniendo autobiografía, descripción histórica, reflexión filosófica y política, sumerge al lector en las entrañas mismas de uno de los acontecimientos más importantes y singulares de la historia política de la humanidad. Abrumadora en el contenido, en el ritmo y a forma, además destaca por una belleza literaria difícil de igualar. Sin duda, es una joya absoluta.

Que la disfrutéis tanto como yo! 😀

Aunque esta obra ya es de dominio público, al igual que todos los documentos y grabaciones del blog está destinada a personas con deficiencias visuales.

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TROTSKY – HISTORIA DE LA REVOLUCION RUSA

 

Padura – El hombre que amaba a los perros ( audio libro audiolibro mp3 )

Padura, Leonardo – El hombre que amaba a los perros

Brillante novela histórica sobre las vidas de Leon Trotsky y Ramón Mercader.

Esta grabación (como todos los documentos y grabaciones incorporados o enlazados en este blog), está destinada exclusivamente a personas con deficiencias visuales que tengan impedido el acceso a la lectura en papel. Si no es su caso, bajo ningún concepto debe proceder a la descarga.

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 PADURA – EL HOMBRE QUE AMABA A LOS PERROS

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[Para quien quiera ampliar información sobre esta temática, en internet también está disponible el excelente documental ASALTAR LOS CIELOS (1996, José Luis López-Linares y Javier Rioyo) ]

Anderson, Benedict – Comunidades imaginadas ( audio audiolibro mp3 )

«Una nación es una comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana» (…) Lo que (…) hizo imaginables a las comunidades nuevas (fue) una interacción semifortuita, pero explosiva, entre un sistema de producción y de relaciones productivas (el capitalismo), una tecnología de las comunicaciones (la imprenta) y la fatalidad de la diversidad lingüística humana.» [Anderson, B. Comunidades Imaginadas]

El libro que hoy os invitamos a leer es COMUNIDADES IMAGINADAS (Reflexiones sobre el origen y difusión del nacionalismo), de Benedict Anderson, todo un clásico de la historiografía contemporánea y del pensamiento social y político. Publicado en 1983, sigue interpelando a nuestro presente con tanta o más brillantez que en el momento de su publicación. A lo largo de sus páginas, el autor sienta las bases de una interpretación materialista del fenómeno «nacional» (en realidad, del fenómeno identitario en general), formalizando muy bien su contexto, condiciones, tipos y fases de desarrollo (revoluciones americanas, nacionalismos centroeuropeos y poscoloniales), casuística y consecuencias, y sus relaciones con la lengua, el marco económico y filosófico, la política colonial e imperial y la religión. Una obra imprescindible para entender el mundo en que vivimos.

El enlace situado al final de este documento lleva a la grabación completa de la obra, en mp3, capítulo a capítulo. Como todos los enlaces de este blog, está destinado exclusivamente a personas que sufran alguna minusvalía que impida acceder a la obra escrita. Quienes no estéis en esa situación no debéis descargarla. Pero compradla y leedla: no os defraudará.

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ANDERSON, BENEDICT – COMUNIDADES IMAGINADAS

Beauvoir, Simone – Memorias de una joven formal ( audio audiolibro mp3 )

«Somos tan libres como se quiera, pero impotentes…»

Primer tomo de las memorias de Simone de Beauvoir, publicado en 1958, da cuenta del ambiente y circunstancias que rodearon su nacimiento, infancia y adolecencia hasta su habilitación como profesora de filosofía. Con una prosa brillante, a través del filtro de su vida, degrana los acontecimientos que conformaron el siglo XX europeo desde la primera guerra mundial hasta la crisis del 29. Y en ese escenario, poniendo de manifiesto su situación, el contexto en el que adquiere forma su persona, muestra su encuentro -y la impronta que en ella dejaron- con algunos de los personajes que adquirirían más influencia en el pensamiento mundial de entreguerras y posterior: Paul Nizan, Jean Paul Sartre, Simone Weill, Claude Levi-Strauss, Raymond Aron, Daniel Lagache, Merleau-Ponty, Herbaud…

Una joya de la literatura de introspección, y un clásico del existencialismo. Os la recomiendo de todo corazón. Compradla y leedla. No os defraudará.

¡Es uno de esos textos que embellecen la vida!.  :-)

Completan su autobiografía:

  • La fuerza de las cosas
  • La plenitud de la vida
  • Final de cuentas
  • La ceremonia del adios

Quienes tengáis deficiencias visuales que os impidan acceder a la lectura en papel, a continuación tenéis un LINK para su descarga en audiolibro (si no es vuestro caso no debéis proceder a esa descarga).

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BEAUVOIR – MEMORIAS DE UNA JOVEN FORMAL

Sartre, Jean-Paul – Las palabras ( audio audiolibro mp3 )

Ensayo autobiográfico de Jean-Paul Sartre publicado a fines de 1963 en Les Temps Modernes. Breve, brillante e imponente, en su momento constituiría el refrendo definitivo del futuro premio Nobel. 50 años después, sigue siendo considerada por much@s la mejor obra de su autor.

Esta obra es de dominio público.

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SARTRE, J-P – LAS PALABRAS

Sartre, Jean-Paul – El existencialismo es un humanismo ( audio audiolibro mp3 )

Texto taquigrafiado de la conferencia dada por Sartre el 29 de octubre de 1945, en el Club Maintenant, con el propósito de clarificar y difundir los elementos principales de su existencialismo. A caballo entre El Ser y la Nada y La crítica de la Razón dialéctica, por su brevedad y sencillez sigue siendo una obra clave para aproximarse al pensamiento de su autor.

Esta obra es de dominio público.

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SARTRE, J-P – EL EXISTENCIALISMO ES UN HUMANISMO

MILL, John Stuart – La esclavitud femenina ( audio audiolibro mp3 )

“No hay esclavo cuya esclavitud sea tan completa como la de al mujer» (Mill, J.S. La esclavitud femenina. VIII].

El siguiente enlace corresponde a una grabación en mp3 de LA ESCLAVITUD FEMENINA, de John Stuart Mill, traducida y prologada por Emilia Pardo Bazán.

[Aunque esta obra es de dominio público-, esta grabación, al igual que las otras de este blog, está destinada exclusivamente a personas con alguna minusvalía o impedimento físico que les impida poder disfrutar de la obra en edición impresa. Por tanto, si no es su caso, no debe acceder a la obra].

Quienes disfrutáis del privilegio inigualable de poder leer, compradla y leedla; quienes no , sentaos a escuchar.

Esta obra, escrita en 1869, quizás sea la primera que de manera completa y sistemática intenta la impugnación de la desigualdad de género. Pero además, esta edición, traducida y prologada por Emilia Pardo Bazán, toca la excelencia. Pertinencia social y política, profundidad del contenido y belleza del continente se dan la mano en esta joya de la filosofía y la literatura.

«Todo lo que no eleva, rebaja» (Cap. XXXIV)

¡Que la disfrutéis!

LINK a los archivos de audio:

JOHN STUART MILL – LA ESCLAVITUD FEMENINA

CAMPILLO / FERRERAS – Curso acelerado de ateismo ( audio audiolibro mp3 )

El siguiente enlace corresponde a una grabación en mp3 de una obra singular del pensamiento laico en España: el CURSO ACELERADO DE ATEISMO, de Antonio Lopez Campillo y Juan Ignacio Ferreras.

[Esta obra NO es de dominio público, por lo que esta grabación -al igual que el resto de las incorporadas a este blog- está destinada exclusivamente a personas con alguna minusvalía o impedimento físico que les impida disfrutar de la obra impresa. Si no es su caso, no debe acceder a la obra].

¡Que os ayude en la reflexión y el crecimiento personal y político!

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CAMPILLO/FERRERAS – CURSO ACELERADO DE ATEISMO.

RUSSELL, B. – Por qué no soy cristiano ( audio audiolibro mp3 )

El siguiente enlace corresponde a una grabación en mp3 del clásico de BERTRAND RUSSELL – POR QUÉ NO SOY CRISTIANO.

[Aunque esta obra ya es de dominio público, esta grabación -al igual que el resto de las incorporadas a este blog- está destinada exclusivamente a personas con alguna minusvalía o impedimento físico que les impida disfrutar de la obra impresa. Si no es su caso, no debe acceder a la obra].

¡Que os ayude en la reflexión y el crecimiento personal y político!

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RUSSELL, B. – POR QUÉ NO SOY CRISTIANO

DAWKINS, Richard – EL ESPEJISMO DE DIOS ( audio audiolibro mp3 )

El siguiente enlace corresponde a una grabación en mp3 del (¿tratado?) de RICHARD DAWKINS – EL ESPEJISMO DE DIOS, sobre las religiones humanas y la creencia en DIOS.

[Esta obra NO es de dominio público, por lo que esta grabación está destinada exclusivamente a personas con alguna minusvalía o impedimento físico que les impida disfrutar de la obra impresa. Si no es su caso, no debe acceder a la obra].

Quienes podéis disfrutar del privilegio de leer, compradla y leedla; y quienes no podáis, sentaos a escuchar. Es una obra excepcional que trata con profundidad, extensión y sencillez uno de los desafíos más graves de nuestra época: el sentimiento religioso, su origen, causas, funciones y peligros. ¡Que os ayude en la reflexión y el crecimiento personal y político!

LINK a los archivos de audio:

DAWKINS, R. – EL ESPEJISMO DE DIOS

ARENDT, Hannah – Los orígenes del totalitarismo ( audio audiolibro mp3 )

El siguiente enlace corresponde a una grabación en mp3 de la monumental (e inmortal) obra de Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo, de acuerdo a la traducción realizada por Guillermo Solana para Taurus en 1974.

[Aunque esta obra es de dominio público, esta grabación, al igual que las otras de este blog, está destinada exclusivamente a personas con alguna minusvalía o impedimento físico que les impida disfrutar de la obra impresa. Por tanto, si no es su caso, no debe acceder a la obra].

Quienes disfrutáis del privilegio inigualable de leer, compradla y leedla; y quienes no podáis, sentaos a escuchar. Se trata de una obra maestra de la literatura, la Historia, la política y la filosofía, de una actualidad abrumadora, que pone a su autora en el selecto club de las cabezas y plumas más penetrantes y poderosas que ha dado la humanidad. ¡Qué la disfrutéis y os ayude en la reflexión y el crecimiento personal y político!

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ARENDT, H. – LOS ORIGENES DEL TOTALITARISMO

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Algunas perlas de la obra:

«Lo que hace que los hombres obedezcan o toleren, por una parte, el auténtico poder y que, por otra, odien a quienes tienen riqueza sin el poder, es el instinto racional de que el poder tiene una cierta función y es uso general. Incluso la explotación y la opresión hacen trabajar a la sociedad y logran el establecimiento de un cierto tipo de orden. Únicamente la riqueza sin el poder o el aislamiento sin una política se consideran parasitarios, inútiles, sublevantes, porque tales condiciones cortan todos los hilos que mantienen unidos a los hombres. La riqueza que no explota carece incluso de la relación existente entre el explotador y el explotado; el aislamiento sin política ni siquiera implica una mínima preocupación del opresor por los oprimidos.» (Arendt, H. LOT. Antisemitismo. Cap.1).

«Una diferencia fundamental entre las dictaduras modernas y todas las tiranías del pasado es la de que en las primeras el terror ya no es empleado como medio de exterminar y atemorizar a los oponentes, sino como instrumento para dominar masas de personas que son perfectamente obedientes. El terror, como hoy lo conocemos, ataca sin provocación previa, y sus víctimas son inocentes incluso desde el punto de vista del perseguidor.» (Arendt, H. LOT. Antisemitismo. Cap.1).

«La igualdad de condición, aunque es ciertamente un requerimiento básico de la justicia, figura, sin embargo, entre los mayores y más inciertos riesgos de la humanidad moderna. Cuanto más iguales son las condiciones, menos explicaciones hay para las diferencias que existen en la gente; y así, más desiguales se tornan los individuos y los grupos.» (Arendt, H. LOT. Antisemitismo. Cap.3)

«El populacho es principalmente un grupo en el que se hallan representados los residuos de todas las clases. Esta característica torna fácil la confusión del populacho con el pueblo, que también comprende a todos los estratos de la sociedad. Mientras el pueblo en todas las grandes revoluciones lucha por la verdadera representación, el populacho siempre gritará en favor del «hombre fuerte», del «gran líder». Porque el populacho odia a la sociedad de la que está excluido tanto como al Parlamento en el que no está representado.»  (Arendt, H. LOT. Antisemitismo. Cap.4.4).

«De la misma manera que los hunos hace mil años, bajo el mando de Atila, lograron una reputación gracias a la cual todavía viven en la Historia, el nombre alemán tiene que llegar a conocerse de tal manera en China que ni un solo chino se atreva siquiera a mirar de soslayo a un alemán». Cita de la arenga de Guillermo II a sus tropas expedicionarias ante la rebelión de los boxers en 1900. (Arendt, H. LOT. Imperialismo. Cap.7).

«Cada desarrollo de la democracia o incluso el simple funcionamiento de las instituciones democráticas existentes sólo podía significar un peligro, porque es imposible gobernar a «un pueblo por un pueblo —al pueblo de la India por el pueblo de Inglaterra». La burocracia es siempre un Gobierno de expertos, de una «experta minoría» que tiene que resistir tanto como sepa la constante presión de la «inexperta mayoría».  (Arendt, H. LOT. Imperialismo. Cap.7).

«El mejor criterio por el que decidir si alguien se ha visto expulsado del recinto de la ley es preguntarle si se beneficiará de la realización de un delito. Si un pequeño robo puede mejorar, al menos temporalmente, su posición legal, se puede tener la seguridad de que ese individuo ha sido privado de sus derechos humanos. Porque entonces un delito ofrece la mejor oportunidad de recobrar algún tipo de igualdad humana, aunque sea como reconocida excepción a la norma. El único factor importante es que esta excepción es proporcionada por la ley. Como delincuente, incluso un apátrida no será peor tratado que otro delincuente, es decir, será tratado como cualquier otro. Sólo como violador de la ley puede obtener la protección de ésta. Mientras que dure su proceso y su sentencia estará a salvo de la norma policial arbitraria, contra la que no existen abogados ni recursos. El mismo hombre que ayer se hallaba en la cárcel por obra de su simple presencia en este mundo, que no tenía derecho alguno y que vivía bajo la amenaza de la deportación, que podía ser enviado sin sentencia ni proceso a algún tipo de internamiento porque había tratado de trabajar y de ganarse la vida, podía convertirse en un ciudadano casi completo por obra de un pequeño robo. Aunque no tenga un céntimo, puede contar ahora con un abogado, quejarse de sus carceleros y ser atentamente escuchado. Ya no es la escoria de la Tierra, sino suficientemente importante como para ser informado de todos los detalles de la ley conforme a la cual será procesado. Se ha convertido en una persona respetable». (Arendt, H. LOT. Imperialismo. Cap.9).

«Como los Derechos del Hombre eran proclamados «inalienables», irreducibles e indeductibles de otros derechos o leyes, no se invocaba a autoridad alguna para su establecimiento; el Hombre en sí mismo era su fuente tanto como su objetivo último. (…). El Hombre aparecía como el único soberano en cuestiones de la ley de la misma manera que el pueblo era proclamado como el único soberano en cuestiones de Gobierno. La soberanía del pueblo (diferente de la del príncipe) no era proclamada por la gracia de Dios, sino en nombre del Hombre; así es que parecía natural que los derechos «inalienables» del hombre hallaran su garantía y se convirtieran en parte inalienable del derecho del pueblo al autogobierno soberano. En otras palabras, apenas apareció el hombre como un ser completamente emancipado y completamente aislado, que llevaba su dignidad dentro de sí mismo, sin referencia a ningún orden circundante y más amplio, cuando desapareció otra vez como miembro de un pueblo. Desde el comienzo, la paradoja implicada en la declaración de los derechos humanos inalienables consistió en que se refería a un ser humano «abstracto» que parecía no existir en parte alguna, porque incluso los salvajes vivían dentro de algún tipo de orden social. (…) Toda la cuestión de los derechos humanos se vio por ello rápida e inextricablemente mezclada con la cuestión de la emancipación nacional; sólo la soberanía emancipada del pueblo, del propio pueblo de cada uno, parecía ser capaz de garantizarlos». (Arendt, H. LOT. Imperialismo. Cap.9).

«La calamidad de los fuera de la ley no estriba en que se hallen privados de la vida, de la libertad y de la prosecución de la felicidad, o de la igualdad ante la ley y de la libertad de opinión —fórmulas que fueron concebidas para resolver problemas dentro de comunidades dadas—, sino que ya no pertenecen a comunidad alguna. Su condición no es la de no ser iguales ante la ley, sino la de que no existe ley alguna para ellos. No es que sean oprimidos, sino que nadie desea incluso oprimirles. Sólo (…) si permanecen siendo perfectamente «superfluos», si no hay nadie que los «reclame», pueden hallarse sus vidas en peligro.» (Arendt, H. LOT. Imperialismo. Cap.9).

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Otras versiones recientes de la misma traducción:

HAYEK – Camino de servidumbre ( audio audiolibro mp3 )

“Nada ha hecho tanto daño a la causa liberal como la rígida insistencia de algunos liberales en ciertas toscas reglas rutinarias, sobre todo en el principio del laissez-faire [Hayek – Camino de servidumbre].

El siguiente enlace corresponde a una grabación en mp3 de la influyente obra de Friedrich A. Hayek, CAMINO DE SERVIDUMBRE (1944).

[Aunque esta obra es de dominio público-, esta grabación, al igual que las otras de este blog, está destinada exclusivamente a personas con alguna minusvalía o impedimento físico que les impida poder disfrutar de la obra en edición impresa. Por tanto, si no es su caso, no debe acceder a la obra].

Quienes disfrutáis del privilegio inigualable de poder leer, compradla y leedla; quienes no podáis, sentaos a disfrutar y escuchar con atención: estáis ante un clásico mayúsculo, imprescindible para comprender los riesgos y oportunidades de nuestro tiempo. Aun desde el desacuerdo. Una obra para leer junto a la Gran Transformación de Polanyi. ¡Qué lo disfrutéis y os ayude en la reflexión!

LINK a los archivos de audio:

“Se ha alegado frecuentemente que afirmo que todo movimiento en la dirección del socialismo ha de conducir por fuerza al totalitarismo. Aunque este peligro existe, no es esto lo que el libro dice. Lo que hace es llamar la atención hacia los principios de nuestra política, pues si no los corregimos se seguirán de ellos consecuencias muy desagradables que la mayoría de los que abogan por esa política no desean.» (Hayek – Camino de servidumbre)

Del poder y el consentimiento: lenguaje, dominación, clases, legitimidad y Estado. M. Godelier ( audio audiolibro mp3 )

Poder y Lenguaje. Reflexiones sobre los paradigmas y las paradojas de la legitimidad de las relaciones de dominación y de opresión. M. Godelier (1978).

Al interrogarse sobre las relaciones entre poder y lengua, uno se embarca en una reflexión con varias etapas. Por mi parte, en una primera etapa, encararé un caso particular extraído de mi experiencia como antropólogo: el análisis de las relaciones entre el poder y el lenguaje entre los Baruya de Nueva Guinea; en una segunda etapa, intentaré mostrar que el punto más fuerte de un poder de opresión, de dominación, no es justamente el de la fuerza física, sino por el contrario el del consentimiento de los dominados a su dominación. Así, el problema es el de una paradoja sobre el paradigma de legitimidad. Estas reflexiones permitirán, en una tercera etapa, sugerir una manera de reflexionar sobre el problema esencial de las condiciones de aparición de las clases y del Estado, es decir, de los procesos que han puesto fin a las sociedades llamadas “primitivas”.

1.

Primer problema, primera etapa, el análisis de un caso, los Baruya de Nueva Guinea. En las altas montañas del interior de Nueva Guinea viven Los Baruya, su tribu ha estado controlada por el poder australiano desde 1960, después de haber tenido su primer contacto con los blancos en 1951.

Es una sociedad sin jefe, acéfala, dividida en clanes patrilineales, compuestos casi únicamente por dos grupos sociales fusionados: un grupo autóctono y un grupo de inmigrantes, llegados hace varios siglos luego de una guerra infeliz. Estos inmigrantes, luego de un tiempo, han tomado el poder entre los autóctonos, al menos para ser más precisos, luego de un cierto tiempo una parte de los autóctonos traicionó y terminó por asociarse con los refugiados expulsando, luego, al resto de la población local. En una palabra, el punto de partida fue la fusión de la cual surgió un nuevo nombre y una nueva unidad política global: la tribu Baruya.

No se constata en esta sociedad la existencia ni de una jerarquía de rangos, ni de una jerarquía de “clases”. No existe tampoco un jefe de aldea. Las formas de desigualdad social se basan en la autoridad general de los hombres sobre las mujeres y en la autoridad de los ancianos sobre los jóvenes. Tenemos en consecuencia la siguiente situación en términos de poder: los hombres adultos tienen autoridad sobre la gente joven y los niños y una autoridad general sobre todas las mujeres cualquiera sea su edad. Es una sociedad sin clases caracterizada por la dominación masculina. Existe, sin embrago, una desigualdad entre grupos pues los refugiados, quienes expulsaron a una parte de la población que los había cobijado, controlan los rituales junto al clan local que los ayudó en esa felonía, en esa traición, en esa “operación política”. Ese clan local, que se quedó entre los Baruya, dispone de grandes poderes rituales. Los descendientes de algunos grupos locales, cuyos ancestros habían decidido quedarse entre los Baruya, porque habían intercambiado mujeres con ellos, se habían vuelto sus aliados y quizás eran más numerosos, pero no tenían el mismo status político porque no ocupaban el mismo lugar en los rituales.

Así pues la jerarquía entre hombres/mujeres, entre ancianos/jóvenes está articulada al mismo tiempo sobre una jerarquía entre clanes, en la cual unos son los maestros de los rituales. Esta es la estructura de la jerarquía político-simbólica. En el plano económico, existe también cierta jerarquía pues los clanes que dominan a otros se han apoderado de parte de sus tierras. La jerarquía no sólo es una jerarquía en el dominio del poder y de la autoridad pública, en el dominio de la práctica simbólica. Es, también, una jerarquía en el control de los recursos materiales, es decir, de los territorios de caza y de agricultura.

He aquí el contexto.

Me ajustaré ahora a las relaciones entre poder y lenguaje. Lo más sorprendente entre los Baruya, es constatar que los hombres son iniciados para hablar un lenguaje secreto y son iniciados además en los secretos, secretos que lo son sólo para las mujeres y para los jóvenes no iniciados. Existe también una suerte de monopolio de los hombres sobre ciertos saberes y esto se traduce en el lenguaje por un código, un lenguaje secreto. ¿Cuál es la estructura de ese lenguaje secreto? Los hombres utilizan los nombres corrientes en lugar de otros. Por ejemplo, para hablar de las batatas dulces, wuopai, van a utilizar otro nombre –conocido por todo el mundo: hombres y mujeres– y que sustituye a esa palabra habitual, tomando su lugar en el discurso. Así las mujeres no saben verdaderamente de que están hablando los hombres, pues piensan que están hablando de otra cosa. Nos encontramos entonces con la creación de un uso “cifrado” de la lengua, de una “lengua cifrada” para ser más preciso. ¿Por qué el uso metafórico de una parte del léxico? Esto no es sólo para mantener a las mujeres a distancia o para expresar distancia. Es así porque entre las palabras y las cosas hay una relación, y una relación que da poder sobre las cosas. Es este poder que se reserva a los hombres. Los Baruya piensan que conocer el nombre secreto de una cosa, es tener poder sobre ella: a partir de esto, no se trata solamente de un uso metafórico del lenguaje. Se trata en profundidad, de un monopolio del acceso a un mecanismo invisible, a una conexión oculta entre las palabras y las cosas. De esta manera los hombres se afirman como dueños de una parte de las condiciones de “reproducción” de las cosas, de la fertilidad de los campos, de la reproducción de las batatas dulces o de la caza y de la reproducción de las relaciones sociales y del lugar de esos individuos o de esos grupos en las relaciones sociales.

Poder y lenguaje están en esa relación que no es sólo la señal en el lenguaje de una diferencia. Es más profundo, es el acceso, a través del lenguaje, a la esencia oculta de las cosas. Es un poder sobre las cosas al mismo tiempo que un poder sobre los hombres a través del poder sobre las cosas. En el centro de ese uso del lenguaje, hay una representación, hay una “teoría”, no sólo una manera de hablar, sino una manera de pensar, una manera de plantear los problemas, de interpretar el mundo.

Entre los Baruya, en los momentos importantes, “claves” de la vida de un hombre o de una mujer, hay un aprendizaje, en el transcurso de rituales complejos, de mitos y de saberes secretos. Un joven es separado de su madre a la edad de nueve años y comienza a aprender las palabras para designar a las mujeres, las palabras que sólo los hombres pronuncian entre ellos y que les permiten hablar de las mujeres sin ser comprendidos. Él adquiere, así, un sentimiento profundo de superioridad durante los largos años de aprendizaje. Sea a través de canciones, sea a través de discursos, el joven aprende el “fondo” de las cosas al mismo tiempo que las reglas de conducta. Se le enseña una moral, una ética que es una actitud “política” y al mismo tiempo se le explica el fondo oculto de las cosas, a través de la narración de los mitos sobre el origen del hombre, el origen de los astros, el rol de los dioses y de los seres sobrenaturales en su vida, etc. Las mujeres, por su lado reciben también una iniciación secreta y tienen igualmente un nombre para designar, entre ellas, a los hombres. No debe imaginarse que la separación entre los sexos es total. De hecho los hombres saben bien qué es lo que hacen las mujeres y las mujeres saben bien qué hacen los hombres durante sus rituales secretos, pero unos y otros deben comportarse como si no lo supieran y, sobre todo, jamás manifestar explícitamente la curiosidad. El sistema funciona en una ambigüedad creada y reproducida por los mismos actores. Sin embargo, se puede decir que cuando una mujer es vieja –demasiado vieja para tener relaciones sexuales aun si todavía es fuerte para trabajar– ella sabe casi todo lo que los hombres esconden a las mujeres. Todo esto pasa como si la diferencia entre hombres y mujeres se borrara poco a poco, sin jamás anularse del todo.

Bien entendida, esta manipulación de los secretos y del discurso se efectúa desde el comienzo en un clima de violencias físicas y psicológicas. Son las amenazas que se hacen pesar sobre los jóvenes iniciados o iniciadas en el caso de que ellos o ellas revelasen algunos de sus secretos. Es importante notar que los jóvenes iniciados tienen que estar mudos delante de sus mayores en el curso de las ceremonias, ellos no tienen el “derecho” a la palabra. Deben escuchar y dejarse “imprimir” en ellos las “leyes” de su sociedad.

Las grandes revelaciones se hacen en un contexto dramático sobre el plano gestual, sobre el plano simbólico, sobre el plano del cuerpo, sobre el plano de los alimentos. A cada paso, una serie de interdicciones nuevas se plantea sobre su alimentación, sobre la postura de su cuerpo, sobre la manera de hablar, de caminar, etc. En cada etapa, una parte de las interdicciones existentes en la etapa precedente es levantada, lo cual es una prueba de que el hombre cambia. Este es el contexto poderoso y complejo de relaciones entre poder y lenguaje. Más allá del discurso, están las actitudes corporales, los tabúes sobre el cuerpo, las maneras de utilizar el espacio alrededor de uno mismo. Está todo aquello que es más vasto que el lenguaje pero que también habla.

2.

El ejemplo de los Baruya tiene la ventaja de ilustrar algunas formas de dominación y de oposición que se encuentran en una sociedad sin clases. Invita a sociólogos, historiadores, filósofos a reflexionar sobre la existencia de relaciones de dominación y de opresión más antiguas que las relaciones de clase y que han precedido en mucho a la aparición del Estado en la historia. Este es un hecho histórico que nos lleva a problemas teóricos fundamentales sobre los cuales el ejemplo de los Baruya, puede arrojar una cierta luz. Este ejemplo hace aparecer el hecho de que la fuerza más fuerte del poder no es la violencia sino el consentimiento, el consentimiento de los dominados a su dominación, la dominación masculina es ordinariamente reconocida y vivida por las mujeres como legítima. Hay entonces en todo poder un orden y una fuerza fundamental que mantiene las cosas “en orden” que es el consentimiento, el consentimiento de los dominados a su dominación. Dan ese consentimiento porque el estado de las cosas les parece legítimo. Hay, entonces, en el fundamento del poder un mandato que es al mismo tiempo una fuerza y un mecanismo interno del funcionamiento del poder. Ese mandato es “un paradigma de legitimidad”.

Cuando se estudia, por ejemplo entre los Baruya, las relaciones que existen entre las iniciaciones masculinas y las iniciaciones femeninas se evidencia que ellas están destinadas a hacerles consentir la dominación masculina. Cuando las mujeres están “entre ellas” no se ponen a complotar contra el poder masculino. Al contrario, practican los ritos que les recuerdan, bajo las diversas formas simbólicas, que ellas deben someterse a los hombres. Las canciones, las escenas mímicas, las danzas que ellas realizan solas en la maleza, a la noche, alrededor del fuego, al resguardo de las miradas de los hombres, están destinadas a mostrar a las jóvenes que acaban de aprender sus reglas que cuando los hombres regresan del trabajar, ellas deben hacer la comida o bien que deben consentir hacer el amor cuando ellos se lo demanden y sin protestar, sin darles vergüenza una negativa, etc. Entonces, lejos de considerar las ceremonias femeninas como un “contramodelo”, son el complemento de las ceremonias masculinas, es decir, la organización del consentimiento femenino a la dominación masculina.

Esto no quiere decir que las mujeres algunas veces, individualmente o en grupo, no se rebelen, que no pongan resistencia de su parte, ni que su consentimiento sea total, ni unánime, ni que sea permanente o constante. Digamos que existe un consentimiento tan profundo y general que a veces se cuestiona individual o colectivamente, porque el poder de los hombres está también hecho de violencia. Esta violencia provoca a veces formas de resistencia, de negativas a consentir por más tiempo ese poder masculino. Se ve entonces a las mujeres peleándose físicamente con los hombres o resistiéndose bajo otras formas. Ellas no cocinan, no hacen el amor o van a visitar a sus parientes, a veces, por largos períodos. Estas múltiples formas de resistencia prueban así mismo que si en conjunto el consentimiento existe, está constantemente contradicho en la experiencia cotidiana y en la experiencia individual.

A partir de estos hechos podemos reflexionar en el plano teórico. Estos hechos van al encuentro de algunos que pretenden, hoy en día, que el poder de una clase o el poder del Estado está fabricado en una conjunción de dos deseos malvados: por una parte, el deseo de las masas a ser “avasalladas” y, por otra, el deseo de una minoría de ser servidos y, en esta conjunción de los dos deseos se realiza el avasallamiento, sobre él se eleva silenciosamente la máquina despótica: el Estado. Ésta es una teoría que, sobre el plano de la lógica, intenta resucitar una cierta visión ética del movimiento de la historia. Existe en el hombre un lado impuro que termina en esto, en instituciones “malvadas”. Haría falta explicar entonces por qué la humanidad “ primitiva” habría cedido poco a poco a deseos impuros, por qué poco a poco el Estado habrá emergido, desplazando a la antigua “democracia primitiva”, el Estado imaginario de las sociedades humanas. Esta teoría no tiene valor científico porque ignora el principal problema del poder que es que el poder no se reproduce de manera durable sin que extraiga su fuerza principal del consentimiento de aquellos que los sienten o padecen. El consentimiento pasa por la conciencia antes que por el deseo. Surge de una representación; de una representación compartida entre dominantes y dominados. (Aunque) Más allá de la representación hay, bien entendido, todos esos efectos en la emoción y en el deseo.

No quiero que se me acuse de ignorar o negar la existencia de la “violencia organizada” al servicio de la reproducción de las relaciones de dominación: violencia en el discurso, violencia física, represión psicológica. Entre los Baruya, cuando una mujer resiste a su marido, éste le pega. La respuesta más habitual es la represión, la violencia física. Si las mujeres se rebelaran en conjunto, se las reprimiría a todas. Y cuando a una mujer, como ocurrió una vez, le agarra un ataque y prende fuego al símbolo mismo de la dominación masculina –que es la casa de iniciación de hombres, la cual es construida en algunas semanas y en el interior de la cual van a iniciarse los hombres fuera del alcance de toda mirada femenina– esa mujer es inmediatamente condenada a muerte. A partir de ese momento se le pide a uno de sus hermanos que le dé muerte para que no existan represalias contra el clan del matador. Es necesario entonces que uno de sus “hermanos” o uno de sus primos (que es lo mismo porque en su lengua se les llama a los primos paralelos: hermanos), que un miembro de su propio clan la mate para que su clan no se vuelva contra los otros para ejercer represalias. En estas circunstancias, los hombres manifiestan una solidaridad que va más allá de las relaciones de parentesco: es toda su autoridad la que se encuentra amenazada. Ellos reaccionan como un “cuerpo orgánico”, como un grupo solidario y fue por esta razón que justamente se le pidió a un hermano de esa mujer que cumpliera con la tarea de darle muerte. Luego, todos los hombres de todos los clanes dieron al clan de la víctima una compensación en collares de caracoles, etc. En este mecanismo vemos como interviene en las sociedades sin clases la violencia física junto a la dominación ideológica.

Pero se podría caer fácilmente en el idealismo y creer que todo este asunto es una “cuestión de representación” y que sería suficiente para cambiar el estado de las cosas, cambiar sus representaciones. Desde el plano histórico y desde el plano metodológico esta tesis es falsa. Pues hay un vínculo profundo a descubrir entre la dominación masculina y la estructura misma de las sociedades y de las condiciones de vida. Los primitivos no se representan el mundo al azar, el lugar de lo masculino y de lo femenino en el cosmos y el lugar de los sexos en la sociedad, etc. Existen, más allá de una manera de pensar, las condiciones de este pensamiento, de estas representaciones que es necesario analizar y descubrir. Lo importante, en primer lugar, es que esas representaciones están organizadas en sistemas, en una “teoría indígena”; esta teoría se encuentra en el corazón del mecanismo de poder como una de las condiciones de su reproducción. Hacer una teoría del poder, es hacer una teoría de las condiciones y de las razones que conducen al control por parte de una minoría social de las condiciones (reales o imaginarias para nosotros) de reproducción de la sociedad y del mundo. Es hacer una teoría de los mecanismos que descansan sobre el consentimiento y de los mecanismos que descansan sobre la violencia en la sustancia misma del poder, en su fuerza. Es una teoría compleja porque no obliga a uno de los términos en provecho del otro. No es reduccionista. Pensar “mal” o desear el mal no puede ser el origen de las clases o del Estado. Esta es una visión ideológica, demagógica, que no permite explicar la formación de las relaciones de explotación ni tampoco tratar eficazmente de abolirlas.

3.

En cambio, se podría intentar esclarecer de otra manera la famosa cuestión del nacimiento de las clases y del Estado, el problema de la desaparición de las sociedades sin clases. ¿En qué condiciones una parte de la sociedad ha podido elevarse sobre otras, formar una suerte de “clase” y en qué condiciones su poder llega a ser ejercido a través de una institución nueva que llamamos Estado?

En las sociedades que no transforman la naturaleza, las sociedades cazadoras-recolectoras, prácticamente todo el mundo sabe, todo el mundo debe saber fabricar los útiles que son muy simples (una piedra que se escoge y se talla, una madera que se corta y se afila, etc.). Los recursos del territorio pertenecen a todos. Las diferencias sociales, en estas condiciones, no pueden provenir de un monopolio de los medios materiales de existencia. Parece, sin embrago, que ciertas desigualdades aparecen, nacen, de la posesión restringida de los medios que nosotros llamamos imaginarios, de la reproducción de la sociedad y de la naturaleza. Posesión de ritos de caza, de la fertilidad de las mujeres y de la posesión de saberes que nos parecen –a nosotros– saberes “fantasmagóricos”.

Es igualmente importante ver que en muchas sociedades existen aristocracias hereditarias, una suerte de “clases” dominantes, sin que el Estado exista. A menudo esta aristocracia, como la de las islas Trobiand en Melanesia, trabaja en diversos procesos de trabajo pero cumpliendo tareas que no son consideradas degradantes. Los aristócratas no transportan cargas pesadas. Participan de los trabajos agrícolas o de la pesca y, a menudo, ocupan un lugar de autoridad en el plano de las actividades económicas. La diferencia con la gente común es sólo relativa. Pero la diferencia es absoluta en materia de posesión de conocimientos rituales y del lenguaje ritual. En ese dominio tienen el control de las relaciones con los dioses y con los ancestros. Una minoría social o a veces un solo clan, se afirma como más próximo a los ancestros y a los dioses. Sus miembros son los únicos que les pueden hablar y hacerse entender. El clan aparece ante los otros como el intermediario obligado para que el mundo, la vida, se reproduzca normalmente. Sobre el plano teórico, la cuestión reside entonces en determinar en qué condiciones pudo nacer un monopolio tal, monopolio “imaginario” y monopolio “de lo imaginario”, pero este imaginario no es imaginario más que para nosotros. Los verdaderos actores de la historia saben que utilizan medios “simbólicos” pero “saben” también que su poder por medio de símbolos, que su poder sobre los símbolos, es un poder eficaz, real y no ilusorio. No es para ellos lo que nosotros llamamos poder simbólico. Una de las cuestiones más precisas que se les plantean hoy a los antropólogos, a los historiadores, a los prehistoriadores, es la de construir una teoría de las condiciones de apropiación por una minoría social del acceso a aquello que nosotros consideramos como “imaginario social” y que es, de hecho, el acceso a los medios para controlar la reproducción de la naturaleza y de la sociedad. Esta distinción entre naturaleza y sociedad es igualmente una distinción que nosotros introducimos. Ésta es una cuestión científica muy difícil y que demanda un trabajo muy complejo de comparaciones y de elaboraciones teóricas. Todo modelo reduccionista de tipo ideológico no resiste ante la complejidad de los hechos.

Otro problema científico es el de comprender la ligazón que se puede establecer entre las diversas formas de monopolio de lo imaginario y la aparición de formas de monopolio de los recursos de un territorio o del producto del trabajo de otro. Pero si bien aún no podemos responder a estas cuestiones, nuestro análisis permite esclarecer el rol que pudo desempeñar el consentimiento de las masas a la aparición de relaciones de explotación. En efecto, parecería como si el clan o los clanes que poseen los ritos y los sacerdotes que pueden “obrar sobre” los ancestros, se encontraran al servicio de todos, rindiendo a todos un servicio. En compensación, todos les deben “alguna cosa”. Así se establecen ciclos de prestaciones recíprocas por los cuales una minoría recibe la mayoría del trabajo, de los bienes, de los servicios fundados sobre la lealtad, el sacrificio, etc. a cambio de rituales de sacrificios que ella, la minoría, cumple “correctamente”, etc. Nos enfrentamos así con un proceso que ha podido llevar, en ciertas condiciones, a la aparición del Estado y que explica las ambigüedades del Estado, pues el desarrollo de un poder particular y la explotación de una mayoría por una minoría parecen siempre hacerse en el lenguaje del interés general. Así, esta estructura doble del poder –de revindicarse en el interés de todos y en estar al servicio de algunos– es más antigua que el Estado, pero el Estado la reproduce y todas las formas de Estado tienen en común esta dualidad.

Pensamos que otras investigaciones conducidas en esta dirección permitirán comprender que el Estado no apareció en la historia humana como un cuerpo extraño, que el Estado fue el producto necesario de una profunda evolución y no les fue impuesto desde el exterior a las sociedades primitivas sino que surgió “legítimamente” de su propia evolución. No surgió como un monstruo venido del Mal sino “normalmente” y por esta razón legítimamente. Y es también “legítimamente” que va a desaparecer, que debe desaparecer. Ya que el Estado no será abolido por decreto, se extinguirá en términos de lucha de clases que pondrán fin a las clases. El desarrollo de nuevas fuerzas productivas y de nuevas relaciones sociales de producción provocará sucesivamente la extinción de las funciones asumidas por el Estado y las contradicciones que el Estado expresa y asume. El análisis antropológico e histórico comparado del debate del siglo XIX entre marxismo y anarquismo nos permite ver que –cuando Marx responde en el programa de Gotha y de Erfurt o cuando Engels, en El rol de la violencia en la historia, responde a los anarquistas que el Estado en la sociedad futura donde los trabajadores retomarán el control de los medios de producción– no será necesario abolir el Estado porque éste se transformará progresivamente en un instrumento anticuado, será abandonado como un hierro viejo o puesto en el museo de las instituciones desaparecidas. Considero que hay en esta respuesta una posición teórica y política que es profundamente “científica”. Pienso personalmente que, en la evolución futura de la humanidad, al concluir las luchas desaparecerán dos realidades que están en parte ligadas, la religión y el Estado, a través de la desacralización de las relaciones sociales y al mismo tiempo por la extinción de los aparatos de represión estatales. Puesto que el Estado no pudo nacer sin ser “sagrado”. Pienso que el futuro se esclarece con esta reflexión sobre las condiciones de aparición del Estado, en la medida en que hay un elemento que no ha variado a todo lo largo de la existencia y de la evolución histórica de las clases y del Estado: las relaciones de sacralización de las relaciones sociales y la opresión y la dominación.

M. Godelier, Comunications, Paris, 1978, nº 28.

Disponible en Boivin-Rosado-Arribas, Constructores de Otredad. Una introducción a la antropología social y cultural https://antroporecursos.files.wordpress.com/2009/03/bolvin-m-rosato-a-arribas-v-2004-constructores-de-otredad.pdf

Original en francés en http://www.persee.fr/doc/comm_0588-8018_1978_num_28_1_1417.

Revisión en este post: Jorge Negro (en cursiva añadidos a la traducción original)

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AUDIOLIBRO disponible en el link: https://1drv.ms/f/s!AsxTC3hKRgLMggOEGt2QF_Oj6Hpb 

 

Lenin, Luxemburgo, Trotsky, Stalin – La cuestión nacional y el derecho de autodeterminación – Debate ( textos audio audiolibro mp3 )

El derecho de autodeterminación y la cuestión nacional. Un debate inacabado.

(…) El defecto común de los socialistas de las naciones dominantes (es) la incompresión de su deber socialista para con las naciones oprimidas (…) La clase obrera (no debe) hacer un fetiche del problema nacional (…) Pero, una vez surgidos los movimientos nacionales de masas, desentenderse de ellos, negarse a apoyar lo que en ellos hay de progresivo significa caer (…) bajo la influencia de prejuicios nacionalistas, es decir: considerar a «su propia» nación como «nación ejemplar» (…) como nación dotada del privilegio exclusivo de organizarse en Estado» (Lenin – El derecho de las naciones a la autodeterminación. 8).

A continuación, y con el único fin de enriquecer la comprensión y perspectiva personal y colectiva respecto del problema de las nacionalidades y el derecho de autodeterminación, se aportan los siguientes textos clásicos (y su correspondiente soporte en audio mp3 para quienes no puedan leer).

Espero (y deseo) que asistir a la argumentación, enfrentamiento y debate entre est@s gigantes, sirva de advertencia y lección contra la disensión miope y estéril, facilitando una perspectiva poliédrica y enriquecedora que permita abandonar todo enfrentamiento y colaborar activa y conjuntamente en la construcción del bien e interés común.

Planteamiento general:

  • Cliff – R. Luxemburgo y la cuestión nacional.
  • Olive – La cuestión nacional en Lenin y Luxemburgo

Textos:

  • Stalin – El marxismo y la cuestión nacional (1913)
  • Lenin –  El derecho de las naciones a su autodeterminación (1914)
  • Luxemburgo – La cuestión de las nacionalidades (Obras escogidas, 1917)
  • Trotsky – El derecho de las naciones a la autodeterminación (1917)

Lenin Luxemburgo Trotsky Stalin – La cuestión nacional y el derecho de autodeterminación (textos y audios)

Rosa LUXEMBURGO – Reforma o revolución ( audio audiolibro mp3 )

“Desde la aparición de la sociedad de clases, cuyo contenido esencial es la lucha entre esas clases, la conquista del poder político siempre es el objetivo de toda clase ascendente. Éste es, al mismo tiempo, el principio y el final de cada período histórico. (…) La reforma y la revolución no son, por tanto, distintos métodos de progreso histórico que puedan elegirse libremente en el mostrador de la historia, como cuando se eligen salchichas calientes o frías, sino que son momentos distintos en el desarrollo de la sociedad de clases, que se condicionan y complementan entre sí y al mismo tiempo se excluyen mutuamente» [Rosa Luxemburgo ¿Reforma o revolución?. 2ª parte #3]

El siguiente enlace corresponde a una grabación en mp3 de la obra de ROSA LUXEMBURGO, REFORMA O REVOLUCIÓN.

[Aunque esta obra es de dominio público-, esta grabación, al igual que las otras de este blog, está destinada exclusivamente a personas con alguna minusvalía o impedimento físico que les impida poder disfrutar de la obra en edición impresa. Por tanto, si no es su caso, no debe acceder a la obra].

Quienes disfrutáis del privilegio inigualable de poder leer, compradla y leedla; quienes no podáis, sentaos a disfrutar y escuchar con atención.

LINK a los archivos de audio:

Más links:

LENIN – El Estado y la Revolución ( audio audiolibro mp3 )

   “El Estado es una organización especial de la fuerza, es una organización de la violencia para la represión de una clase cualquiera. ¿Qué clase es la que el proletariado tiene que reprimir? Sólo es, naturalmente, la clase explotadora, es decir, la burguesía.
   Los trabajadores sólo necesitan el Estado para aplastar la resistencia de los explotadores, y este aplastamiento sólo puede dirigirlo, sólo puede llevarlo a la práctica el proletariado, como la única clase consecuentemente revolucionaria, como la única clase capaz de unir a todos los trabajadores y explotados en la lucha contra la burguesía, por la completa eliminación de ésta.
   Las clases explotadoras necesitan la dominación política para mantener la explotación, es decir, en interés egoísta de una minoría insignificante contra la mayoría inmensa del pueblo. Las clases explotadas necesitan la dominación política para destruir completamente toda explotación (…)” [ Lenin – El Estado y la Revolución”, II].

El siguiente enlace corresponde a una grabación en mp3 de la influyente obra de Lenin, EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN.

[Aunque esta obra es de dominio público-, esta grabación, al igual que las otras de este blog, está destinada exclusivamente a personas con alguna minusvalía o impedimento físico que les impida poder disfrutar de la obra en edición impresa. Por tanto, si no es su caso, no debe acceder a la obra].

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“Cuando el Estado se convierta finalmente en representante efectivo de toda la sociedad, será por sí mismo superfluo. Cuando ya no exista ninguna clase social a la que haya que mantener en la opresión; cuando desaparezcan, junto con la dominación de clase, junto con la lucha por la existencia individual, engendrada por la actual anarquía de la producción, los choques y los excesos resultantes de esta lucha, no habrá ya nada que reprimir ni hará falta, por tanto, esa fuerza especial de represión, el Estado. El primer acto en que el Estado se manifiesta efectivamente como representante de toda la sociedad: la toma de posesión de los medios de producción en nombre de la sociedad, es a la par su último acto independiente como Estado. La intervención de la autoridad del Estado en las relaciones sociales se hará superflua en un campo tras otro de la vida social y se adormecerá por sí misma. El gobierno sobre las personas es sustituido por la administración de las cosas y por la dirección de los procesos de producción. El Estado no será ‘abolido’; se extingue. ” [Engels, «Del socialismo utópico al socialismo científico», 1880 *. Citado por Lenin en El Estado y la revolución]. Texto completo en : https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/dsusc/3.htm .