Maquiavelo – Obras ( audio libro audiolibro mp3 )

Maquiavelo – Obras (Gredos, Jose Manuel Forte Mongue)

La obra que sigue a continuación es la recopilación de las Obras de Nicolas Maquiavelo, en la edición de Gredos y traducción de Juan Manuel Forte Mongue.

  • El Príncipe (Voz sintetizada)
  • El Principe (Voz AMA)
  • El arte de la guerra (Voz sintetizada)
  • Tito Livio (Voz sintetizada)
  • Castruccio Castracani (Voz sintetizada)
  • La situación en Florencia (Voz sintetizada)

Como todas las grabaciones y documentos de este blog, está destinada exclusivamente a personas que por una deficiencia visual tengan dificultado o impedido el acceso a la lectura en papel. SI NO ES SU CASO, BAJO NINGUN CONCEPTO DEBE PROCEDER A SU DESCARGA.

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MAQUIAVELO – OBRAS

MILL, John Stuart – La esclavitud femenina ( audio audiolibro mp3 )

“No hay esclavo cuya esclavitud sea tan completa como la de al mujer» (Mill, J.S. La esclavitud femenina. VIII].

El siguiente enlace corresponde a una grabación en mp3 de LA ESCLAVITUD FEMENINA, de John Stuart Mill, traducida y prologada por Emilia Pardo Bazán.

[Aunque esta obra es de dominio público-, esta grabación, al igual que las otras de este blog, está destinada exclusivamente a personas con alguna minusvalía o impedimento físico que les impida poder disfrutar de la obra en edición impresa. Por tanto, si no es su caso, no debe acceder a la obra].

Quienes disfrutáis del privilegio inigualable de poder leer, compradla y leedla; quienes no , sentaos a escuchar.

Esta obra, escrita en 1869, quizás sea la primera que de manera completa y sistemática intenta la impugnación de la desigualdad de género. Pero además, esta edición, traducida y prologada por Emilia Pardo Bazán, toca la excelencia. Pertinencia social y política, profundidad del contenido y belleza del continente se dan la mano en esta joya de la filosofía y la literatura.

«Todo lo que no eleva, rebaja» (Cap. XXXIV)

¡Que la disfrutéis!

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JOHN STUART MILL – LA ESCLAVITUD FEMENINA

ARENDT, Hannah – Los orígenes del totalitarismo ( audio audiolibro mp3 )

El siguiente enlace corresponde a una grabación en mp3 de la monumental (e inmortal) obra de Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo, de acuerdo a la traducción realizada por Guillermo Solana para Taurus en 1974.

[Aunque esta obra es de dominio público, esta grabación, al igual que las otras de este blog, está destinada exclusivamente a personas con alguna minusvalía o impedimento físico que les impida disfrutar de la obra impresa. Por tanto, si no es su caso, no debe acceder a la obra].

Quienes disfrutáis del privilegio inigualable de leer, compradla y leedla; y quienes no podáis, sentaos a escuchar. Se trata de una obra maestra de la literatura, la Historia, la política y la filosofía, de una actualidad abrumadora, que pone a su autora en el selecto club de las cabezas y plumas más penetrantes y poderosas que ha dado la humanidad. ¡Qué la disfrutéis y os ayude en la reflexión y el crecimiento personal y político!

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ARENDT, H. – LOS ORIGENES DEL TOTALITARISMO

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Algunas perlas de la obra:

«Lo que hace que los hombres obedezcan o toleren, por una parte, el auténtico poder y que, por otra, odien a quienes tienen riqueza sin el poder, es el instinto racional de que el poder tiene una cierta función y es uso general. Incluso la explotación y la opresión hacen trabajar a la sociedad y logran el establecimiento de un cierto tipo de orden. Únicamente la riqueza sin el poder o el aislamiento sin una política se consideran parasitarios, inútiles, sublevantes, porque tales condiciones cortan todos los hilos que mantienen unidos a los hombres. La riqueza que no explota carece incluso de la relación existente entre el explotador y el explotado; el aislamiento sin política ni siquiera implica una mínima preocupación del opresor por los oprimidos.» (Arendt, H. LOT. Antisemitismo. Cap.1).

«Una diferencia fundamental entre las dictaduras modernas y todas las tiranías del pasado es la de que en las primeras el terror ya no es empleado como medio de exterminar y atemorizar a los oponentes, sino como instrumento para dominar masas de personas que son perfectamente obedientes. El terror, como hoy lo conocemos, ataca sin provocación previa, y sus víctimas son inocentes incluso desde el punto de vista del perseguidor.» (Arendt, H. LOT. Antisemitismo. Cap.1).

«La igualdad de condición, aunque es ciertamente un requerimiento básico de la justicia, figura, sin embargo, entre los mayores y más inciertos riesgos de la humanidad moderna. Cuanto más iguales son las condiciones, menos explicaciones hay para las diferencias que existen en la gente; y así, más desiguales se tornan los individuos y los grupos.» (Arendt, H. LOT. Antisemitismo. Cap.3)

«El populacho es principalmente un grupo en el que se hallan representados los residuos de todas las clases. Esta característica torna fácil la confusión del populacho con el pueblo, que también comprende a todos los estratos de la sociedad. Mientras el pueblo en todas las grandes revoluciones lucha por la verdadera representación, el populacho siempre gritará en favor del «hombre fuerte», del «gran líder». Porque el populacho odia a la sociedad de la que está excluido tanto como al Parlamento en el que no está representado.»  (Arendt, H. LOT. Antisemitismo. Cap.4.4).

«De la misma manera que los hunos hace mil años, bajo el mando de Atila, lograron una reputación gracias a la cual todavía viven en la Historia, el nombre alemán tiene que llegar a conocerse de tal manera en China que ni un solo chino se atreva siquiera a mirar de soslayo a un alemán». Cita de la arenga de Guillermo II a sus tropas expedicionarias ante la rebelión de los boxers en 1900. (Arendt, H. LOT. Imperialismo. Cap.7).

«Cada desarrollo de la democracia o incluso el simple funcionamiento de las instituciones democráticas existentes sólo podía significar un peligro, porque es imposible gobernar a «un pueblo por un pueblo —al pueblo de la India por el pueblo de Inglaterra». La burocracia es siempre un Gobierno de expertos, de una «experta minoría» que tiene que resistir tanto como sepa la constante presión de la «inexperta mayoría».  (Arendt, H. LOT. Imperialismo. Cap.7).

«El mejor criterio por el que decidir si alguien se ha visto expulsado del recinto de la ley es preguntarle si se beneficiará de la realización de un delito. Si un pequeño robo puede mejorar, al menos temporalmente, su posición legal, se puede tener la seguridad de que ese individuo ha sido privado de sus derechos humanos. Porque entonces un delito ofrece la mejor oportunidad de recobrar algún tipo de igualdad humana, aunque sea como reconocida excepción a la norma. El único factor importante es que esta excepción es proporcionada por la ley. Como delincuente, incluso un apátrida no será peor tratado que otro delincuente, es decir, será tratado como cualquier otro. Sólo como violador de la ley puede obtener la protección de ésta. Mientras que dure su proceso y su sentencia estará a salvo de la norma policial arbitraria, contra la que no existen abogados ni recursos. El mismo hombre que ayer se hallaba en la cárcel por obra de su simple presencia en este mundo, que no tenía derecho alguno y que vivía bajo la amenaza de la deportación, que podía ser enviado sin sentencia ni proceso a algún tipo de internamiento porque había tratado de trabajar y de ganarse la vida, podía convertirse en un ciudadano casi completo por obra de un pequeño robo. Aunque no tenga un céntimo, puede contar ahora con un abogado, quejarse de sus carceleros y ser atentamente escuchado. Ya no es la escoria de la Tierra, sino suficientemente importante como para ser informado de todos los detalles de la ley conforme a la cual será procesado. Se ha convertido en una persona respetable». (Arendt, H. LOT. Imperialismo. Cap.9).

«Como los Derechos del Hombre eran proclamados «inalienables», irreducibles e indeductibles de otros derechos o leyes, no se invocaba a autoridad alguna para su establecimiento; el Hombre en sí mismo era su fuente tanto como su objetivo último. (…). El Hombre aparecía como el único soberano en cuestiones de la ley de la misma manera que el pueblo era proclamado como el único soberano en cuestiones de Gobierno. La soberanía del pueblo (diferente de la del príncipe) no era proclamada por la gracia de Dios, sino en nombre del Hombre; así es que parecía natural que los derechos «inalienables» del hombre hallaran su garantía y se convirtieran en parte inalienable del derecho del pueblo al autogobierno soberano. En otras palabras, apenas apareció el hombre como un ser completamente emancipado y completamente aislado, que llevaba su dignidad dentro de sí mismo, sin referencia a ningún orden circundante y más amplio, cuando desapareció otra vez como miembro de un pueblo. Desde el comienzo, la paradoja implicada en la declaración de los derechos humanos inalienables consistió en que se refería a un ser humano «abstracto» que parecía no existir en parte alguna, porque incluso los salvajes vivían dentro de algún tipo de orden social. (…) Toda la cuestión de los derechos humanos se vio por ello rápida e inextricablemente mezclada con la cuestión de la emancipación nacional; sólo la soberanía emancipada del pueblo, del propio pueblo de cada uno, parecía ser capaz de garantizarlos». (Arendt, H. LOT. Imperialismo. Cap.9).

«La calamidad de los fuera de la ley no estriba en que se hallen privados de la vida, de la libertad y de la prosecución de la felicidad, o de la igualdad ante la ley y de la libertad de opinión —fórmulas que fueron concebidas para resolver problemas dentro de comunidades dadas—, sino que ya no pertenecen a comunidad alguna. Su condición no es la de no ser iguales ante la ley, sino la de que no existe ley alguna para ellos. No es que sean oprimidos, sino que nadie desea incluso oprimirles. Sólo (…) si permanecen siendo perfectamente «superfluos», si no hay nadie que los «reclame», pueden hallarse sus vidas en peligro.» (Arendt, H. LOT. Imperialismo. Cap.9).

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Otras versiones recientes de la misma traducción:

Lenin, Luxemburgo, Trotsky, Stalin – La cuestión nacional y el derecho de autodeterminación – Debate ( textos audio audiolibro mp3 )

El derecho de autodeterminación y la cuestión nacional. Un debate inacabado.

(…) El defecto común de los socialistas de las naciones dominantes (es) la incompresión de su deber socialista para con las naciones oprimidas (…) La clase obrera (no debe) hacer un fetiche del problema nacional (…) Pero, una vez surgidos los movimientos nacionales de masas, desentenderse de ellos, negarse a apoyar lo que en ellos hay de progresivo significa caer (…) bajo la influencia de prejuicios nacionalistas, es decir: considerar a «su propia» nación como «nación ejemplar» (…) como nación dotada del privilegio exclusivo de organizarse en Estado» (Lenin – El derecho de las naciones a la autodeterminación. 8).

A continuación, y con el único fin de enriquecer la comprensión y perspectiva personal y colectiva respecto del problema de las nacionalidades y el derecho de autodeterminación, se aportan los siguientes textos clásicos (y su correspondiente soporte en audio mp3 para quienes no puedan leer).

Espero (y deseo) que asistir a la argumentación, enfrentamiento y debate entre est@s gigantes, sirva de advertencia y lección contra la disensión miope y estéril, facilitando una perspectiva poliédrica y enriquecedora que permita abandonar todo enfrentamiento y colaborar activa y conjuntamente en la construcción del bien e interés común.

Planteamiento general:

  • Cliff – R. Luxemburgo y la cuestión nacional.
  • Olive – La cuestión nacional en Lenin y Luxemburgo

Textos:

  • Stalin – El marxismo y la cuestión nacional (1913)
  • Lenin –  El derecho de las naciones a su autodeterminación (1914)
  • Luxemburgo – La cuestión de las nacionalidades (Obras escogidas, 1917)
  • Trotsky – El derecho de las naciones a la autodeterminación (1917)

Lenin Luxemburgo Trotsky Stalin – La cuestión nacional y el derecho de autodeterminación (textos y audios)

LENIN – El Estado y la Revolución ( audio audiolibro mp3 )

   “El Estado es una organización especial de la fuerza, es una organización de la violencia para la represión de una clase cualquiera. ¿Qué clase es la que el proletariado tiene que reprimir? Sólo es, naturalmente, la clase explotadora, es decir, la burguesía.
   Los trabajadores sólo necesitan el Estado para aplastar la resistencia de los explotadores, y este aplastamiento sólo puede dirigirlo, sólo puede llevarlo a la práctica el proletariado, como la única clase consecuentemente revolucionaria, como la única clase capaz de unir a todos los trabajadores y explotados en la lucha contra la burguesía, por la completa eliminación de ésta.
   Las clases explotadoras necesitan la dominación política para mantener la explotación, es decir, en interés egoísta de una minoría insignificante contra la mayoría inmensa del pueblo. Las clases explotadas necesitan la dominación política para destruir completamente toda explotación (…)” [ Lenin – El Estado y la Revolución”, II].

El siguiente enlace corresponde a una grabación en mp3 de la influyente obra de Lenin, EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN.

[Aunque esta obra es de dominio público-, esta grabación, al igual que las otras de este blog, está destinada exclusivamente a personas con alguna minusvalía o impedimento físico que les impida poder disfrutar de la obra en edición impresa. Por tanto, si no es su caso, no debe acceder a la obra].

Quienes disfrutáis del privilegio inigualable de poder leer, compradla y leedla; quienes no podáis, sentaos a disfrutar y escuchar con atención.

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“Cuando el Estado se convierta finalmente en representante efectivo de toda la sociedad, será por sí mismo superfluo. Cuando ya no exista ninguna clase social a la que haya que mantener en la opresión; cuando desaparezcan, junto con la dominación de clase, junto con la lucha por la existencia individual, engendrada por la actual anarquía de la producción, los choques y los excesos resultantes de esta lucha, no habrá ya nada que reprimir ni hará falta, por tanto, esa fuerza especial de represión, el Estado. El primer acto en que el Estado se manifiesta efectivamente como representante de toda la sociedad: la toma de posesión de los medios de producción en nombre de la sociedad, es a la par su último acto independiente como Estado. La intervención de la autoridad del Estado en las relaciones sociales se hará superflua en un campo tras otro de la vida social y se adormecerá por sí misma. El gobierno sobre las personas es sustituido por la administración de las cosas y por la dirección de los procesos de producción. El Estado no será ‘abolido’; se extingue. ” [Engels, «Del socialismo utópico al socialismo científico», 1880 *. Citado por Lenin en El Estado y la revolución]. Texto completo en : https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/dsusc/3.htm .

HARARI – Sapiens ( audiolibro audio libro mp3 )

El siguiente enlace corresponde a una grabación del libro SAPIENS: de animales a dioses, de Yuval Noah Harari (2015, Debate) con voz mecánica capítulo a capítulo (gran calidad).

Lógicamente, esta obra está sujeta a derechos de autor y traducción, por lo que esta grabación, al igual que las otras de este blog, está destinada exclusivamente a personas con alguna minusvalía o impedimento físico que les impida poder disfrutar de la obra en edición impresa. [Por tanto, si no es su caso, no debe acceder a la obra].

Quienes disfrutáis del privilegio inigualable de poder leer, por favor, compradla y leedla; y quienes no podáis, sus únicos destinatarios, sentaos y escuchad con admiración: estáis ante una obra notable que de forma clara y amena coloca al lector/oyente ante el fenómeno de lo humano en su conjunto, desde sus orígenes al presente, incluyendo las promesas y amenazas que acechan el futuro.

Es un magnífico complemento para la lectura de La Antropología General de Marvin Harris. ¡Disfrutadlo!

Presentación en Youtube de las tesis del libro: https://www.youtube.com/watch?v=YZa4sdIwV04

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HARARI – SAPIENS

Si detectáis cualquier inconveniente, por favor hacédmelo saber.

LEVI-STRAUSS – TRISTES TRÓPICOS ( audio audiolibro mp3 )

El siguiente enlace corresponde a una grabación de TRISTES TRÓPICOS, de Claude Levi-Strauss realizada sobre la traducción de Noelia Bastard, y prólogo de Manuel Delgado (Barna: 2006, Paidós) con voz mecánica capítulo a capítulo (gran calidad).

Esta grabación, al igual que las otras de este blog, está destinada exclusivamente a personas con alguna minusvalía o impedimento físico que les impida poder disfrutar de la obra en edición impresa. [Por tanto, si no es su caso, no debe acceder a la obra].

Quienes disfrutáis del privilegio inigualable de poder leer, compradla y leedla; quienes no podáis, sentaos y escuchad con admiración: estáis ante una obra mayúscula, tanto desde el punto de vista antropológico, humanístico o filosófico. Síntesis de la experiencia de campo de su autor y resumen filosófico de una época que termina, muestra en toda su crudeza la tragedia y el conflicto civilizatorio entre una diversidad cultural en retirada y el capitalismo globalizado que comienza. Lección imperecedera de inteligencia, política y humanidad, que sirva de testimonio, motivo de reflexión y espanto para las generaciones por venir.

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LEVI-STRAUSS – TRISTES TRÓPICOS.

Si detectáis cualquier inconveniente, por favor hacédmelo saber.

 


Introducción al pensamiento de Claude Levi-Strauss:

JOHNSON, Ch – Dilapidación irremediable. La filosofía de la historia de Lévi-Strauss.

«Porque a la juventud el puesto cede / la vejez ahuyentada, y es preciso / que unos seres con otros se separen; / ninguna cosa cae en el abismo, / ni en el Tártaro negro: es necesario / que esta generación propague otra: / muy pronto pasarán amontonados, / y en pos de ti caminarán: los seres / desaparecerán ahora existentes, / como aquéllos que hubiesen precedido» .

Se podría decir que estas líneas de Lucrecio, de las que está sacado el epígrafe a Tristes Trópicos resumen la actitud de Lévi-Strauss ante la historia. En su poema filosófico sobre la naturaleza del universo, Lucrecio habla de un mundo en perpetuo cambio y movimiento. Según su idea de la física, los átomos caen, viran, colisionan y se amalgaman para constituir los objetos del mundo fenoménico, que a su vez existen, persisten y finalmente se desintegran volviendo a formar parte de la infi- nita catarata de los átomos. En el universo de Lucrecio la existencia y la experiencia humana son ambas relativas -epifenómenos del mundo físico- y transitorias (como el mundo físico). Además, la tendencia esen cial de los asuntos humanos, como la de los átomos, es declinante: el mundo está en decadencia y la historia humana participa en una especie de decaimiento universal .

La cita del verso de Lucrecio al principio de Tristes Trópicos nos alerta de la actitud filosófica que vertebra el texto. Por un lado, desde una pers pectiva macrohistórica, hay un reconocimiento de la naturaleza efímera de las construcciones humanas, de la perpetua cristalización y disolu ción de las civilizaciones; por otro, la interpretación de la historia de Lévi-Strauss, como la de Lucrecio, es catastrófica; esto es -leyendo etimo lógicamente el término griego-, considera los sucesos históricos como una especie de caída perpetua. Lo que viene después es siempre una imagen inferior de lo que lo precedió: la auténtica grandeza, nos dice Lévi-Strauss en Tristes Trópicos, es la de los comienzos . El desarrollo histórico está así sometido a una especie de entropía: la diversidad de culturas presentada en Raza e Historia como componente esencial de la supervivencia de la especie humana, queda reducida en Tristes Trópicos a una «monocultura» global . Este es el significado de la palabra tristes en el título del libro: la sensación melancólica de mortalidad, dispersión y desaparición de las culturas, la pérdida de diversidad cultural.

Grandes virajes

Si el pensamiento de Lévi-Strauss sobre la historia consistiera única mente en esta variación sobre el tema lucreciano de lo efímero y lo decadente, tendría poco interés; pero hay otro aspecto de su filosofía de la historia -y creo que se trata, efectivamente, de una especie de filoso fía-, y es que ve el proceso histórico no solo como declive y deterioro, sino también como una serie de grandes virajes. Para él, la historia ha realizado un mal viraje, o más bien varios, en distintas formas y en diversos lugares. En cada uno de esos momentos, en cada bifurcación -y aunque en algunos aspectos el desarrollo histórico pueda representar un progreso- se le ha robado algo esencial a la humanidad, de manera que en el momento en que escribe Lévi-Strauss, a mediados del siglo xx, todo parece andar torcido. El propósito de este estudio será localizar los virajes históricos cuyo efecto acumulativo ha sido generar el actual estado de cosas -para Lévi-Strauss, la patología esencial de la civilización moderna- e investigar esa filosofía de la historia, intentando situarla en la antropología de Lévi-Strauss. A efectos de análisis, señalaré tres tipos de virajes históricos articulados que aparecen en su obra.

El primer tipo se refiere a la ciencia, el progreso científico, y más exac tamente a la tecno-ciencia. Ahí, la primera etapa significativa señalada por Lévi-Strauss se sitúa, no en la historia escrita, sino en la prehistoria humana, en lo que los arqueólogos han llamado la «revolución neolí tica». Lévi-Strauss insiste en ello en varias ocasiones: los avances de la era neolítica representan el capital científico y tecnológico sobre el que se ha construido el edificio de la civilización mundial contemporánea. A este respecto, las revoluciones científica e industrial occidental o euro pea son relativamente menos significativas en comparación con el gran salto adelante representado por el Neolítico. Pero desde la perspectiva de la interpretación catastrófica de la historia, el viraje decisivo se pro dujo después del Neolítico. Según Lévi-Strauss, los avances y logros de la era Neolítica -agricultura, domesticación de animales, alfarería- eran suficientes: satisfacían las necesidades básicas de la humanidad. Las sociedades a pequeña escala son los análogos contemporáneos de la civi lización del neolítico: la etapa intermedia, señalada por Rousseau en su Segundo Discurso, entre el estado de naturaleza y el estado de sociedad .

Una tecnología no incluida en esa representación de la prehistoria es la escritura, que no era necesaria ni para la supervivencia ni para la felici dad de la humanidad del Neolítico. Como dice Lévi-Strauss en otro lugar, la carencia de escritura -o más bien, el estado de preescritura- no era ni un defecto ni una privación . Como señala en relación con este tema en Tristes Trópicos, lo que la escritura da con una mano, lo quita con la otra. En el ámbito puramente intelectual, su contribución es incontestable, al permitir la liberación y extensión de una memoria humana que antes había estado condenada a la finitud. En el ámbito sociológico y político, empero, ese avance tiene un coste. La escritura puso a la humanidad en la vía hacia la capitalización del conocimiento y la abstracción cientí fica; pero también permitió la formación de grandes Estados, altamente centralizados y jerarquizados, y aseguró su perpetuación. La escritura también trajo el distanciamiento del yo, la alienación del individuo. Era ciertamente necesaria para lo que Lévi-Strauss considera el siguiente gran paso en la historia de la humanidad, «la expansión de la ciencia durante los siglos xix y xx»; pero «aunque era una condición necesaria, no basta para explicar esa expansión». La presencia de la escritura como una tecnología estratégica no impedía al conocimiento humano «fluc tuar más de lo que crecía» entre la Revolución neolítica y el siglo xviii . Más tarde, en El Hombre Desnudo, leemos que «la condición humana sufrió un cambio mayor entre el siglo xviii y el siglo xx que entre el período neolítico y los tiempos modernos» .

La historia de la ciencia y la tecnología que proponía Lévi-Strauss deja sin duda mucho que desear. Entre otras cosas, podríamos cuestionar el diag nóstico de un estancamiento relativo de las sociedades occidentales entre el Neolítico y las eras modernas; la periodización apresurada y bastante vaga que limita la modernidad occidental a los dos últimos siglos; final mente, el papel ambivalente -a la vez necesario y superfluo- atribuido a la escritura en esa historia . Sin embargo, más allá de esas debilidades en la argumentación, el objetivo estratégico de Lévi-Strauss está claro: la intención primordial de su historia de la ciencia y la tecnología es relativizar los logros del mundo moderno. Este proyecto es evidente en Raza e Historia: frente al dominio de la «civilización mecánica», con la flagrante desigualdad inserta en la diversidad de las culturas humanas, Lévi-Strauss insiste en la necesidad de explicar que la actual hegemonía de la civilización occidental es de hecho el resultado de una «combina ción» o «coalición» de culturas, y sobre todo de recordar la deuda que tiene esa civilización con la prehistoria neolítica. Es entonces necesario mostrar en qué medida el actual estado del mundo es efectivamente arbi trario y particular. En primer lugar, la combinación original que produjo la revolución científica e industrial podría muy bien no haberse dado. Según la analogía explícita de Lévi-Strauss -el juego de la ruleta- la histo ria de la humanidad estaba «en juego» en aquel momento decisivo. Fue sobre la base del salto cualitativo de aquella revolución como se produjo el crecimiento exponencial de la civilización mecánica, un crecimiento cuyos efectos parecen ser negativos en todas partes. Lévi-Strauss subraya categóricamente la precariedad de esos saltos tecnológicos aislados: «Dos veces en su historia, con un intervalo de aproximadamente 10.000 años, la humanidad ha acumulado un gran número de invenciones que apun tan en la misma dirección. Ese proceso ha ocurrido hasta ahora dos veces y solo dos en la historia de la humanidad» .

El segundo tipo de viraje en la macrohistoria de Lévi-Strauss es de natu raleza ideológica: el papel de las representaciones religiosas. En su obra, Lévi-Strauss tiene relativamente poco que decir sobre el cristianismo y menos aún sobre el judaísmo, pero está claro que atribuye al primero un papel determinante en la evolución de la mente occidental que está lejos de ser inocente: la concepción cristiana del universo es responsable de una especie de represión de la naturaleza. En Le Totémisme aujourd’hui [París, puf, 1962] somete la categoría del tótem a una crítica rigurosa, denunciando sus diversas interpretaciones como otras tantas construc ciones o proyecciones del pensamiento occidental, de la que forma parte integral la religión cristiana, como insiste Lévi-Strauss en las páginas iniciales del libro: «El totemismo es en primer lugar la proyección, hacia fuera de nuestro universo y como por una especie de exorcismo, de acti tudes mentales incompatibles con la exigencia de discontinuidad entre el hombre y la naturaleza que el pensamiento cristiano suponía esencial» . A diferencia del «pensamiento salvaje», para el que no existe una sepa ración fundamental entre naturaleza y cultura, el pensamiento cristiano privilegia la relación de la humanidad con lo sobrenatural, o con Dios, en detrimento de su relación con el mundo natural. Esta discontinuidad entre naturaleza y humanidad se refleja en una instrumentalización que deja de ver lo sobrenatural en lo natural. Históricamente, el pensamiento y la religión cristianos introdujeron así a la civilización occidental en una vía que va directamente a la monocultura de la civilización mecánica, que niega la naturaleza a fin de estampar su propio sello sobre el mundo.

En Tristes Trópicos el cristianismo vuelve a aparecer en un gran viraje histórico, ahora en relación con otra religión monoteísta, el islam . De no haber sido por la intervención histórica de esa religión «mascu lina», argumenta Lévi-Strauss, el cristianismo habría podido establecer un diálogo con las grandes religiones de Oriente, en particular el budismo, lo que habría cambiado el curso de la historia. En cambio, el acontecimiento histórico constituido por el islam «cortó en dos un mundo más civilizado». La violencia mimética de las guerras religiosas entre esos dos monoteísmos llevó al cristianismo a parecerse al islam, aun oponiéndosele. Fue debido a ese conflicto ideológico por lo que Occidente «perdió la oportunidad de seguir siendo femenino» .

Examinando el tercer tipo de viraje histórico en el pensamiento de Lévi Strauss, el del desarrollo de la filosofía, queda claro en qué medida categorías diferenciadas hasta ese momento -científica, ideológica, filosófica- se solapan y coinciden, y qué difícil es desenmarañarlas. Lévi-Strauss aísla dos importantes virajes en la historia de la filosofía, siendo el primero el famoso «milagro griego» de los siglos v y iv antes de nuestra era, y el segundo la filosofía cartesiana del siglo xvii. En la conclusión de De la miel a las cenizas Lévi-Strauss aborda el cuestio namiento por la filosofía griega del pensamiento mítico, que a su vez preparó el camino para la revolución científica, como un acontecimiento singular -en ambos sentidos de la palabra, único y extraño- en la historia del pensamiento humano:

Pues si los mitos procedentes de las culturas más atrasadas del Nuevo Mundo nos llevan hasta aquel umbral decisivo de la conciencia humana que marca, entre nosotros, el acceso a la filosofía y luego a la ciencia, mien tras que entre los pueblos salvajes no parece haber sucedido nada similar, deberíamos concluir, vista tal diferencia, que el tránsito no era necesario, ni más ni menos aquí que allá, y que estados del pensamiento encapsulados unos en otros no se suceden espontáneamente ni por efecto de una causa lidad ineluctable .

Lo más interesante aquí es que, al igual que la sinergia cultural, tratada en Raza e Historia, que produjo la revolución científica e industrial, el avance griego es considerado contingente y no necesario; más exacta mente, su necesidad es únicamente la de la contingencia; como prueba podemos aducir el ejemplo del pensamiento salvaje que no ha cruzado ese «umbral decisivo». Lévi-Strauss insiste en la unicidad de ese viraje, una idea que ya hemos encontrado antes: la revolución neolítica y la revolución científica e industrial tuvieron lugar únicamente una vez. De forma parecida, la revolución intelectual representada por el paso del pensamiento mítico al pensamiento filosófico fue singular en el sentido de que ninguna otra cultura realizó esa transición. Leyendo a Lévi- Strauss, uno podría incluso pensar que fue improbable, anormal, una especie de anomalía histórica . Lévi-Strauss regresó al tema una década después en un debate con Marc Augé y Maurice Godelier, publicado en L’Homme, insistiendo una vez más en la unicidad y contingencia del milagro griego, y en la imposibilidad de inferir ninguna ley de desarrollo histórico a partir de ese acontecimiento único:

Cuando un fenómeno solo ha sucedido una vez en la historia y en un único lugar de la tierra, no creo que sea posible descubrir sus leyes, y por esa razón tomé el ejemplo del nacimiento del pensamiento griego, porque es un fenómeno único y me parece ser la mejor ilustración que se pueda dar de esa contingencia, aunque podamos tratar de entenderla […] Podemos entender post facto, pero no podemos descubrir una ley, esto es, no pode mos estar seguros de que, siendo las condiciones las mismas, ocurriría de nuevo lo mismo en otro lugar .

Las reticencias de Lévi-Strauss, su rechazo del determinismo histórico, expresaban por supuesto su resistencia frente al marxismo ambiental de la época. El pensamiento marxista no vacilaba en invocar leyes de evo lución histórica que podían aplicarse a toda la humanidad. Desde esta perspectiva, la historia económica y política de Occidente se convertiría en la del mundo entero; a este respecto, la historia de la humanidad era convergente. Lévi-Strauss cuestionó el etnocentrismo y eurocentrismo de esa narrativa teleológica de la conciencia humana en su famosa crí tica de Sartre y los historiadores en El pensamiento salvaje. Si ya en Raza e Historia relativizaba los logros de la civilización científica e industrial subrayando su sustrato neolítico, en El pensamiento salvaje relativiza el propio discurso histórico, cuestionando el fetiche de Sartre y los «hom bres de izquierda»: la Revolución Francesa.

No es que Lévi-Strauss niegue la importancia de la Revolución como hecho histórico; se podría decir, anticipándonos un poco, que su con tingencia es irreducible. Sin embargo, multiplicando las posiciones y perspectivas referidas a ese acontecimiento supuestamente fundacional, cabría concluir que la «verdad» histórica de la Revolución es puramente relativa. Desde esa perspectiva también se podría decir que la propia Revolución no existió, o que existe solo como mito en las mentes de quienes la invocan. De un modo similar, Lévi-Strauss mantiene que la historia de los historiadores está basada en un sistema de clasifica ción, una codificación cronológica que atribuye significado a conjuntos o clases de fechas históricas, en la que cada una de ellas cobra signifi cado únicamente en relación con otras fechas de la misma clase, y en la que las propias clases forman conjuntos discontinuos e irreducibles . Corriendo el riesgo de un anacronismo, podríamos decir así que Lévi- Strauss «deconstruye» la categoría de la historia como una narración objetiva del pasado. La reducción del discurso histórico al estatus de mito o código equivale a situarla al mismo nivel que las representaciones colectivas de las sociedades tradicionales; constituye un descentramiento del pensamiento histórico occidental.

El segundo viraje en la historia de la filosofía, la revolución cartesiana, que para Lévi-Strauss constituye el umbral filosófico de la ciencia moderna, es tratado en un capítulo dedicado a Rousseau en el segundo volumen de la Antropología Estructural. Ese capítulo es ostensiblemente un panegírico de Rousseau como fundador de las ciencias humanas y en particular de la antropología ; pero sirve también de pretexto para una crítica de la filosofía contemporánea cuyos principios se remontan a Descartes. El cogito cartesiano, que se limita a las intuiciones de la experiencia individual, se desplaza imperceptiblemente desde las impre siones del sujeto hasta la extensión del mundo exterior, dejando fuera la instancia intermedia: las relaciones humanas y sociales. Esa filoso fía en primera persona es de hecho el fundamento de la ciencia física moderna, concede Lévi-Strauss, pero ha tenido como consecuencia la reducción de la naturaleza a extensión de la materia y la obliteración del dominio humano, social y cultural. Para Lévi-Strauss, el humanismo filosófico practicado a partir de Descartes queda truncado en la medida en que sitúa al sujeto humano por encima de cualquier otra forma de vida o de ser. La inhumanidad sin precedentes del siglo xx, su historia catastrófica, sus atrocidades, fueron las desgraciadas consecuencias de ese humanismo narcisista .

En resumen: la filosofía de la historia de Lévi-Strauss equivale clara mente a una especie de historia del pensamiento humano. Tiene que ver con la evolución intelectual de la humanidad, con la historia de las mentalidades, representaciones y prácticas. En esa perspectiva de lon gue durée de la historia queda poco espacio para la historia política, lo que Braudel llamaba la historia de los acontecimientos. Lévi-Strauss comienza a narrar esa historia «profunda», que es una especie de comple mento diacrónico del análisis estructural -el estudio sincrónico de la mente humana- en la «Introducción a la obra de Marcel Mauss», en la que se refiere al acontecimiento fundacional sin el que no habría habido humanidad propiamente dicha: la aparición del lenguaje, un aconteci miento que fue -una vez más- único, y sobre cuya base un mundo hasta entonces carente de significado se hizo de repente significativo . Desde la «invención» del lenguaje hasta las innovaciones del Neolítico, la tra yectoria de la humanidad es, cabría decir, de ascenso. El Neolítico hizo posible un dominio creciente sobre el entorno, pero ese dominio tenía sus límites, y no garantizaba a los seres humanos el poder de transfor mar la naturaleza a su voluntad . Durante el periodo Neolítico hubo pues en su opinión cierto equilibrio entre naturaleza y humanidad, natu raleza y cultura. La humanidad neolítica, como las exóticas sociedades contemporáneas estudiadas por los etnólogos, carecía de escritura; hasta después del Neolítico no se produjo esa segunda revolución lingüística, y es a partir de ese momento cuando la lectura de la historia de Lévi Strauss se hace catastrófica. A diferencia de la narrativa positivista del progreso de la mente humana, Lévi-Strauss nos presenta una historia caracterizada por una serie de virajes negativos, cuya negatividad ni siquiera una lectura dialéctica podría aliviar. En su visión macrohistórica de amplio espectro, los elementos de tal serie se combinan y acumu lan para producir el mundo tal como es en la segunda mitad del siglo xx. Así, en el capítulo 4 de Tristes Trópicos, Lévi-Strauss lamenta que «se hayan malgastado veinte mil años de historia» (la cursiva es mía), y que una «civilización proliferante y sobreexcitada haya trastornado para siempre el silencio de los océanos» .

Historia virtual

Sin embargo, y pese a las apariencias, no deberíamos apresurarnos a concluir que la suya sea una visión de la historia esencialmente pesimista y ni siquiera quietista. En la obra de Lévi-Strauss hay efectivamente una fuerte nostalgia por lo que se ha perdido y cierta resignación con respecto a la historia; distanciamiento y desapego que son característicos de la filosofía de Lucrecio y que dan el tono fun damental a Tristes Trópicos . Pero hay también un aspecto optimista, positivo e incluso activo del pensamiento de Lévi-Strauss sobre la histo ria, y es lo que se podría llamar su aspecto «leibniziano», su práctica de lo que yo denominaría historia virtual. Aunque Lévi-Strauss acepta y se somete a lo que llama la «irreducible contingencia de la historia» , que se podría traducir como «la necesidad retrospectiva de la historia» -no se puede ir hacia atrás-, sigue siendo virtual en el sentido de que cada uno de sus virajes es también una bifurcación: la historia de la huma nidad podría haber seguido otro camino. Esto es lo que se deduce del párrafo de De la miel a las cenizas citado anteriormente: el actual dominio del pensamiento científico moderno no es en modo alguno necesario, al menos esencialmente; no es nada más que un producto de la contingen cia histórica. Lévi-Strauss concluye el libro como sigue:

Afirmando sus pretensiones tan resueltamente como lo ha hecho en este libro, el análisis estructural no recusa, por lo tanto, la historia. Muy al contrario, le concede un puesto de primer plano: el que corresponde por derecho a la contingencia irreducible, sin la cual ni siquiera podría con cebirse la necesidad. Pues, por mucho que más acá de la diversidad aparente de las sociedades humanas pretenda el análisis estructu ral remontarse a propiedades fundamentales y comunes, renuncia a explicar, no por cierto las diferencias particulares, que sabe justificar especificando en cada contexto etnográfico las leyes de invariancia que presiden su engendramiento, sino que estas diferencias virtualmente dadas a título de componibles no queden todas manifestadas por la experiencia y que solamente algunas hayan alcanzado la actualidad. Para ser viable, una indagación del todo enderezada hacia las estructuras comienza por incli narse ante la potencia y la inanidad del acontecimiento .

Cito por entero este último pasaje del segundo volumen de las Mitológicas porque creo que dice simplemente lo que dice, pero también mucho más. Por un lado, la conclusión de Lévi-Strauss constituye una decla ración de fe y una exposición del método estructuralista. Comenzando especialmente con El pensamiento salvaje, el «estructuralismo» se vio cada vez más confrontado con la acusación de quienes -marxistas, filó sofos e historiadores- lo veían como un desafío a la historia, una especie de antihistoricismo. La conclusión de De la miel a las cenizas, escrita en 1965, puede verse así como una réplica a los detractores del estructu ralismo, una defensa acendrada de su enfoque. El análisis estructural no rechaza la historia, sino que por el contrario acepta sus hechos con tingentes, limitándose a clarificar las leyes estructurales que producen diferentes formaciones sociales y culturales, en lugar de tratar de descu brir el «porqué» de su existencia. Se parece un poco a Darwin cuando, en El origen de las especies, mostraba el mecanismo de la selección natural pero no daba una explicación de esta o aquella característica contingente de la anatomía animal. Como atestigua el título The Blind Watchmaker (1986) de Richard Dawkins, la propia evolución es ciega y arbitraria; no hay una ley general de la evolución. Sin embargo, en la afirmación dada por Lévi-Strauss de la ceguera fundamental de la historia hay algo así como un juicio de valor, que habla no solo del poder sino también de la inanidad del acontecimiento. En su vocabulario explícitamente leibniziano, por detrás o más bien por delante de la actualización finita encontrada en la diversidad de los hábitos humanos, está la «componi bilidad» de las diferencias virtuales, de las que solo unas pocas han sido realizadas . Podríamos decir que la evaluación por Lévi-Strauss de la inanidad del acontecimiento es aplicable no solo a los casos particula res de las formaciones sociales y culturales que son objeto del análisis estructural, sino también, al nivel de la macrohistoria, al giro catastró fico realizado por la historia en general. El hecho gigantesco del actual estado del mundo no es el resultado de ésta o aquélla ley del desarrollo histórico, sino que simplemente es. Lo interesante a este respecto es que, aunque esa historia sea materialmente irreversible -irrevocable-, existe la posibilidad, al menos en el ámbito de la representación colectiva, de cierta recuperación.

Persistencia del mito

De hecho, un rasgo invariante de la historia catastrófica de Lévi-Strauss es que en cada viraje, cada bifurcación, se aprecia la sombra de una his- toria alternativa, el fantasma de lo que nunca ha existido pero podría haber existido. La historia que hemos vivido no es en absoluto ineluc table; su necesidad se da únicamente a posteriori. Se dirá que eso no cambia nada; el hecho de una virtualidad histórica -el pretérito condi- cional perfecto «podría haber sido»- no afecta a la irreductibilidad de la historia que heredamos. Pero la cuestión se hace más compleja cuando recordamos que Lévi-Strauss se interesa sobre todo por el pensamiento de la experiencia humana: sus estructuras, pero también la historia de la mente humana. Para él, lo que está en cuestión en el juego de la historia, en sus virajes decisivos, también incluye las representaciones colecti vas . El acontecimiento tiene lugar y se convierte en necesidad; pero las actitudes, mentalidades, visiones del mundo -en resumen, todo lo que contribuye a la memoria colectiva a largo plazo- permanece; uti lizando el lenguaje psicoanalítico, lo que ha sido «reprimido» en la creación histórica de las representaciones colectivas puede subsistir en estado latente, virtual. En este sentido, al menos, podría haber cierta reversibilidad del proceso histórico, como argumenta Lévi-Strauss en El hombre desnudo:

[…] pues la segunda ley de la termodinámica no se aplica al campo de las operaciones míticas: los procesos son reversibles y la información que vehi culan no se degrada; sencillamente pasa al estado latente. Pero nunca deja de ser recuperable, y al análisis estructural le atañe, más allá del desorden aparente de los fenómenos, restaurar aquel orden subyacente .

Según la segunda ley de la termodinámica, cada sistema cerrado tiende a un estado de máxima entropía, esto es, se da una continua degradación de la energía y un aumento, con el tiempo, del desorden del sistema. El tiempo es un factor esencial ahí, en cuanto que el proceso entrópico es irreversible: la flecha del tiempo se desplaza únicamente en una direc ción, y no vuelve. En el siglo xx esa noción de entropía se extendió al terreno de la información: cada mensaje transmitido puede verse afec tado por ruidos e interferencias perturbadoras, de forma que siempre se da una degradación de la información. Cuando ésta está codificada en un mito, sugiere Lévi-Strauss, la entropía cambia de signo: el mito es, podríamos decir, neguentrópico [sintrópico] en la medida en que se resiste a la abrasión del tiempo; el código -o más bien la sobrecodifi cación del código- asegura la preservación de la información con el tiempo. El papel y la tarea del análisis estructural consisten en recuperar esa información .

Ésa es pues la esperanza de la historia virtual de Lévi-Strauss: en todas las etapas decisivas de su historia de la mente humana trasluce una historia alternativa. Así, mientras que la visión del mundo instrumen talista que ha aislado progresivamente a la humanidad de la naturaleza -encarnada en el pensamiento cristiano o más tarde en la filosofía car tesiana- ha sido determinante en el despliegue de la historia humana, eso no oblitera el «pensamiento salvaje» que la precedió y que vemos hoy en sociedades estudiadas por los etnólogos, sino que todavía habita en nosotros como una posibilidad. En la historia de la propia sociedad occidental, el ejemplo de Rousseau se contrapone al humanismo antro pocéntrico de Descartes, ofreciendo un humanismo alternativo en el que el aspecto primordial de la compasión, la identificación empática con lo que no somos nosotros mismos, gobierna nuestras relaciones con los demás y con el mundo . Una vez más, aunque el juego de los monoteísmos (cristianismo, islam) pueda habernos legado un mundo fracturado -un mundo «masculinizado», para emplear la metáfora de Lévi-Strauss-, la unión virtual entre cristianismo y budismo con la que él soñaba podría inspirar el futuro de la humanidad. Finalmente, aun que el «milagro griego» y la revolución científica e industrial de la era moderna fueran efectivamente etapas esenciales en el «progreso» de la humanidad occidental, esa historia no es universal. La «resistencia» de sociedades sin escritura a nuestro tipo de historicidad , el hecho de que no hayan cruzado el umbral crucial que abrió la vía al pensamiento científico en Occidente, no las reduce a simples curiosidades históri cas, meros vestigios de un pasado desvanecido para siempre. Por el contrario, tales actitudes y prácticas contienen lecciones para nuestro futuro colectivo.

Un humanismo estructuralista

Existe pues una estructura simple y bien definida en el pensamiento de Lévi-Strauss sobre la historia, especialmente en la exposición y la con clusión de Raza e Historia y de Tristes Trópicos. Su primer momento es el reconocimiento de la irreversibilidad del proceso histórico: la referencia en Raza e Historia a la homogeneización del mundo como horizonte ineluctable de la interacción de las culturas; en Tristes Trópicos a la disipación y diseminación de las culturas tradicionales, frente a la proli feración de la monocultura occidental. Ese primer momento ofrece una sensación de pesimismo, de impotencia frente a la implacabilidad del proceso histórico, su inanidad esencial. Como escribió Lévi-Strauss en Tristes Trópicos sobre el fallido encuentro entre cristianismo y budismo: «La evolución racional es inversa a la de la historia» . Pero la ceguera de la historia, su irracionalidad, no impide a la humanidad extraer las posibilidades que ofrece. Ése es el significado, creo, de las codas bastante optimistas de Raza e Historia y Tristes Trópicos. Esto nos lleva al segundo momento, que se encuentra en la conclusión de Raza e Historia: «Así pues, debemos alentar las potencialidades secretas que la historia mantiene en reserva […] la diversidad de las culturas humanas está detrás de nosotros, a nuestro alrededor y ante nosotros» . Tales afirmaciones recuerdan el vocabulario leibniziano del final de De la miel a las cenizas; aquí se trata de hecho de una cuestión de componibilidad, de virtualidad y contingen cia. En la última parte de Tristes Trópicos , «El Regreso», encontramos la misma configuración, esta vez acompañada de una cita de Rousseau:

Si los seres humanos siempre se han empeñado en una sola tarea -la de crear una sociedad en la que merezca la pena vivir-, las fuerzas que ins- piraron a nuestros lejanos antepasados aún están presentes en nosotros. Nada está perdido; todo puede alterarse todavía. Lo que se hizo, pero resultó equivocado, puede rehacerse de nuevo. «La edad de oro que una supersti ción ciega había ubicado detrás [o delante] de nosotros, está en nosotros» .

En Tristes Trópicos, como en Raza e Historia, la configuración leibni ziana se ve acoplada con otra referencia, quizá menos explícita, a Marcel Mauss, quien en su famoso Ensayo sobre el don [Essai sur le don. Forme et raison de l’échange dans les sociétés archaïques (1925) 2007], ofreció no solo un análisis del fenómeno del don simbólico en sociedades llamadas «arcaicas», sino también un estudio de la supervivencia de esa práctica en el pasado de las sociedades industriales y capitalistas modernas que le permitió, en las conclusiones del Ensayo, mencionar viejas prácticas que subsisten entre nosotros en estado latente; una recuperación del espíritu de generosidad y reciprocidad que es, por decirlo así, el fundamento de cualquier sociedad auténticamente humana. Como su maestro Mauss, pero a otro nivel, lo que Lévi-Strauss propone es, por lo tanto, una inter vención inteligente en el desarrollo histórico, o por volver a la analogía del darwinismo, una especie de selección artificial de los rasgos culturales más adecuados para asegurar la supervivencia de la especie humana. Debería insistirse a este respecto en que no trata de dar marcha atrás al reloj de la evolución, como tampoco lo pretendía Rousseau; eso sería una ficción imposible, una fábula irrealizable. Lo que busca por el con trario, en cierto sentido, es obliterar el tiempo: para él, los mitos son realmente «máquinas para suprimir el tiempo» . Si el curso de la his toria ha ido en contra del desarrollo racional, lo que deberíamos hacer es tomarlo en nuestras manos y desviarlo en una dirección mejor. Pese a sus lamentaciones sobre la pérdida de la diversidad y la fugacidad de las culturas, en ese sentido el pensamiento de Lévi-Strauss está riguro samente orientado hacia el futuro de la historia humana.

Ésa es la dimensión activa del estructuralismo, lo que equivale a decir que la concepción de Lévi-Strauss de la misión de la antropología no es simplemente la de un suplemento ideológico a la ciencia humana de la antropología social, sino que está en el propio núcleo de la con cepción estructuralista. Lo que propone al final de Raza e Historia y de nuevo, tres o cuatro años después, al final de Tristes Trópicos, es una antropología estructural como intermediario para las virtualidades de la historia mundial, tal como se manifiestan en sociedades remotas. El pensamiento salvaje no es una etapa anterior o inferior de la mente humana, como bien muestra Lévi-Strauss; tampoco es simplemente otro modo de razonamiento humano; eso significaría detenerse en una lectura puramente relativista de El pensamiento salvaje. En su resistencia frente a la historia y su estrecha articulación entre naturaleza y cultura, el pensamiento salvaje es parte integral de las lecciones de la antropolo gía tal como las formula Lévi-Strauss; es un componente esencial de lo que la antropología, como ciencia humana, tiene que enseñarnos. Uno puede cuestionarse e impugnar el diagnóstico de Lévi-Strauss sobre la decadencia de la historia y su explicación al respecto, así como su optimista prescripción de un humanismo renovado por el pensamiento salvaje; pero habría que reconocer al menos la coherencia de un proyecto en el que convergen estructuralismo y humanismo.

MARX y ENGELS – MANIFIESTO COMUNISTA (Seminario de Lectura)

Actividad presencial en VALENCIA

3ra edición.

HORARIOS:

DURACION: 5 semanas.

OBJETIVOS:

Lectura completa y discusión colectiva en voz alta de la obra de MARX y ENGELS – MANIFIESTO COMUNISTA (1848).

MATERIAL de trabajo: se entregará a l@s inscrit@s previo al inicio de las sesiones de lectura.

Se trata de una propuesta modesta, sin afán erudito, destinada exclusivamente a quienes deseen ampliar su horizonte como ciudadan@s.

Siguiendo el hilo conductor del texto, procuraremos recuperar el relato largo y la reflexión fundamentada (frente al eslogan y el marketing), construyendo un conocimiento compartido (entre iguales) sobre lo humano y las condiciones de posibilidad de la libertad, la ciudadanía y la convivencia.

Jean D’Alembert – Análisis del ESPIRITU DE LAS LEYES y elogio de MONTESQUIEU.

Análisis del ESPIRITU DE LAS LEYES y elogio de MONTESQUIEU.

Por Jean D’Alembert

La mayoría de la gente de letras que ha hablado de Del espíritu de las leyes se ha dedicado más a criticarlo que a proporcionar una idea cabal. Nosotros vamos a tratar de suplirlos en lo que hubieran debido hacer, y desarrollar su plan, su carácter y su objetivo. Tal vez los que hallaren demasiado extenso el análisis juzgarán, luego de haberlo leído, que no existía más que ese único medio de hacer resaltar el método del autor. Debe recordarse, por otra parte, que la historia de los escritores célebres no es idéntica a la de sus pensamientos y de sus trabajos, y que esta parte de su elogio es la más esencial y la más útil.

No conociendo los hombres, en su estado natural (abstracción hecha de toda religión), en las discrepancias que puedan tener, otra ley que la de los animales, o el derecho del más fuerte, debe contemplarse el establecimiento de las sociedades como una especie de tratado contra aquel injusto derecho; tratado destinado a establecer, entre las diferentes partes del género humano, una especie de equilibrio. Pero hay en esto tanto equilibrio moral como físico; y es extraño que sea perfecto y durable; y los tratados del género humano son, como los tratados entre nuestros príncipes, una semilla permanente de discordias. El interés, la necesidad y el placer han acercado a los hombres. Pero esos mismos motivos los empujan sin cesar a aprovecharse de las ventajas de la sociedad sin sufrir sus cargas; y es en este sentido que puede decirse, con el autor, que los hombres, desde que ellos viven en sociedad, se encuentran en estado de guerra. Pues la guerra supone, entre quienes la hacen, ya que no la igualdad de las fuerzas, por lo menos la creencia en esta igualdad: de ahí provienen el anhelo y la recíproca esperanza de vencerse. Ahora bien: si el equilibrio no es nunca perfecto entre los hombres en el estado de sociedad, tampoco es demasiado desigual. Por lo contrario, o no tendrían nada que disputarse en el estado natural o, si la necesidad los obligara, sólo podría verse a la debilidad huyendo ante la fuerza, a las opresiones sin entablar lucha, y a los oprimidos, sin ofrecer resistencia.

Vemos entonces a los hombres reunidos y armados de consuno, por un lado a brazándose, si así puede decirse, y por el otro buscando herirse mutuamente. Las leyes constituyen el obstáculo, más o menos eficaz, destinado a suspender o a impedir sus golpes. Pero la extensión prodigiosa del globo en que habitamos, la diferente naturaleza de las regiones de la tierra y de los pueblos que la cubren, no permiten que todos los hombres vivan bajo un solo y único gobierno: el género humano ha debido fraccionarse en determinado número de Estados que se distinguen por la diferencia de las leyes a las cuales obedecen. Un gobierno único no habría hecho del género humano más que un cuerpo extenuado y languideciente, extendido sin vigor sobre la superficie de la tierra. Los diferentes Estados no son otra cosa que ágiles y robustos cuerpos que, dándose las manos unos a los otros, forman uno solo, y cuya acción recíproca mantiene por doquiera el movimiento y la vida.

Pueden distinguirse tres formas de gobierno: el republicano, el monárquico y el despótico. En el republicano, el pueblo, como corporación, tiene el poder soberano. En el monárquico, una sola persona gobierna mediante leyes de fondo. En el despótico, no se conoce otra ley que la voluntad del amo, o más bien, del tirano. Con esto no queremos decir que no haya en el universo más que esas tres especies de Estados; tampoco queremos decir que haya Estados que pertenezcan única y rigurosamente a alguna de esas formas; la mayor parte son, por así decirlo, compuestos o combinaciones de unos con otros. Aquí, la monarquía se inclina hacia el despotismo; allá, el gobierno monárquico está combinado con el republicano; en otra parte, no es el pueblo entero quien hace las leyes, sino una parte del pueblo. Pero la división precedente no es por ello menos exacta y menos justa. Las tres especies de gobierno que involucra están de tal modo diferenciadas, que propiamente no tienen nada en común. Y, por lo demás, todos los Estados que conocemos participan de lo uno y lo otro. Es preciso, pues, con estas tres especies, formar clases particulares y dedicarse a determinar las leyes que les son propias. Será entonces fácil modificar esas leyes para aplicarlas a cualquier gobierno que sea, según participe éste, más o menos, de aquellas diferentes formas.

En los diversos Estados, las leyes deben ser adecuadas a su naturaleza, es decir, a eso que los constituye; y a su principio, es decir, a lo que los sostiene y los hace obrar. Distinción importante, clave de una infinidad de leyes, y de la cual el autor extrae valiosas consecuencias.

Las principales leyes atinentes a la naturaleza de la democracia han de basarse en que el pueblo sea, en cierto sentido, el monarca; en otros respectos, el sujeto; que él elija y juzgue a los magistrados; y que los magistrados, en ciertas ocasiones, decidan. La naturaleza de la monarquía exige que haya, entre el monarca y el pueblo, muchos poderes y jerarquías intermedias, y un cuerpo depositario de las leyes, mediador entre los individuos y el príncipe. La naturaleza del despotismo obliga al tirano a que ejerza su autoridad, ya por sí mismo, ya por alguien que lo represente.

En cuanto al principio de los tres gobiernos, el de la democracia es el amor de la república, es decir, de la igualdad; en las monarquías, donde uno solo es el dispensador de las distinciones y de las recompensas, y en donde se suele confundir al Estado con ese único hombre, el principio es el honor, es decir, la ambición y la estima de la dignidad. Por último, bajo el despotismo, el principio es el miedo. Cuanto más férreos son estos principios, más estable es el gobierno; cuanto más se alteran y se corrompen, más derivan hacia su destrucción. Cuando el autor habla de la igualdad en las democracias, no entiende una igualdad extrema, absoluta, y por consecuencia quimérica: entiende ese feliz equilibrio que lleva a todos los ciudadanos a someterse igualitariamente a las leyes y a interesarse igualmente en observarlas.

En cada gobierno, las leyes de la educación deben estar relacionadas con el principio. Aquí se entiende por educación lo que se recibe por la convivencia, y no la de los padres y maestros, que con frecuencia es negativa, sobre todo en ciertos Estados. En las monarquías, la educación debe tener por objeto la urbanidad y las consideraciones recíprocas; en los Estados despóticos, el terror y el envilecimiento de los espíritus; en las repúblicas, es imperioso todo el poder de la educación, pues ella debe inspirar un sentimiento noble, aunque arduo: el renunciamiento de sí mismo, de donde nace el amor a la patria.

Las leyes que elabora el legislador deben estar conformes con el principio de cada gobierno. En la república deben mantener la igualdad y la austeridad; en la monarquía, deben apoyar la nobleza, sin sacrificar al pueblo. Bajo el gobierno despótico, reducen a todas las clases por igual al silencio. No puede reprocharse aquí al señor de Montesquieu haber señalado a los soberanos los principios del poder arbitrario, cuyo solo nombre es tan odioso a los príncipes justos, y, con mayor razón aún, al ciudadano sabio y virtuoso. Es ya colaborar para abatirlo el hecho de exponer lo que es preciso hacer para conservarlo; la perfección de ese gobierno es la ruina; y el código exacto de la tiranía, tal como el autor lo presenta, es al mismo tiempo la sátira y el látigo más formidable contra los tiranos.

Respecto de los demás gobiernos, cada uno de ellos tiene sus ventajas: el republicano es más apropiado para los pequeños Estados, el monárquico, para los más grandes; el republicano es más cuidadoso en los excesos, el monárquico se inclina más hacia los abusos; el republicano aporta más madurez en la ejecución de las leyes, el monárquico, más diligencia.

La diferencia de los principios de los tres gobiernos ha de radicar en el número y el objeto de las leyes, en la forma de los juicios y en la naturaleza de las penas. Siendo invariable y fundamental, la organización de las monarquías exige más leyes civiles y más tribunales, a fin de que la justicia sea cumplida de una manera más uniforme y menos arbitraria. En los Estados moderados, sean monarquías o repúblicas, nunca serían suficientes las formalidades de las leyes criminales. Las penas deben, no solamente estar en proporción con el delito, sino ser las más benignas que fuera posible, sobre todo en la democracia; el criterio que emana de las penas tendrá con frecuencia más efecto que su misma magnitud. En las repúblicas, es preciso juzgar según la ley, ya que ningún particular es dueño de alterarla. En las monarquías, la clemencia del soberano puede algunas veces mitigarla; pero los delitos jamás deben ser juzgados sino por magistrados encargados expresamente de entender en ellos. En fin, es principalmente en las democracias que las leyes deben ser severas contra el lujo, el relajamiento de las costumbres y la seducción de las mujeres. Su debilidad misma las hace apropiadas para gobernar en las monarquías, y la historia demuestra que, frecuentemente, han llevado la corona con gloria.

Habiendo el señor de Montesquieu pasado así revista a cada gobierno en particular, los examina luego en los contactos que pueden tener unos con otros, pero solamente desde un punto de vista más general, es decir, desde aquel que sólo es relativo a su naturaleza y a su principio. Encarados de esta manera, los Estados no pueden tener otras relaciones que las de defenderse o atacar. Debiendo las repúblicas, por su naturaleza, limitarse a un Estado pequeño, no les es posible defenderse sin alianza; pero esas alianzas deben efectuarse con otras repúblicas. La fuerza defensiva de una monarquía consiste principalmente en tener fronteras a salvo de ataques. Como los hombres, los Estados tienen el derecho de atacar por su propia conservación; del derecho de la guerra deriva el de la conquista; derecho necesario, legítimo y doloroso, que deja siempre de pagar una deuda inmensa para cumplir un deber hacia la naturaleza humana, y cuya ley general es hacer el menor mal posible a los vencidos. Las repúblicas pueden ser menos conquistadoras que las monarquías: grandes conquistas suponen el despotismo, o lo aseguran. Uno de los grandes principios del espíritu de conquista debe ser el de mejorar, tanto como sea posible, la condición del pueblo conquistado: satisfacer, simultáneamente, la ley natural y la norma del Estado.

No existe nada más hermoso que el tratado de paz de Gelón con los cartagineses, por el cual se prohibía inmolar en lo futuro a sus propios niños. Los españoles, al conquistar el Perú, hubieran debido obligar también a sus habitantes a no sacrificar más hombres a sus dioses; pero creyeron más ventajoso inmolar a esos mismos pueblos. No tuvieron por conquista más que un vasto desierto; fueron obligados a despoblar el país, y se debilitaron para siempre con su propia victoria.

Se puede estar obligado, en ocasiones, a modificar las leyes del pueblo vencido; pero nada puede obligarlo jamás a abandonar sus costumbres. El medio más seguro de conservar una conquista es el de situar, si es posible, al pueblo vencido al nivel del pueblo conquistador, de acordarle los mismos derechos y los mismos privilegios: así es como acostumbraron hacer casi siempre los romanos; así es como se comportó César con los galos.

Hasta aquí, considerando cada forma de gobierno, tanto en sí misma como en su relación con las demás, no hemos teñido en cuenta ni a lo que debe serles común a las circunstancias particulares extraídas, o de la naturaleza del país o del genio de los pueblos: es esto lo que es preciso desarrollar ahora.

La ley común de todos los gobiernos, al menos de los gobiernos moderados, y por consecuencia justos, es la libertad política de la cual cada ciudadano debe gozar. Esta libertad no es la licencia absurda de hacer lo que se quiere, sino el poder hacer todo lo que las leyes permiten. Puede ser tratada, o en sus vínculos con su organización, o en su relación con el ciudadano.

En la organización de cada Estado hay dos especies de poderes: el Poder Legislativo, y el Ejecutivo. Este segundo tiene dos objetos: el interior del Estado y el exterior. De la distribución legítima y de la repartición adecuada de esas diferencias depende la más grande perfección de la libertad política, en relación con su organización. El señor de Montesquieu presenta como prueba la organización de la república romana y la de Inglaterra. Encuentra el principio de esta última en la ley fundamental del gobierno de los antiguos germanos, entre quienes los asuntos poco importantes eran decididos por los jefes, y los grandes, presentados al tribunal de la nación, luego de haber sido tratados previamente por los jefes. El señor de Montesquieu no discute si los ingleses gozan o no de esta extrema libertad política que su organización les ofrece: a él le basta que ella esté establecida por sus leyes. Lejos se encuentra de satirizar a los demás Estados: cree, por el contrario, que el exceso, aun en el bien, no es siempre deseable; que la libertad extrema tiene sus inconvenientes, como la extrema servidumbre; y que, en general, la naturaleza humana se acomoda mejor en un Estado medio.

La libertad política, considerada en relación con el ciudadano, consiste en la seguridad de que éste se encuentra al abrigo de las leyes; o, por lo menos, en la creencia de esta seguridad, que hace que un ciudadano no tema a otro. Es principalmente por la naturaleza y la proporción de las penalidades que esta libertad se establece o se destruye. Los delitos contra la religión deben ser castigados con la privación de los bienes que la religión procura; los crímenes contra las costumbres, con el desprecio; los crímenes contra la tranquilidad pública, con la prisión o el exilio; los crímenes contra la seguridad, con los tormentos. Los escritos deben ser menos castigados que las acciones; jamás deben serlo los simples pensamientos. Acusaciones no jurídicas, espías, cartas anónimas, todos estos expedientes de la tiranía, despreciables igualmente para aquellos que los usan y se sirven de ellos, deben ser proscritos en un buen gobierno monárquico. No debe ser permitido acusar más que frente a la ley, que castiga siempre, o al acusado o al calumniador. En todo otro caso, los que gobiernan deben decir, con el emperador Constancio: Nosotros no deberíamos recelar de aquel a quien le ha faltado un acusador sobre todo cuando no le faltaba un enemigo. Es una muy buena institución pública la que se encarga, en nombre del Estado, de perseguir a los criminales, y que tenga toda la utilidad de los delatores sin tener sus viles intereses, sus inconvenientes y su infamia.

La magnitud de los impuestos debe estar en proporción directa con la libertad. Así, en las democracias, pueden ser mayores que en otras partes, sin ser onerosos; porque cada ciudadano los mira como un tributo que él se paga a sí mismo, y que asegura la tranquilidad y la fuerza de cada miembro. Por otra parte, en un Estado democrático, es más difícil el empleo infiel de los dineros públicos, porque es más fácil de conocerse y de castigarse; el depositario debe rendir cuenta, por así decirlo, al primer ciudadano que se la exige.

En cualquier gobierno que sea, la especie de tributo menos onerosa es aquella que se establece sobre las mercancías, porque el ciudadano lo paga sin darse cuenta. La cantidad excesiva de tropas, en tiempos de paz, no es más que un pretexto para cargar al pueblo de impuestos, un medio de enervar al Estado, y un instrumento de servidumbre. La administración de los tributos, que hace entrar el producto entero en el fisco público, es, sin comparación, una carga menor para el pueblo y en consecuencia más ventajosa (cuando puede tener lugar) que la explotación de esos mismos tributos, que deja siempre entre las manos de algunos particulares una parte de las rentas del Estado. Todo está perdido en especial (según los términos del autor) cuando la profesión del comerciante se convierte en honorable; y esto ocurre desde que el lujo está en auge. Dejar a algunos hombres nutrirse de la sustancia pública para despojarlos a su vez, como se lo ha practicado antes en ciertos Estados, es reparar una injusticia con otra, y hacer dos males en vez de uno.

Entremos ahora, con el señor de Montesquieu, en las circunstancias particulares independientes de la naturaleza del gobierno, y que obligan a la modificación de las leyes. Las circunstancias que derivan de la naturaleza del país son de dos clases: unas tienen relación con el clima; otras, con la topografía. Nadie duda de que el clima no influye sobre la disposición habitual de los cuerpos, y, en consecuencia, sobre los caracteres; es por ello que las leyes deben conformarse a la física climática en cosas sin importancia, y, por el contrario, combatirla en los efectos viciosos: así, en los países donde el uso del vino es dañoso, una ley muy atinada es la que lo prohíbe; en los países en que el calor del clima conduce a la molicie, una muy buena ley es aquella que estimula al trabajo.

El gobierno puede corregir entonces los efectos del clima; y esto basta para poner el espíritu de las leyes a cubierto del muy injusto reproche que se le ha hecho: atribuir todo al frío y al calor. Pues, aparte de que el calor y el frío no son las únicas cosas por las cuales pueden diferenciarse los climas, sería tan absurdo negar ciertos efectos del clima como querer atribuirles todo.

La utilización de los esclavos, establecida en los países cálidos del Asia y de América, y reprobada en los climas templados de Europa, da ocasión al autor de tratar de la esclavitud civil. No teniendo los hombres más derecho sobre la libertad que sobre la vida unos de otros, se deduce que la esclavitud, hablando en general, está contra la ley natural. En efecto, el derecho de esclavitud no puede provenir ni de la guerra —ya que no podría entonces ser fundado más que sobre el rescate de la vida, y que no hay derecho sobre la vida de aquellos que no son combatientes—, ni de la venta que un hombre hace de sí mismo a otro, puesto que todo ciudadano, siendo deudor de su vida al Estado, le es, con mayor razón, deudor de su libertad, y, en consecuencia, no es dueño de venderla. Por otra parte, ¿cuál sería el precio de esta venta? No puede ser el dinero dado al vendedor, puesto que en el momento en que se convierte en esclavo, todos los bienes pertenecen al amo. Ahora bien: una venta sin precio es tan quimérica como un contrato sin condición. No ha habido jamás, quizá, más que una ley justa a favor de la esclavitud: era la ley romana, que hacía al deudor esclavo del acreedor. Incluso esta ley, para ser equitativa, debía limitar la servidumbre en cuanto a su grado y a su duración. La esclavitud, todo lo más, puede ser tolerada en los Estados despóticos, donde los hombres libres, demasiado débiles contra el gobierno, buscan convertirse, para su propio provecho, en los esclavos de aquellos que tiranizan el Estado; o bien en los climas donde el calor enerva tanto el cuerpo y debilita de tal modo el coraje, que los hombres no son llevados a una penosa labor más que por el miedo al castigo.

Junto a la esclavitud civil, puede colocarse a la esclavitud doméstica, es decir, la que tienen las mujeres en ciertos climas. Puede tener lugar en esas comarcas del Asia, donde se hallan en estado de convivir con los hombres, antes de poder hacer uso de su razón: núbiles por la ley del clima, niñas por la de la naturaleza. Esta sujeción se hizo más necesaria aun en los países donde la poligamia está establecida: uso que el señor de Montesquieu no pretende justificar en lo que tiene de contrario a la religión; pero que, en los sitios donde se la practica (aquí hablamos sólo políticamente), puede estar fundado, hasta cierto punto, o sobre la naturaleza del país o sobre la relación del número de mujeres con el número de hombres. El señor de Montesquieu habla, en esta ocasión, del repudio y del divorcio; y establece, provisto de buenas razones, que el repudio, una vez admitido, debería ser permitido a las mujeres tanto como a los hombres.

Si el clima tiene tanta influencia sobre la servidumbre doméstica y civil, no la tiene menos sobre la servidumbre política, es decir, sobre la que somete un pueblo a otro. Los pueblos del norte son más fuertes y más intrépidos que los del mediodía; en general, estos deberían ser subyugados, y aquéllos, ser conquistadores; éstos, esclavos, aquéllos, libres. Tal es lo que la historia confirma: el Asia ha sido conquistada once veces por los pueblos del norte. Europa ha padecido muchísimas revoluciones menos.

Respecto de las leyes relativas a la naturaleza del terreno, está claro que la democracia conviene más que la monarquía a los países estériles, en donde la tierra tiene necesidad de todo el ingenio de los hombres. La libertad es, por lo demás, en este caso, una especie de resarcimiento del rigor del trabajo. Son necesarias más leyes para un pueblo agricultor que para un pueblo que cría ganado; para éste, más que para un pueblo cazador; y para un pueblo que utiliza la moneda, más que para aquel que la desconoce.

En fin, se debe tener en cuenta el genio particular de la nación. La vanidad, que magnifica los objetos, es un buen resorte para el gobierno; el orgullo, que los empequeñece, es un medio peligroso. El legislador debe respetar, hasta cierto punto, los prejuicios, las pasiones, los abusos. Debe imitar a Solón, que había dado a los atenienses no las mejores leyes en sí mismas, sino las mejores que ellos pudiesen tener. El carácter alegre de esos pueblos demandaba leyes más benignas; el carácter de los lacedemonios, leyes más severas. Las leyes son un mal recurso para cambiar los modos y los usos; es por las recompensas y el ejemplo que es preciso tratar de llegar a aquello. Por lo tanto es verdad que las leyes de un pueblo, cuando no se trate de contrariar grosera y directamente sus costumbres, deben influir insensiblemente sobre ellas, ya sea para afirmarlas, ya para cambiarlas.

Después de haber profundizado de este modo en la naturaleza y el espíritu de las leyes en relación con las diferentes especies de países y pueblos, el autor vuelve a considerar a los Estados en relación unos con otros. Comparándolos entre ellos de una manera general, primero, no hubiera podido encararlos más que por la relación con el mal que ellos pueden hacerse; aquí, los examina en relación a las mutuas seguridades que pueden ofrecerse; esas seguridades están fundadas principalmente sobre el comercio. Si el espíritu de comercio produce naturalmente un espíritu de interés opuesto a la sublimidad de las virtudes morales, produce también un pueblo naturalmente justo, y aleja la ociosidad y el bandidaje. Las naciones libres, que viven bajo gobiernos moderados, deben librarse de aquéllos más que las naciones esclavas. Una nación jamás debe excluir de su comercio a otra nación, sin razones muy poderosas. Por lo demás, la libertad en este género no es una facultad absoluta acordada a los negociantes de hacer lo que ellos quieren, facultad que muchas veces les sería perjudicial; consiste en dejar actuar a los comerciantes sólo en favor del comercio. En la monarquía, la nobleza no debe dedicarse a los negocios, y menos aún, el príncipe. En fin, hay naciones a las cuales el comercio les es desfavorable: no son aquellas que no tienen necesidad de nada, sino aquellas que tienen necesidad de todo. Paradoja que el autor hace sensible con el ejemplo de Polonia, a la que le falta de todo, excepto el trigo, y que, mediante el comercio que hace de él, priva a los ciudadanos de su alimento para satisfacer el lujo de los señores. El señor de Montesquieu, al tratar de las leyes exigidas por el comercio, hace la historia de sus diferentes revoluciones; y esta parte de su libro no es ni la menos interesante ni la menos curiosa. Compara el empobrecimiento de España por el descubrimiento de América con la suerte de ese príncipe imbécil de la fábula, a punto de morir de hambre por haber pedido a los dioses que todo lo que él tocara se convirtiera en oro. Siendo el uso de la moneda una porción considerable del objeto del comercio y su instrumento principal, creyó en consecuencia que debía tratar de las operaciones de la moneda, del cambio, del pago de las deudas públicas, del préstamo a interés, de los cuales él ñja las leyes y los límites, y que en ninguna parte confunde con los excesos, tan justamente condenados, de la usura.

La población y el número de habitantes tienen una relación inmediata con el comercio; y teniendo los matrimonios por objeto la población, el señor de Montesquieu profundiza en esta importante materia. Lo que más favorece la propagación es la continencia pública: la experiencia prueba que las uniones ilícitas contribuyen poco a ella, y aun la perjudican. Se ha establecido, para los matrimonios, con justicia, el consentimiento de los padres; no obstante, deben introducirse en ese asunto ciertas restricciones, pues la ley debe, en general, favorecer los matrimonios. La ley que prohíbe el matrimonio de las madres con los hijos (independientemente de los preceptos de la religión), es una muy buena ley civil; pues, sin hablar de muchísimas otras razones, al ser los contrayentes de edad muy diferente, estas especies de matrimonios raramente pueden tener como objeto la propagación. La ley que prohíbe el matrimonio del padre con la hija está fundada sobre los mismos motivos; no obstante (en sentido civil), no es tan indispensablemente necesaria como la otra respecto de la población, puesto que la virtud de engendrar acaba mucho más tarde en los hombres: así el uso contrario ha tenido lugar entre ciertos pueblos que la luz del cristianismo no ha iluminado. Como la naturaleza misma conduce al matrimonio, es un mal gobierno el que necesite crear estímulos para ello. La libertad, la seguridad, la moderación de los impuestos, la proscripción del lujo, son los verdaderos principios y los verdaderos sostenes de la población: no obstante, es posible, con éxito, hacer leyes para estimular los matrimonios cuando, a pesar de la corrupción, todavía queden resortes en el pueblo que lo liguen a su patria. No hubo nada más hermoso que las leyes de Augusto para favorecer la propagación de la especie. Por desdicha, hizo esas leyes durante la decadencia o, más bien, durante la caída de la república; y los ciudadanos, descorazonados, no podían dejar de ver que sólo echaban esclavos al mundo. Por eso la ejecución de esas leyes fue más bien débil durante todo el tiempo de los emperadores paganos. Constantino, finalmente, las abolió al hacerse cristiano, como si el cristianismo hubiera tenido por finalidad despoblar la sociedad, aconsejando a un pequeño número la perfección del celibato.

El establecimiento de los hospitales, según el espíritu con que fue hecho, puede perjudicar a la población, o favorecerla. Puede, y debe asimismo, haber hospitales en un Estado donde la mayoría de los ciudadanos no tiene más que su trabajo como sostén, porque este trabajo puede muchas veces ser desafortunado. Pero la ayuda que brindan esos hospitales no debe ser más que transitoria, para no favorecer la mendicidad y la haraganería. Es preciso comenzar por hacer rico al pueblo y edificar enseguida hospitales para las necesidades imprevistas y urgentes. ¡Desdichados los países en los que la multitud de hospitales y de monasterios —que no son más que hospitales perpetuos— hace que todo el mundo esté cómodo, excepto los que trabajan!

El señor de Montesquieu no se ha referido hasta ahora más que a las leyes humanas. Pasa luego a aquellas de la religión que, en casi todos los Estados, constituyen un objetivo esencial del gobierno. En todas partes hace el elogio del cristianismo; muestra sus ventajas y su grandeza; busca hacerlo amar; sostiene que no es imposible, como lo ha pretendido Bayle, que una sociedad de perfectos cristianos forme un Estado vigoroso y durable. Pero también ha estimado que le era permitido examinar lo que las diferentes religiones (humanamente hablando) pueden tener de conforme o de contrario al genio y a la situación de los pueblos que las profesan. Es desde este punto de vista que es preciso leer todo lo que ha escrito sobre este asunto, y que ha sido objeto de tantas discusiones injustas. Sobre todo es sorprendente que, en un siglo que invoca a tantos a bárbaros, se considere un delito lo que él dice de la tolerancia; como si se tratara de aprobar una religión más que de tolerarla; como si, en fin, el Evangelio mismo no hubiera desechado todo otro medio de expandirla que no fuera la dulzura y la persuasión. Aquellos en quienes la superstición no ha extinguido aún todo el sentimiento de compasión y de justicia, no podrán leer, sin ser conmovidos, la amonestación a los inquisidores, ese odioso tribunal que ultraja la religión aparentando vengarla.

En fin, después de haber tratado en particular de las diferentes especies de leyes que los hombres pueden tener, no quedaba más que compararlas en conjunto, y examinarlas en su relación con las cosas sobre las que ellas estatuyen.

Los hombres son gobernados por diferentes especies de leyes: por el derecho natural, común a cada individuo; por el derecho divino, que es el de la religión; por el derecho eclesiástico, que es el de la policía de la religión; por el derecho civil, que es el de los miembros de una misma sociedad; por el derecho político, que es el del gobierno de esa sociedad; por el derecho de gentes, que es el de las sociedades, en relación unas con otras. Esos derechos tienen cada uno sus objetivos diferentes, que es menester cuidarse de confundir. No se debe reglar por uno lo que pertenece a otro, para no introducir ningún desorden ni injusticia en los principios que gobiernan a los hombres. Es necesario, en fin, que los principios que prescriben el género de las leyes, y que determinan su objeto, reinen también en la manera de componerlas. El espíritu de moderación debe, tanto como sea posible, dictar todas las disposiciones, aunque aparenten oponérsele. Tal era la famosa Ley de Solón, por la cual todos los que no tomaban parte en las sediciones eran declarados infames. Ella prevenía las sediciones, o las consideraba útiles, forzando a todos los miembros de la república a ocuparse de sus verdaderos intereses. La del ostracismo mismo era una muy buena ley, pues, por un lado, honraba al ciudadano que la causaba; y prevenía, por el otro, los efectos de la ambición. Además, se necesitaba gran cantidad de sufragios, y no se podía dictar el exilio más que cada cinco años. Con frecuencia, las leyes que parecen las mismas no tienen ni el mismo motivo ni el mismo efecto ni la misma equidad; la forma de gobierno, la oportunidad y el genio del pueblo cambian todo. En fin, el estilo de las leyes debe ser simple y grave. Pueden dispensarse de alegar razones, porque el motivo se supone que existe en el espíritu del legislador; pero cuando ellas están motivadas, deben serlo sobre principios evidentes: no deben parecerse a esa ley que, prohibiendo a los ciegos pleitear, aduce como razón que no pueden ver los ornamentos del tribunal.

El señor de Montesquieu, por ejemplo, para mostrar la aplicación de sus principios, ha elegido dos pueblos diferentes: uno, el más célebre de la tierra; y el otro, ese cuya historia nos interesa más: los romanos y los francos. No trata más que una parte de la jurisprudencia del primero: la que contempla las sucesiones. Respecto de los francos, se explaya sobre el origen y las evoluciones de sus leyes civiles, y sobre los diferentes usos, abolidos o subsistentes, que han sido su consecuencia. Se extiende principalmente sobre las leyes feudales, esa especie de gobierno desconocido de toda la antigüedad y que lo será acaso para siempre en los siglos futuros, y que ha tenido tanto de bueno y tanto de malo. Discute sobre todo esas leyes en los contactos que tienen con el establecimiento y la evolución de la monarquía francesa. Prueba, contra el señor Abate du Bos, que los francos penetraron realmente como conquistadores en las Galias; y que no es verdad, como aquel autor lo pretende, que hayan sido llamados por los pueblos para suceder en los derechos a los emperadores romanos que los oprimían. Detalle profundo, exacto y curioso, pero en el cual nos es imposible seguirlo.

Tal es el análisis general, pero muy informe y muy imperfecto, de la obra del señor de Montesquieu. Lo hemos separado del resto de su Elogio, para no interrumpir demasiado la continuidad de nuestro escrito.

Audiolibro y obra completa disponible en http://jornea.blogs.uv.es/2016/10/23/montesquieu-el-espiritu-de-las-leyes-audio-libro-audio-libro-mp3-voz-loquendo/

MONTESQUIEU – El espíritu de las leyes ( audio libro audio libro mp3 ) (voz Loquendo)

«Que el pueblo se ilustre no es cosa indiferente. Los prejuicios de los magistrados empezaron siendo prejuicios de la nación. En época de ignorancia, no se vacila aunque las resoluciones produzcan grandes males; en tiempo de luces, aun los mayores bienes se resuelven temblando. Se ven los abusos antiguos, se comprende la manera de corregirlos; pero también se ven o se presienten los abusos de la corrección. Se deja lo malo si se teme lo peor; se deja lo bueno si no se está seguro de mejorarlo.» (Montesquieu, El espíritu de las leyes. Prefacio)

«Los hombres son todos iguales en el régimen republicano; son iguales en el gobierno despótico. En el primero porque ellos lo son todo; en el segundo porque no son nada» (Montesquiéu, Libro VI, cap. II)

El enlace situado al final corresponde a una grabación mecánica (Loquendo) en mp3 de la inmortal obra de Montesquiéu, El espíritu de las leyes, en traducción de Nicolás Estévanez (1971: Bs.As., Editorial Claridad) (Duración total del audiolibro 21,2 horas), que incluye dos prólogos absolutamente extraordinarios:

  • Análisis del Espíritu de las Leyes y elogio de Montesquieu, por M. D’alembert
  • Montesquiéu, por Sainte-Beuve.

Se acompaña la audición con el texto en pdf y txt de esta grabación, asi como con otras dos también en pdf editable, ideal para hacer búsquedas por caracteres.

Entiendo que pasados más de 30 años, su difusión es libre. No obstante esta grabación, al igual que las otras de este blog, está dedicada exclusivamente a aquellas personas que padecen una minusvalía o impedimento físico que no les permite disfrutar de la obra en papel (por lo que si usted no se ajusta a este perfil no debe oír ni realizar las descargas ni compartir este enlace).

¡Ojalá disfruten y aprendan con esta obra tanto o más que yo!.

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Una petición.

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MONTESQUIEU –  El espíritu de las leyes.

Savia.

Un texto de Adriano Prandi.
A nosotros, los que en estas regiones nacimos y de estas tierras brotamos, nos desaparecieron una y mil veces. Nos exiliaron de nuestras parcelas, asfixiándonos en los socavones y humillándonos en las haciendas. Nos desterraron de la historia, negando nuestras raíces y glorificando a nuestros verdugos. Nos arrancaron nuestros derechos, a fuego de hogueras, a punta de sables, a tintazos de leyes y a fuerza de balas.
Pero como ni con un millar de azotes, ni un huracán de pestes, aprendimos a agachar la cabeza y a resignarnos al dominio y al olvido, por último, directamente nos borraron del mapa. Nos desaparecieron.
Volvemos como el viento para que quede claro que somos muchos, muchísimos más de treinta mil.
Somos los ecos de las voces desgarradas en el Estadio Nacional de Santiago de Chile. Somos los cuerpos arrojados sin piedad a uno y otro margen del Río de la Plata. Somos los estampidos de los fusiles que acribillaron a las familias mineras de Catavi y Siglo XX. Somos los escombros de la tierra arrasada en el Petén y en Morelos. Somos las generaciones arrebatadas por la guerra sucia en Honduras, El Salvador y Nicaragua. Somos los millones de desplazados por la violencia en Colombia y en México.
Somos, les podemos asegurar, muchos más de treinta mil.
Y si nuestros sueños son como esas cenizas que fertilizan la tierra desolada por el incendio, nuestros árboles nunca caen sin dejar rebrotes. En su savia no está inscrita la venganza, el odio o la revancha. Simplemente, los deseos y la confianza de que un mundo más justo es posible. Y necesario.

Leyendo El Capital: una reflexión para el siglo XXI.

Charla sobre la vigencia y pertinencia de una lectura profunda de El Capital de K. Marx, ante los conflictos a que nos enfrenta el siglo XXI.

Fecha: 18 de noviembre de 2015. 19h.
Lugar: Facultad de Historia de la Universidad de Valencia. Aula F1.1.

– Video completo de la charla: https://youtu.be/b0NDo5AXahs
– Debate final: https://youtu.be/xURHtybxO5Q
– Power Point de la presentación: http://1drv.ms/1NgfXO1

– Presentación del ciclo de conferencias por Jose Antonio Benzal: https://youtu.be/3BfegkQkgjo

Reportaje fotográfico: http://1drv.ms/1QA3yVF

Este acto inicia el ciclo de conferencias y cineforum que el sindicato de estudiantes Acontracorrent y Frente Civico Somos Mayoría han organizado para el curso 2015-16 bajo el título

COMPRENDER EL MUNDO, CONSTRUIR LA ALTERNATIVA.

Abordando asuntos como las bases para un nuevo contrato social, la geopolítica de Oriente Medio, los procesos constituyentes en América Latina, Rusia, la democracia económica, la subversión feminista de la economía y la gran transición geopolítica, este Seminario de Formación Crítica contará también con las ponencias de

– Yayo Herrero
– Nazanín Armanian
– Rubén Martínez
– Antonio Fernández Ortín
– Armando Fernández Steinko
– Manuel Monereo y Héctor Illueca.

Acceso libre y gratuito.

¡ Estáis to@s invitad@s !

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COMPRENDER EL MUNDO. CONSTRUIR LA ALTERNATIVA

El programa de 8 módulos se cursa durante 9 meses entre noviembre de 2015 y junio de 2016, a razón de un modulo cada mes. Los textos íntegros de las ponencias presentadas en el Seminario se publicarán en forma de libro en el momento de su finalización, editado por El Viejo Topo.

Descripción.

La profundidad de la crisis actual exige una explicación sistemática que aclare la raíz común de todos los males que padece nuestra sociedad: financieros, económicos, ecológicos, sociales, geopolíticos. Las explicaciones divulgadas por los medios de comunicación tienden a centrarse en los aspectos económicos y financieros, aislándolos de otros factores y otorgándoles una prioridad absoluta. Sin embargo, la crisis es muy profunda y tiene múltiples dimensiones, incluyendo fenómenos no estrictamente económicos como el cambio climático, las carencias de cuidado o el vaciado de la democracia. La extendida intuición que señala al capitalismo principal culpable de la crisis es acertada, pero insuficiente.

En efecto, el pensamiento de Karl Marx constituye un buen punto de partida para comprender la sociedad que nos rodea, pero debe enriquecerse con otros enfoques como el feminismo, el pos-colonialismo o el ecologismo, que iluminan nuevas configuraciones de los conflictos sociales generados en torno a la naturaleza, la reproducción social y el poder político, sobre nuevos ejes de desigualdad: la nacionalidad-raza-etnia, la religión, la sexualidad, la clase social. Estas ideas deben incorporarse al debate actual sobre el capitalismo, caracterizándolo como un sistema social basado en la propiedad privada y la acumulación autoexpansiva, cuya viabilidad depende de la existencia de condiciones de fondo relacionadas con la reproducción social, la ecología de la Tierra y el poder político. En definitiva, para comprender el capitalismo debemos conectar la perspectiva de Marx con el enfoque feminista, ecologista y geopolítico.

La construcción de la alternativa es una tarea difícil que exige superar innumerables barreras políticas, sociales y culturales, recreando un nuevo imaginario rebelde y emancipador que abogue por la transformación del orden social imperante. Desde este punto de vista, resulta imprescindible esclarecer las relaciones entre las distintas luchas sociales y favorecer la cooperación entre las mismas, en la perspectiva de la unidad de todas las corrientes progresistas en un mismo bloque anti-sistémico. La expropiación de los trabajadores, la dominación de género y el atropello de la naturaleza constituyen importantes focos de conflicto en la sociedad capitalista y pueden convertirse en luchas unitarias por objetivos globales. Si se concibieran a sí mismas de este modo, las personas y grupos que protagonizan las luchas emancipadoras pudieran cooperar y unirse, aunando sus esfuerzos en una misma ola emancipadora.

Contenido.

Módulo 1 Leyendo El capital: una reflexión para el siglo XXIJorge Negro
Contenido Karl Marx fue capaz de entablar un diálogo fluido con el pensamiento de la Ilustración y ofrecer una interpretación integradora del capitalismo que entronca con la tradición republicana de los filósofos clásicos. El filósofo de Tréveris dedicó su trabajo de investigación más importante, El capital, a estudiar las leyes que sustentan el sistema de producción capitalista, basado en la existencia de dos clases antagónicas: la de los capitalistas propietarios y la de los trabajadores asalariados. Al hacerlo, Marx descubre que la explotación de unos hombres sobre otros requiere la erradicación previa de cualquier posibilidad de independencia civil para la inmensa mayoría de la población, advirtiendo la existencia de una radical incompatibilidad entre el capitalismo y los ideales de la Ilustración.
Módulo 2 Mejor con menos: bases para un nuevo contrato socialYayo Herrero
Contenido Las sociedades capitalistas se han construido de espaldas a las bases materiales que sostienen la vida. Construida sobre cimientos patriarcales, antropocéntricos y depredadores, la organización de nuestras sociedades amenaza con provocar un verdadero colapso ecológico y humano. La vida humana depende de la biosfera y también de la cantidad enorme de trabajo y energía que supone ocuparse de los cuerpos vulnerables. Las sinergias entre dos visiones heterodoxas de la economía, la ecológica y la feminista, contribuyen a alumbrar otro paradigma que sitúe el bienestar para todas las personas y la conservación de la vida humana y natural en el centro del interés. Se trata de sentar otras bases que permitan reconstruir los vínculos entre humanos y establecer otras relaciones con la naturaleza, como tarea insoslayable si queremos seguir viviendo con cierta seguridad en este planeta. 
Módulo 3 Geopolítica de Oriente Medio: crisis y desafíosNazanín Armanian
Contenido El panorama que se dibuja hoy en Oriente Medio no puede ser más desolador: tanto Libia como Yemen, Iraq o Siria son víctimas de una estrategia diseñada por EEUU que pretende convertir la región en una sucesión de Estados fallidos inevitablemente sometidos al orden neoliberal globalizado. Y para ello las grandes potencias occidentales no han dudado en servirse del yihadismo y de organizaciones islámicas radicales, como los Hermanos Musulmanes y sus aliados, cuya máxima pretensión es establecer en la región regímenes teocráticos, sin cuestionar nunca su supeditación económica y geoestratégica al capitalismo mundializado. Las sucesivas guerras, las cuestiones petrolíferas o las contradicciones del desarrollo económico son sólo algunas de las heridas que laceran la cuna de la civilización europea.
Módulo 4 Cambio político y procesos constituyentes en América LatinaRuben Martínez
Contenido América Latina fue el primer escenario donde se implantaron las políticas neoliberales. Chile sirvió de ensayo, antes que el gobierno de Thatcher las aplicara en el Reino Unido. Pero también fue la primera región del mundo en alumbrar un movimiento de rechazo a esas políticas, que sólo sirvieron para aumentar la pobreza, incrementar las desigualdades sociales, destruir el medioambiente y debilitar a los movimientos obreros y populares. Fue en América Latina donde comenzó el repunte de las fuerzas progresistas y de izquierda después del derrumbe del socialismo en la URSS. En un primer momento fueron luchas de resistencia frente a las políticas neoliberales, pero después de unos años se pasó a la ofensiva, a la conquista de espacios de poder condicionados por las grandes limitaciones que sufren los gobiernos que impulsan los cambios.
Módulo 5 Punto de inflexión: Rusia en el arranque del siglo XXIAntonio Fernández Ortiz
Contenido El objetivo principal de la guerra fría fue la destrucción de la URSS. Esta destrucción se concretó, entre otras cosas, en la desaparición del Estado soviético en diciembre de 1991. Sin embargo, para Occidente Rusia sigue siendo, incluso en su configuración actual, demasiado peligrosa, pues conserva muchos de los atributos de una gran potencia capaz de poder hacer frente a la política expansionista de Estados Unidos. Un posible, aunque improbable, cambio político en Rusia daría lugar a la reaparición de un antagonista, de un segundo polo que Occidente no está dispuesto a consentir. La desaparición de Rusia y su neutralización como núcleo antagonista aparecen como objetivos prioritarios de las potencias occidentales en los conflictos de Georgia y Ucrania, cuyas consecuencias geopolíticas son difíciles de predecir.
Módulo 6 Democracia económica, núcleo de una estrategia anticapitalistaArmando Fernández Steinko
Contenido La implantación de otro sistema económico tendrá inevitablemente que abordar la cuestión de la democracia económica para que los productores puedan influir en el rumbo de la economía y sigan siendo ciudadanos en el espacio donde desarrollan su trabajo, garantizando de este modo la propia democracia política. Se trata, en definitiva, de abrir a la participación ciudadana la regulación general de la economía, alterando las relaciones de poder que caracterizan al capitalismo y posibilitando la instauración de un orden económico y social verdaderamente solidario. Así concebida, la democracia económica evoca un socialismo con planificación descentralizada y participación en el trabajo, erigiéndose como una alternativa al capitalismo portadora de una mayor eficacia económica y garante de una mayor igualdad, libertad y de un trabajo con sentido.
Módulo 7 Subversión feminista de la economíaAmaia Pérez Orozco
Contenido El sostenimiento de la vida sigue estando privatizado, invisibilizado, feminizado. La economía feminista estudia y detalla las bases de un sistema injusto e inviable, fundado en la division sexual del trabajo y el expolio del planeta. Su propósito consiste en mirar «más acá» de los mitos del desarrollo (crecimiento ilimitado), la riqueza (acumulación de capital) y el trabajo (limitado al trabajo asalariado) y a la vez dar cuenta de las tareas, redes y sujetos económicos que, material y cotidianamente, garantizan que la vida siga adelante. En este momento de tránsito, en el que el Estado del bienestar se ha escorado hacia los mercados, es urgente discutir, radical y democráticamente, qué vida creemos digna de ser vivida y cómo podemos organizarnos para sostenerla de forma colectiva.
Módulo 8 La gran transición geopolíticaManuel Monereo y Héctor Illueca
Contenido La crisis, su duración e intensidad están relacionadas con el mantenimiento de la hegemonía de EE. UU. en el mundo. Ahora bien, la decadencia norteamericana no necesariamente significa colapso y mucho menos hundimiento. Una potencia como la norteamericana intentará siempre hacer prevalecer política y militarmente lo que ya no puede hacer económicamente. Por ello, la emergencia de China, India o Rusia anticipa cambios radicales que, tarde o temprano, terminarán teniendo consecuencias geopolíticas y que inauguran una larga etapa de crisis y seguramente de guerras. Pensar la decadencia de Estados Unidos, sumada al agravamiento de los problemas medioambientales y de las desigualdades en un mundo en crisis, requiere mucha lucidez y una importante capacidad de intervención de los pueblos.

 CRONOGRAMA

Fecha

Hora

Actividad

Docente

18/11/2015

19:00

Leyendo El capital: una reflexión para el siglo XXI Jorge Negro

01/12/2015

19:00

Mejor con menos: bases para un nuevo contrato social Yayo Herrero

04/02/2016

19:00

Geopolítica de Oriente Medio: crisis y desafíos Nazanín Armanian

18/02/2016

19:00

Cambio político y procesos constituyentes en América Latina Rubén Martínez

31/03/2016

19:00

Punto de inflexión: Rusia en el arranque del siglo XXI Antonio Fernández Ortiz

19/04/2016

19:00

Subversión feminista de la economía Amaia Pérez Orozco

17/05/2016

19:00

Democracia económica, núcleo de una estrategia anticapitalista Armando Fernández Steinko

14/06/2016

19:00

La gran transición geopolítica Manuel Monereo y Héctor Illueca

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PONENTES 

AMAIA PÉREZ OROZCO: Doctora en economía por la Universidad Complutense de Madrid, imparte clases sobre género y economía en diversos estudios de posgrado. Ha trabajado como investigadora del Instituto Internacional de Investigación y Capacitación de la ONU para la Promoción de la Mujer y participa activamente en movimientos sociales. Está especializada en el análisis de lo que, a su juicio, supone una crisis civilizatoria multidimensional que va más allá del colapso financiero, y en la investigación sobre las respuestas que puede dar el feminismo a esta crisis poniendo a los cuidados en el centro. Entre otras obras, es autora de Perspectivas Feministas en torno a la Economía: el caso de los cuidados (2006) y Subversión feminista de la economía (2014), una reflexión sobre la economía feminista en la que se analizan las bases de un sistema injusto e inviable, fundado en la division sexual del trabajo y el expolio del planeta.

RUBÉN MARTÍNEZ: Doctor en Derecho por la Universidad de Valencia, en la actualidad es Profesor de Derecho Constitucional en el Departamento de Derecho Constitucional y Ciencia Política. Realizó estudios postdoctorales en la Universidad Federico II de Nápoles y es consultor en Derecho Constitucional en la Universitat Oberta de Catalunya. Entre sus líneas de investigación destaca especialmente el análisis de la legitimidad democrática, lo que le ha llevado a estudiar las condiciones democráticas de instituciones como el Ministerio Fiscal o el Banco Central Europeo. También ha centrado su interés en los procesos constituyentes, principalmente latinoamericanos. Es autor de numerosos artículos y monografías, entre los que cabe destacar Aspectos constitucionales del Ministerio Fiscal (1999), Cambio político y proceso constituyente en Venezuela (2000), La independencia del Banco Central Europeo (2005) o Democracia, participación y voto electrónico (2007). Ha trabajado activamente en organizaciones defensoras de los Derechos Humanos como Amnistía Internacional y formó parte de la campaña estatal que derogó la pena de muerte en el Código Penal Militar.

MANUEL MONEREO PÉREZ: Licenciado en Derecho por la Universidad de Granada y Doctor en Ciencias Políticas, es miembro del Centro de Estudios Políticos y Sociales y ex-director de la Fundación de Investigaciones Marxistas. Ha dirigido, coordinado y participado en numerosas publicaciones y revistas, entre ellas «El Viejo Topo», «Mundo Obrero» o «Utopías: Nuestra Bandera». Si en el horizonte intelectual de Manuel Monereo caben todos los grandes pensadores de la política, en sus reflexiones ocupan un lugar destacado figuras centrales del pensamiento marxista como Mariátegui, el Ché o Antonio Gramsci. Militante histórico del Partido Comunista de España, es también uno de los impulsores del Frente Cívico Somos Mayoría, un proyecto impulsado por Julio Anguita que persigue el ambicioso reto de convertir a la mayoría social en una mayoría consciente de sí misma y de su fuerza organizada, involucrando a la ciudadanía en un proceso de cambio social, político y económico.

NAZANIN ARMANIAN: Profesora de Relaciones Internacionales en la UNED y Licenciada en Ciencias Políticas, ha impartido numerosos cursos en el ámbito universitario sobre el mundo islámico y la actualidad de Oriente Medio. Traductora jurada de persa/farsi al español, sus principales áreas de investigación versan sobre el mundo islámico, el islam político, la geopolítica de Oriente Medio y el Norte de África y los derechos de las mujeres. En sus artículos, libros y conferencias desmitifica la situación de las mujeres en el mundo árabo-musulmán y denuncia el auge del fundamentalismo en todas las religiones. Entre sus principales publicaciones destacan Irak, Afganistán e Irán: 40 respuestas al conflicto de Oriente Próximo (2007), Irán, la revolución constante (2012) y El Islam sin velo (2009). Colabora en diversos medios de comunicación y mantiene una columna semanal en su blog Punto y Seguido, en el diario Público.

HÉCTOR ILLUECA: Doctor en Derecho por la Universidad de Valencia e Inspector de Trabajo y Seguridad Social desde 2004. Participante habitual en sistemas extrajudiciales de solución de conflictos laborales, ha sido Árbitro en materia de elecciones sindicales durante los años 2005-2009. Ha impartido numerosos cursos y seminarios sobre diferentes materias vinculadas al ámbito de los derechos sociales y políticas públicas y es coautor del libro El huracán neoliberal: una reforma laboral contra el Trabajo (2012), que estudia críticamente los cambios percibidos en la configuración del Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social desde la irrupción del neoliberalismo. De amplia formación intelectual, es un destacado especialista en el estudio del fenómeno de la descentralización productiva y su impacto en el sistema relaciones laborales, destacando su reciente obra Descentralización productiva y prevención de riesgos laborales en las obras de construcción (2015). Articulista habitual en distintos medios, mantiene posiciones críticas sobre la desregulación del mercado de trabajo y la política económica neoliberal. En estos últimos tiempos, ha desarrollado una intensa actividad orientada a la presentación y consolidación del Frente Cívico Somos Mayoría.

ANTONIO FERNÁNDEZ ORTIZ: Licenciado en Historia y especialista en la URSS y Rusia. Ha publicado artículos en revistas rusas y españolas. Coautor de Kommunizm, evrokommunizm, sovetskii stroi (ITRK, 2000) y autor de Chechenia versus Rusia: el caos como tecnología de la contrarrevolución (El Viejo Topo, 2003). Ha realizado traducciones al español de autores y textos rusos, entre ellos: El libro blanco de Rusia. Las reformas neoliberales (1991-2004) (El Viejo Topo, 2007). En el campo de la narrativa es autor de varios relatos y cuentos cortos y de la novela Memorias de Espartania (Montesinos, 2008). Está estrechamente vinculado a Rusia desde el año 1992, cuando comenzó a realizar prolongadas estancias de estudio y trabajo en diferentes centros de investigación de este país. Reside en Moscú y vive a caballo entre esta ciudad y su Cieza natal.

JORGE NEGRO: Arquitecto técnico de profesión, durante más de 25 años ha procurado compaginar el trabajo dedicado a la construcción de obra pública y civil con una intensa actividad dedicada al estudio y el aprendizaje. Graduado en Filosofía por la Universidad de Valencia, también es Licenciado en Humanidades y Máster en Cooperación Internacional y Ayuda Humanitaria. En los últimos años ha centrado su actividad en profundizar, entre otros, en autores clásicos como Marx, Rousseau, Kelsen o Marvin Harris. Convencido de que no puede haber cambio sin el conocimiento de las claves de lo que acontece, considera que estos autores pueden resultar verdaderos “desveladores de las tripas o costillas del sistema”. En este sentido se ha propuesto la labor de divulgar su lectura entre el gran público, promoviendo y guiando lecturas colectivas, escribiendo textos de ayuda y grabando personalmente los textos en audiolibros para facilitar el acceso a las obras y su difusión entre personas con algún tipo de discapacidad visual. Profundo conocedor de El Capital, es miembro fundador del Frente Cívico y militante de Izquierda Unida.

YAYO HERRERO LÓPEZ: Ingeniera técnica agrícola, antropóloga y educadora social, en la actualidad es profesora-tutora de la Facultad de Pedagogía y de Antropología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Reconocida experta en materia de ecología social, gestión medioambiental y economía solidaria, participa activamente en Ecologistas en Acción y es miembro del consejo de redacción de la revista Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, editada por el Centro de Investigación para la Paz. Ca. Además de su labor académica, colabora con distintos tipos de organizaciones e instituciones dando conferencias que en la medida de lo posible ayuden a concienciar a la ciudadanía de la necesidad de empoderarse para conseguir un mundo más justo e igualitario donde desaparezca todo tipo de discriminación, pero especialmente aquellas que sufren las mujeres por el simple hecho de serlo.

ARMANDO FERNÁNDEZ STEINKO: nacido en Madrid en 1960, es investigador, ensayista y profesor en la Universidad Complutense. Aparte de la agricultura ecológica, cultiva profesionalmente los campos de la historia, la sociología y la economía política. Autor de numerosos artículos sobre temas de sus varias especialidades académicas, sus publicaciones más recientes son Las pistas falsas del crimen organizado (2008) e Izquierda y Republicanismo. El salto a la refundación (2010), un llamamiento a la refundación de la izquierda para que asuma el protagonismo de un movimiento que impulse una salida a la crisis más grave que ha sufrido el capitalismo desde 1929. Es colaborador habitual de las revistas Sozialismus (Hamburgo) y El Viejo Topo (Barcelona).

Bibliografía.

ARMANIAN, N. y ZEIN, M. Irak, Afganistán e Irán: 40 respuestas al conflicto de Oriente Próximo. Madrid, Lengua de Trapo, 2007.

–       Irán, la revolución constante. Barcelona, Flor del Viento, 2012.

–       El Islam sin velo. Barcelona, Planeta, 2009.

ARRIGHI, G. Adam Smith en Pekín. Orígenes y fundamentos del siglo XXI. Madrid, Akal, 2007.

BELLAMY FOSTER, J. y MAGDOFF, F. La gran crisis financiera. Causas y consecuencias. México, D. F., Fondo de Cultura Económica, 2009.

FERNÁNDEZ ORTIZ, A. Chechenia versus Rusia. El caos como tecnología de la contrarrevolución. Barcelona, El Viejo Topo, 2003.

–       “33 Tesis sobre el proyecto soviético”. El Viejo Topo, 2002, núm. 160-161.

–       “El hombre, el Cosmos, la Ciencia y el bien. Los soportes éticos de la ciencia soviética”. Utopías, nuestra bandera, 2001, núm. 188.

–       “Entrevista a Alexandr Alexandrovich Zinoviev”. El Viejo Topo, 2001, núm. 154-155.

–       “Estalinismo, sociedad tradicional y sentimiento de revolución frustrada”. Utopías, nuestra bandera, 1996, núm. 168.

–       “Nuestra causa es justa, nosotros venceremos (Moscú, 9 de mayo de 1995)”, en CiezaDigital (http://www.enciezadigital.com/public/060406CausaJusta.pdf).

–       “Reflexiones sobre la naturaleza de la sociedad soviética. Necesidad de nuevos modelos de interpretación”, en CiezaDigital (http://www.enciezadigital.com/ public/ReflexionesnaturalezaURSS220306.pdf).

–       ¡Ve y lucha! Stalin a través de su círculo cercano. Barcelona, El Viejo Topo, 2012.

FERNÁNDEZ STEINKO, A. “Democracia económica, núcleo de una estrategia antineoliberal”, en Rebelión (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=161524).

–       “Democracia económica y legitimidad política”. Lan Harremanak, 2005, núm. 12.

–       Democracia en la empresa. Madrid, HOAC, 2000.

HERRERO, Y. “Bases para un nuevo contrato social. Defenderse del capitalismo y los capitalistas: un imperativo para la supervivencia”. Ecologista, 2014, núm. 83.

–       “Golpe de estado en la biosfera. Los ecosistemas al servicio del capital”. Investigaciones feministas, 2011, núm. 2.

–       “Menos para vivir mejor. Reflexiones sobre el necesario decrecimiento de la presión sobre los sistemas naturales”. Ecologista, 2010, núm. 64.

–       “Miradas ecofeministas para transitar a un mundo justo y sostenible”. Revista de Economía Crítica, 2013, núm. 16.

–       “Propuestas ecofeministas para un sistema cargado de deudas”. Revista de Economía Crítica, 2011, núm. 13.

–       “Vivir bien con menos: ajustarse a los límites físicos con criterios de justicia”. Viento Sur, 2010, núm. 108.

ILLUECA, H. “Acumulación por desposesión en Europa”. Laberinto, 2015, núm. 44.

–       Prólogo al libro Por Europa y contra el sistema euro, de MONEREO, M. y LLOPIS, E. Barcelona, El Viejo topo, 2014.

–       Prólogo al libro Rebelión. Unión Europea, España Federal y Tercera República, de ANGUITA, J. Cieza, Alfaqueque, 2014.

ILLUECA, H. y GUAMÁN, A. El huracán neoliberal. Madrid, Sequitur, 2012.

–       “La Unión Europea: una nueva colonización”. El texto completo puede obtenerse en http://blogs.publico.es/dominiopublico-/8679/la-union-europea-una-nueva-colonizacion-parte-i/.

LAPAVITSAS, C. Crisis en la eurozona. Madrid, Capitán Swing, 2013.

MARTÍNEZ DALMAU, R. El proceso constituyente boliviano (2006-2008) en el marco del nuevo constitucionalismo latinoamericano. La Paz, Editorial Enlace, 2008.

–       Pluralidad y pueblos indígenas en las nuevas Constituciones latinoamericanas. En: AA. VV. (Dir.: Antonio Pigrau Solé) Pueblos indígenas, diversidad cultural y justicia ambiental. Un estudio de las nuevas Constituciones de Ecuador y Bolivia. Valencia, Tirant lo Blanch, 2013.

MARTÍNEZ DALMAU, R. y VICIANO PASTOR, R. Cambio político y proceso constituyente en Venezuela (1998-2000). Valencia, Tirant lo Blanch, 2001.

MONEREO, M. De la crisis a la revolución democrática. Barcelona, El Viejo Topo, 2013.

–       “La gran transición geopolítica”. El Viejo Topo, 2011, núm. 278.

–       Por Europa, contra el Euro. Barcelona, El Viejo Topo, 2014.

MONEREO, M. e ILLUECA, H. Por un nuevo proyecto de país. Barcelona, El Viejo Topo, 2015.

NAREDO, J. M. Raíces económicas del deterioro ecológico y social. Más allá de los dogmas. Madrid, Siglo XXI, 2010.

PÉREZ OROZCO, A. Subversión feminista de la economía. Madrid, Traficantes de Sueños, 2014.

–       “Amenaza tormenta: la crisis de los cuidados y la reorganización del sistema económico”. Revista de Economía Crítica, 2006, núm. 5.

–       “De vidas vivibles y producción imposible”, en Rebelión (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=144215).

–       “Diagnóstico de la crisis y respuestas desde la economía feminista”. Revista de Economía Crítica, 2010, núm. 9.

SAPIR, J. El nuevo siglo XXI. Del siglo americano al retorno de las naciones. Barcelona, El Viejo Topo, 2008.

Trabajo garantizado + Renta Básica + Reparto de trabajo.

Las tres caras de la misma moneda: las condiciones individuales para la emancipación de la clase trabajadora.

¿Las condiciones sociales?: muchas, pero muy sencillas. Eliminación del fraude fiscal, progresividad fiscal hasta límite confiscatorio (ingresos individuales máximos) igualando la renta de las empresas a la de las personas físicas, penalización impositiva a la economía especulativa, sacar del mercado los bienes estratégicos y de subsistencia que ponen en peligro la soberanía alimentaria, energética y tecnológica (energía, agua, minería, tierras de cultivo, alimentación, vivienda) incluidos sanidad, pensiones, educación y justicia. Y lógicamente, la investigación, a través de las universidades, pública y al servicio de la sociedad.

Y República, claro, república, federación territorial y municipalismo, qué tontería. Igualdad formal, salvo discriminación positiva que compense el desigual acceso a los recursos provocado por la desigualdad material. Imperio de la Ley, separación de poderes y libertad de información. Qué burgués y caduco suena todo, sin duda, ¡pero qué bajo hemos caído!

¿Se quiere? Se puede.

Ahhhh ¿Que todo o parte de «eso» puede ser «incompatible» con el «euro»…? Vaya. Pues el «euro» se lo tendrá que hacer mirar, es decir, si quiere estar al servicio de las personas o de su explotación. Esto y no aquello, es lo incompatible.

Solo nos queda saber si somos de «izquierdas» o de «derechas», de forma consecuente y sin vergüenza. Para todo lo demás, trabajo y pedagogía.

 

Valencia, 25 de abril de 2015

(https://www.facebook.com/yacumino/posts/10205443336176737)

Confluencia: tic-tac-tic-tac .

Sobre el poder, y la confluencia de la izquierda española.

Por Jorge Negro Asensio (publicado en Rebelión, 13 de marzo de 2015)

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=196460&titular=confluencia:-tic-tac-tic-tac-

 

La izquierda nunca ha sido belicista. Porque no es competitiva, no es egoísta, no es excluyente. Porque no quiere el bien solo para si, sino para elevar sin distinción la dignidad de todos los seres humanos. Incluso la de aquellos que puedan no compartir esa visión de la vida. Quien es de izquierda no puede ser feliz con la miseria a su alrededor, aunque él mismo no la sufra.

Pero la derecha si puede, y vaya si puede: va en su ADN. El «homo homini lupus» y el «Principio de Razón Suficiente» operan como axiomas, inapelables, desde los que explicar y justificar todo lo que hay, por qué lo hay y por qué no puede ser -ni se permitirá que sea- de otra manera. Realmente, son dos argumentos muy básicos, pero no hace falta más: con esos dos axiomas los defensores del statu quo pueden no escatimar -ni escatimaron, ni escatimarán- recursos ni muertos, pues ambos los ponen siempre los mismos: los miserables, la sal de la tierra. “Ese es el mundo que hay”. “Nadie dijo que fuera justo”, ni que tuviera que serlo.

Así, en resumidas cuentas, unos no queremos la violencia porque nos resulta indigna; y otros no la quieren porque es costosa. Podría parecer que se trata de posiciones cercanas, pero bien vistas son incompatibles: de “caro” a “indigno” hay una asimetría fundamental, donde “caro” es algo cuya conveniencia se puede ponderar, e “indigno” es un término absoluto en el que no cabe matiz. Son planteamientos excluyentes. Entre sus defensores no hay nada que negociar.

Por tanto, la aparición de la violencia está garantizada. Unos la usarán creyéndose debidamente justificados; otros, espantados, se abstendrán incluso de la propia defensa, ejerciendo de sparrings hasta caer abatidos. En general podría decirse que no se trata siquiera de una cuestión moral, sino más bien constitutiva y posicional -genética, educacional, cultural… ¡tántas cosas nos constituyen!-. Hay quien siente vergüenza, y hay quien es un desvergonzado; sádico, masoquista; manipulador, ingenuo; egoísta, generoso ¿se pueden “educar” estas posiciones? Algunas, quizás ¿Y reeducar? Habrá que verlo. En todo caso, probablemente la empatía o la amoralidad no se elijan. ¿El cargo público hace sinvergüenza al político, o el cargo solo pone de manifiesto el sinvergüenza que ya era? ¿Se elige pegar a un estudiante o a un anciano desarmados en la calle; o la impunidad que da el anonimato del casco y las reglas del juego hace que se manifieste lo más despreciable de ti mismo?

En la lucha por la vida, el sitio en el que el azar nos pone saca brillo a lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros. Pero el olmo, como todo el mundo sabe, no da peras. Por lo que, independientemente del libreto y papel que nos haya tocado en el teatro del mundo, cada uno solo podrá comportarse como lo que es. Si por un casual tocó al zorro cuidar gallinas y al imbécil el papel de rey, ya tenemos garantizado el esperpento y el espectáculo no puede fallar.

En la lucha de clases -esa que muchos dicen que no existe- ocurre lo mismo. Una clase trata de obtener su subsistencia a partir del salario que la otra le permite ganar. La segunda vive a costa de la primera, controlando el acceso a los recursos naturales, a fin de que el populacho no se crezca en demasía. Si se puede, se hará sin violencia. Pero, si hay que usarla, se la usará. Porque lo que está en juego no es otra cosa que la supervivencia de clase, la posición en la “pirámide alimenticia”. Y como decían nuestras madres, “con la comida no se juega”. El poder, en la selva igual que en sociedad, solo se dirime por la fuerza.

Por tanto, si en última instancia el poder viene a depender del azar y de la fuerza (por mucho que queramos dorarlo de “derecho”) el asunto tiene mala solución. Estando en juego intereses de clase vitales y contrapuestos, solo resolubles por medio de una inteligencia y una voluntad que pueden no acompañar a una o a ninguna de las partes, y sin árbitro que dirima el litigio, … la cosa puede acabar en violencia. Y parafraseando a Murphy, si algo puede acabar mal, lo hará. Una de las partes ganará, lo llamará “justicia y restitución”, la otra perderá, y lo llamará “injusticia y expolio”… Con ello todo vuelta a empezar, sin haber aprendido nada: lo que por la fuerza se gana, por la fuerza se pierde. Ganar no es convencer, una victoria no es un contrato, y nadie sensato debería dormir tranquilo sobre lo obtenido por la mera fuerza.

Por eso, quizás, nadie -o casi nadie- quiere la violencia. Pero para evitarla no basta solo con desearlo: no hay acuerdo cuando una de las partes no quiere.

Si de verdad se desea evitar la violencia, entre partes con intereses contradictorios (dígase por ejemplo, sociedad de mercado, sociedad de castas, aristocracias hereditarias, religiones excluyentes, etnias irreconciliables, clases sociales capitalistas, etc.) ambas partes deben vivir y convivir en un mutuo y sagrado convencimiento: levantarse de la mesa de negociación sin un acuerdo mutuamente satisfactorio puede ser fatal para todos. Fuera del mutuo y libre acuerdo “toda” convivencia y paz es inviable. Y una vez desatada la violencia solo gana la fuerza. A partir de allí, cualquier victoria no solo es pírrica y efímera, sino que además depende de azares por definición completamente fuera de control.

El aspirante a tirano de turno (politicastro, pequeño estafador, ladrón, espabilado, mandamás, jefezuelo, dictador o potencia ocupante) debe vivir en el pleno convencimiento, en la certeza absoluta de que, pasado cierto límite tolerable de abuso o explotación, se le responderá con toda la contundencia que sea necesaria -incluso la violencia, si, aunque duela y repugne decirlo e incluso pensarlo-. Para él no es nada personal, es solo una cuestión de negocios, por lo que optará por la estrategia que reporte mayores, más rápidos o más seguros beneficios.

Para evitar la violencia, todo violento, descerebrado, perversillo o psicópata en potencia, debe tener claro que no saldrá impune, que no habrá tolerancia ni perdón ni compasión ni prescripción para con él; que siempre tendrá más que perder que ganar. Que toda victoria será pasajera,y que no podrá ocultarse ni huir y será perseguido allí donde vaya hasta el fin de sus días. Será un muerto civil, un muerto en vida.

Para eso, y para evitar una guerra civil, aceptamos que el Estado detentase el monopolio de la violencia legítima. Pero no sin condiciones. Ni siquiera en un absolutista como Hobbes.

Por eso, resulta especialmente dramático constatar una y otra vez cómo esa violencia legítima ha sido secuestrada y pervertida impunemente por los mismos delincuentes de quienes nos tenía que proteger. Y que de resultas de ello, una vez prostituidas las instituciones del Estado no haya más “violencia legítima” que la que gana, la que tiene el poder fáctico.

¡Vaya barbaridad!… Juntar en una misma frase “violencia”, “legítimidad” y “poder fáctico” es algo más que confuso: es un completo oximorón. Y es ofensivo para cualquier inteligencia: si solo es legítima la violencia que gana, ¿para qué nos hace falta el derecho?

Cuidado con la respuesta.

Asunto feo y difícil para la izquierda, para la gente de bien, para la gente decente, para los que simplemente queremos vivir y prosperar en paz, ganando el pan haciendo el bien, sin robarlo a nadie. Un asunto difícil, porque estamos obligados a jugar un juego en el que no elegimos ni el terreno ni las reglas: ambos son decididos por el enemigo, por los listillos, los psicópatas, los perversos, por los que van a medrar con la explotación ajena, con el sufrimiento del prójimo, con la vida de nuestros hijos, vendida al peso en el mercado internacional de carne humana.

Por eso, cuidado con la respuesta, porque -recordemos- las víctimas siempre las ponemos nosotros.

Si queremos evitar la violencia, tendremos que ser capaces de dar a luz un poder tan real, tan grande y tan omnipresente que como mínimo equilibre el terreno de juego, y en el que el enemigo sepa que está arriesgando a perderlo todo en una sola jugada.

¿Que ese poder se constituye para recomponer el consenso socialdemócrata de postguerra? Ya lo dijo Salustio: la mayoría no quiere ser libre sino tener un amo justo. Bienvenido sea. A mi me vale. (Mientras el amo sepa que no ser justo puede salirle -y le saldrá- caro).

¿Qué ese poder decide dar un paso más allá y terminar con la estructura de poder y de producción que nos somete a desigualdades estructurales, agotamiento del ecosistema, permanentes crisis, intrigas y peligros de golpes de estado abiertos o encubiertos? Bienvenido sea un nuevo Contrato Social. A mi me vale.

Sea lo que sea, será lo que tenga que ser. Pero lo que sea, que lo sea libremente y decidido por nosotros, no impuesto ni colado por la puerta de atrás.

Y eso no se hace hablando solo de confluencia. Ni deseándola. Se hace ejerciendo el poder, la ciudadanía, unificadamente, con un proyecto común, desde la diversidad individual, partidaria e ideológica, desde todos los rincones de la sociedad y el Estado, desde la sociedad civil erigida orgánicamente en pueblo.

Confundir imaginación con realidad, posibilidad con probabilidad, deseo con poder, es resignarnos a seguir siendo meros objetos inertes al vaivén de las fuerzas ocultas del enemigo, que nos arrastran a su antojo y conveniencia. Es condenarnos a la inevitabilidad de un gigantesco campo de concentración nazi, a un Matrix a escala global, con una masa ingente y creciente de lumpenproletariado ejerciendo de esbirros de un tirano difuso por un mendrugo de pan algo mayor que el que arrojan al resto.

Quedan quince o veinte días para ganar o fracasar, aunque parece que muy poca gente haya tomado conciencia de ello, y algunos se permitan seguir jugando a politiquillos de patio de colegio, con sus pequeñas intrigas y miserias palaciegas, como si viviéramos en un paraiso y la vida fuera eterna. Pero no habrá premio de consolación para el perdedor, ni segunda oportunidad. Si fracasamos en las municipales, lo siguiente con toda probabilidad será una debacle general. Nuestros hijos ya podrán ir pidiendo doble nacionalidad o permisos de trabajo allí donde quieran aceptarles como mano de obra barata.

Sinceramente, no se si -como pueblo- estamos a la altura del desafío; ni se si nuestros líderes y dirigentes lo están. Pero pronto lo veremos. Demasiado pronto.

Tic-Tac-Tic-Tac … Un reloj que lamentablemente no cuenta para el enemigo (como piensa el inventor de la expresión). Para el enemigo el tiempo está detenido, y le va muy bien que siga asi. El tiempo, solo corre para nosotros y corre en contra nuestra.

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Jorge Negro Asensio (Valencia, 8 de marzo de 2015)

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http://www.safecreative.org/work/1503083423388-jorge-negro-confluencia-tic-tac-8-3-15

Conceptos básicos de El Capital.

Jorge Negro Asensio

Aldaia, 28 de noviembre de 2014.

Presentación y resumen de los primeros 8 capítulos de El Capital (tomo I) de K.Marx.

(A continuación solo se reproduce la INTRODUCCIÓN, resto del documento disponible en el enlace  CONCEPTOS BASICOS DE EL CAPITAL).

http://people.safecreative.org/conceptos-basicos-de-el-capital/w1411232582049

 

INTRODUCCIÓN

Estado de la cuestión.

“La opulencia y la extravagancia de una minoría selecta es la condición indispensable para el progreso general” (Alejo Vidal-Quadras dixit 13- jul-2014)

Este es el “estado del conocimiento” a 2014. Pero no debería sorprendernos; barbaridades como esta ya se decían en 1714:

«Había una colmena que se parecía mucho a una sociedad humana bien ordenada. No faltaban bribones, ni malos médicos, malos sacerdotes, malos soldados, malos ministros. Y por supuesto, tenía una mala reina. Todos los días se cometían fraudes, y la justicia, llamada a reprimir la corrupción, era ella misma corruptible. Cada profesión y cada estamento, estaban llenos de vicios, y sin embargo la nación no era por ello menos próspera. Los vicios de los particulares contribuían a la felicidad pública; y esta felicidad, al bienestar de los particulares.

Pero un funesto dia se produjo un cambio en el espíritu de las abejas, y tuvieron la singular idea de no querer en adelante otra cosa que honradez y virtud. El amor exclusivo al bien se apoderó de los corazones, y pronto comenzó la ruina de la colmena. Desaparecidos los excesos, desaparecieron las enfermedades y no se necesitaron más médicos. Acabadas las disputas, se interrupieron los juicios y con ellos la necesidad de jueces y abogados. Las abejas, se volvieron económicas y moderadas: no más lujos, no más arte, no más comercio, y la desolación, en suma, fue general.

La conclusión fue inequívoca: Dejad, abejas, de quejaros: sólo las tontas se esfuerzan por hacer de un gran panal un panal honrado. Fraude, lujo y orgullo deben resplandecer, si queremos gozar de sus dulces beneficios». (Bernard de Mandeville, La fábula de las abejas, o cómo los vicios privados hacen la prosperidad pública. Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1982).

Uno podría pensar que Mandeville estaba bromeando, incluso que hacía una crítica divertida y mordaz a las sinvergüencerías de la clase dirigente su época. Pero no, para nada. Mandeville, hablaba muy en serio:

«Allí donde la propiedad está bien protegida, sería más fácil vivir sin dinero que sin pobres, porque ¿quién haría sin pobres el trabajo?… Se debe velar para que los pobres no mueran de hambre, pero no deben recibir nada que valga la pena ahorrar. Y si con todo, un pobre, gracias a una diligencia extraordinaria y apretarse el cinturón, prospera, nadie debe impedírselo; el ahorro es la mayor virtud individual. Pero a todas las naciones ricas les interesa mucho más que sus pobres gasten continuamente todo lo que perciben… pues los que se ganan la vida con su trabajo diario no tienen nada que los ayude tanto a ser serviciales como sus necesidades: estas, es prudente mitigar, pero es insensato curarlas. La única cosa que hace diligente al hombre que trabaja es un salario moderado: si es demasiado pequeño lo desanima o, según su temperamento, lo empuja a la desesperación; pero si es demasiado grande, se vuelve insolente y perezoso… De donde se desprende que en una nación libre, donde no se permite tener esclavos, la riqueza más segura consiste en una multitud de pobres laboriosos. Porque además de ser la fuente inagotable de las armadas y los ejércitos, sin verles no habría ningún disfrute y ningún producto tendría valor. Por eso, para hacer feliz a la sociedad y para contentar al pueblo aun en su mísera situación, es necesario que la gran mayoría siga siendo tan ignorante como pobre. Pues el conocimiento amplía y multiplica nuestros deseos, y cuanto menos desee un hombre tanto más fácilmente podrán satisfacerse sus necesidades» (Mandevill, B. Citado en Marx, K. El Capital, tomo I, cap XXIII)

Estas cosas se podían decir y discutir siempre y cuando la población lectora no superara el 1% de la sociedad, coincidente además con la clase dirigente. 150 años después, la alfabetización universal obligó modificar el discurso, aunque de vez en cuando sigan apareciendo un Vidal-Quadras, un Warren Buffet o un Sheldon Adelson mostrando en su lengua las pústulas de podredumbre del sistema.

 

¿Por qué hay que leer El Capital?

Primeramente, porque al Capital le pasa lo que al Quijote: que todo el mundo lo cita y comenta, pero muy pocos lo han leido de primera mano.

  • Algunos, quizás, porque han llegado a él a través de las gafas de otros autores, “facilitadores” cuya explicación puede llegar a ser tan oscura que frustre toda comprensión y acobarde cualquier intento posterior de abrevar en el original.
  • Otros, porque han sido víctimas de traducciones nefastas, algo que puede ser incapacitante cuando se llega a partes del texto de innegable aridez o complejidad.
  • Y otros, seguramente la mayoría, porque sumado a lo anterior, han hecho suyo el bulo dominante de que se trata de una obra desfasada, caduca, prescindible. Que el mundo ha cambiado, que el capitalismo globalizado y financiero ya no es el mismo… Que el marxismo es una teoría del crecimiento y del pleno empleo, y que ahora hay que abogar por decrecimiento y la renta básica. Que el modelo social que Marx propone es utópico. Que el socialismo real ha fracasado… En fin… Argumentos, hay muchos.

Menuda sorpresa se llevarían, unos y otros, si pudieran acceder sin filtros a la obra original, en alguna de las magníficas traducciones de que hoy disponemos.

  • Los primeros, encontrarían que el Capital es una obra diáfana, cristalina. Compleja y profunda, sin duda, pero extraordinariamente pedagógica y agradecida ante el esfuerzo del lector. Una obra científica y filosófica imponente, pero escrita no para científicos ni filósofos, sino con la firme voluntad de ser comprensible a cualquier obrero con un nivel de comprensión lectora de bachillerato, o de EGB bien aprovechada.
  • Los últimos se encontrarían con que de nada de eso trata El Capital. El Capital es una obra muy modesta: trata simplemente (y nada menos que) de las bases fundamentales de la economía capitalista; de su origen, de su estructura y funcionamiento profundos, de las leyes que lo rigen y de las tendencias por las que además no puede ser de otra manera.

Decir que El Capital está obsoleto, y que en su lugar hay que dedicar el tiempo a estudiar teorías alternativas, o finanzas o relaciones internacionales, es como sostener que hay que estudiar computación, química o estadística … en vez de algo tan antiguo como la aritmética.

Sería una ingenuidad, si no fuera porque no lo es: se trata de un mensaje cuyo fin es disuadir de su lectura. No quieren que lo leamos.

Y no lo quieren, porque al igual que todo empresario sabe que las decisiones estratégicas de su empresa se toman contando con los dedos (y que la estadística solo es útil para justificar o esconder chanchullos), el capitalista sabe que el ABC de su negocio está en El Capital. Sin el fundamento de El Capital, la mayor parte de lo que se enseña bajo el epígrafe de “economía política” no es más que el manto de ruido e ideología con el que hoy se encubren las relaciones de explotación, y se justifican las decisiones políticas que mantienen el statu quo en un mundo alfabetizado e interconectado.

Explotacion, desigualdad social, violencia, manipulación las hubo siempre, toda vez que alguien fue capaz de apoderarse de recursos, medios de producción o medios de subsistencia. Lo que llamamos progreso, puede resumirse en la evolución histórica de las formas de extraer plusvalía, y de contener o desactivar revueltas sociales.

“Nadie es lo bastante fuerte para ser siempre el amo, si no transforma su fuerza en derecho y la obediencia en deber.” (Rousseau, J.J. Del Contrato Social)

El capitalismo es solo la forma peculiar en que una sociedad mercantil extrae la plusvalía mediante el trabajo asalariado y el consumo. Y El Capital, es su gran desvelador. Probablemente, el único esfuerzo de desvelamiento completo y sistemático del capitalismo, hecho con toda ingenuidad, disponiendo de toda la información, y previamente a la puesta en marcha de su maquinaria de ocultación. Hasta hoy.

La Revolución Francesa había mostrado que otro mundo era posible. Pero la Santa Alianza y la Restauración, en firme alianza con la alta burguesía, también habían dejado claro que no volverían a permitir vacíos de poder, ni cambios políticos ni económicos, sin poner sobre la mesa cuantos muertos ajenos fueran necesarios. Democracia y revolución condenados a ir de la mano. Pero la revolución general nunca se produjo; y los alzamientos del 48 (igual que ocurriría más tarde con la Comuna de París) acabarían ahogados en sangre.

Marx tuvo que huir y exiliarse en GB.

A partir de entonces se dedicó obsesivamente a dos actividades:

  • Promover y organizar la asociación de trabajadores, procurando entender y romper la falsa conciencia que impedía a los obreros desligarse de la ideología de la clase dominante (fenómeno que dicho sea de paso no sería empezado a comprender -entre otros, por los modelos antropológicos del Materialismo Cultural- hasta los años 80 del siglo pasado)
  • Tratar de desentrañar las leyes que subyacen a la economía capitalista.

Dedicó 20 años a bucear en la Biblioteca del Museo Británico, estudiando Historia, economía clásica, y sobre todo los datos de las extraordinarias estadísticas recogidas en los Libros Azules del gobierno inglés.

En 1867 dio a luz la primera edición de El Capital, pero la actividad política, el esfuerzo titánico de redacción del primer tomo, y la obsesión correctora de las sucesivas reimpresiones frustraron la publicación de los dos siguientes, de los que solo quedaron borradores y notas que post mortem Engels, la hija y el yerno de Marx se encargarían de publicar.

Marx murió el 14 de marzo de 1883, apátrida, y a su entierro solo acudieron 9 personas.

Sin embargo, la obra que nos legó dio lugar a una revolución política e intelectual; y hoy, aunque no se lea, es un clásico:

  • Primero, porque es una obra científica mayúscula, de apabullante vastedad, realizada con meticulosidad y precisión tan asombrosas que 150 años después sigue permitiendo a cada generación múltiples relecturas.
  • Y segundo, porque para nuestra desgracia y contra todo pronóstico, no perdió vigencia ni capacidad iluminadora. El capitalismo industrial nacional, para el que Marx formuló sus leyes, fue capaz de superar una tras otras todas sus contradicciones y crisis sistémicas, derivándolas bien sobre los trabajadores o sobre otras regiones del planeta, sobreviviendo a dos guerras mundiales, a los fascismos y comunismos, y llegar hasta nosotros reconvertido en capital financiero globalizado, trasponiendo todos los elementos que Marx había descrito para un entorno nacional acotado, a un nuevo entorno también acotado pero a escala planetaria.

El Capital década tras década sigue saliendo desde el fondo de las bibliotecas como un foco incómodo, para iluminar una y otra vez y poner ante nuestra vista todo lo que nos esconden … y también lo que no queremos ver.

La vida material de los hombres domina y condiciona el desarrollo de la vida social, política e intelectual. Por eso, toda posibilidad de libertad individual y colectiva pasa por el conocimiento profundo de las leyes que determinan nuestra vida material. Conocimiento, para la autoconciencia; autoconciencia para la emancipación.

Ese y no otro era y es el cometido de El Capital: poner de manifiesto las leyes y tendencias que subyacen al modo de producción capitalista, y correr el velo del relato dominante que esconde la desigualdad y la explotación. Correr el velo para alumbrar la estructura de lo real y dar una oportunidad a la acción humana y a la libertad.

Hoy, fuera del ámbito académico, prácticamente ni se le lee ni se le discute. Las referencias a El Capital no pasan de frases hechas, descontextualizadas y privadas de su poderoso aparato argumentativo. Sin embargo, nos es aplicado a diario y con fervor por los teóricos y técnicos del poder. Convendría tenerlo presente, al menos para reconocer ciertos gestos y verlos venir.

La clase obrera sucumbió a la falsa conciencia y al consumismo igualador, renunciando a la movilización de clase y sindical, olvidando que lo que distingue al asalariado del burgues no es su nivel de consumo sino la propiedad de los medios de producción y el acceso a los recursos naturales. Una renuncia que, no sabe, llevaba aparejada la renuncia a la ciudadanía, puesto que sin igualdad material no hay igualdad legal, y ante derechos iguales siempre gana la fuerza. Una tragedia, más tragedia aun por anunciada.

A quienes ya conocéis la obra, seguramente muchos en este foro, os invito a releerla. Personalmente, si diez veces la he leído, diez veces me he sorprendido con ella: es inagotable. Y a quienes todavía no lo habéis intentado, os invito a leerla: no se trata solo de una de las obras más importantes de la historia del pensamiento universal, sino que pocas puede haber hoy más pertinentes.

No está demás insistir en que se trata de una obra que a veces puede resultar difícil, pese al esfuerzo de su autor, con pasajes verdaderamente áridos, sobre todo los primeros 4 capítulos, por añadidura los más importantes. De esto, Marx era consciente:

“Los comienzos son siempre difíciles, y esto rige para todas las ciencias”. “Nada puedo contra esto, salvo advertir y prevenir a los lectores que buscan la verdad. En la ciencia no hay caminos fáciles, y solo podrán acceder a sus cumbres luminosas quienes no teman fatigarse escalando por senderos escarpados” (Marx, K. El Capital, tomo I. Prologo a la edición francesa, 1872.

Con esto a la vista, y con la muy modesta intención de allanar el camino de su lectura, a continuación intentaré un breve resumen, un escueto mapa, de los primeros capítulos de El Capital. Ojalá sea un estímulo, y no otro obstáculo más, para quienes luego quieran acercarse de primera mano al original.

Jorge Negro Asensio

Aldaia, 28 de noviembre de 2014

 

MATERIALES y actividades.

La edición recomendada de El Capital es:

MARX, K. – EL CAPITAL – TOMO I (Ed. Siglo XXI) Traducción y notas de Pedro Scarón, sobre la última edición supervisada personalmente por Marx.

◦ Enlace a PDF: http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital1/

◦ Audiolibro en mp3 para discapacitados visuales (solo texto, sin notas) http://jornea.blogs.uv.es/2012/07/27/marx-el-capital-tomo-i-sin-notas/

Además, todos los años en febrero, se inicia una lectura pública, colectiva y discusión en voz alta, de la obra completa (linea a linea). Es una actividad no erudita, dirigida a ciudadanos en general. Duración 12-15 meses, en sesiones semanales de 2 horas: Seminarios de Lectura de El Capital. http://jornea.blogs.uv.es/seminarios-de-lectura/

 

Enlace al documento completo, CON EL RESUMEN CAPÍTULO A CAPÍTULO:

CONCEPTOS BASICOS DE EL CAPITAL

KELSEN, H. – Teoria Pura del Derecho ( audio audiolibro mp3 ) voz humana

Los enlaces situados a continuación corresponden a la grabación en mp3, capítulo a capítulo de la TEORIA PURA DEL DERECHO, de Hans Kelsen (Buenos Aires: EUDEBA, 1982) Trad. de Moisés Nilve (duración total del audiolibro 7 horas)

Aunque entiendo que, pasados más de 30 años desde su traducción, su difusión es libre, no obstante esta grabación al igual que las otras de este blog está dedicada a aquellas personas que por sufrir una minusvalía o impedimento físico no tienen posibilidad de disfrutar de la obra en edición impresa (por lo que si usted no se ajusta a este perfil no debe oír ni realizar las descargas ni compartir este enlace).

¡Ojalá disfruten y aprendan con esta obra tanto o más que yo!.

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A quienes crean que este proyecto de grabación de audiolibros para discapacitados visuales es en si mismo algo valioso, y quieran y puedan colaborar económicamente, les ruego que contribuyan en la medida de sus posibilidades a fin de que el tiempo invertido en esta tarea sea, a la larga, un esfuerzo sostenible.

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KELSEN, Hans – TEORIA PURA DEL DERECHO.

INDICE DE LA OBRA:

  • 00 Titulo 0:26
  • 01 Prologo a la edicion francesa 3:10
  • 02 Prefacio de la edicion en aleman de 1934 11:53
  • C1 El derecho y la naturaleza 1:21:46
  • C2 El derecho y la moral 19:56
  • C3 Definicion del derecho 26:57
  • C4 La obligacion juridica 13:21
  • C5 El hecho ilicito 5:38
  • C6 La responsabilidad juridica 5:37
  • C7 Ciencia del derecho y sociologia jurídica 9:15
  • C8 El dualismo en la teoria del derecho y su eliminacion 1:03:38
  • C9 La estructura jerarquica del orden juridico 50:36
  • C10 La interpretacion 30:03
  • C11 Los modos de creacion del derecho 11:59
  • C12 El derecho y el Estado 22:25
  • C13 El derecho internacional 47:46

ROUSSEAU, J.J – Discurso sobre el origen de las desigualdades ( audio audiolibro mp3 ) voz humana

Sobre el origen de las desigualdades que hay entre los hombres, y si se justifican con arreglo a la naturaleza humana.

Los enlaces situados a continuación corresponden a la grabación en mp3, capítulo a capítulo de Discurso sobre el origen de las desigualdades entre los hombres de J.J. ROUSSEAU (en la traducción de Mauro Armiño, publicada por Alianza Editorial, Madrid, 1980). (Duración total del audiolibro 5,5 horas).

Aunque entiendo que, pasados más de 30 años desde su traducción, su difusión es libre, no obstante esta grabación al igual que las otras de este blog está dedicada a aquellas personas que por sufrir una minusvalía o impedimento físico no tienen posibilidad de disfrutar de la obra en edición impresa (por lo que si usted no se ajusta a este perfil no debe oír ni realizar las descargas ni compartir este enlace).

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ROUSSEAU, J.J. – DISCURSO SOBRE EL ORIGEN DE LAS DESIGUALDADES.

 

INDICE DE LA OBRA:

  • 00 Titulo 1:07
  • 01 A la Republica de Ginebra 32:03
  • 02 Prefacio y advertencia sobre las notas 19:06
  • 03 Cuestión 7:56
  • 04 1ra parte2:42:30
  • 05 2da parte 1:37:49

ROUSSEAU, J.J. – Discurso sobre las Ciencias y las Artes ( audio audiolibro mp3 ) voz humana

 

De las Ciencias y las Artes, y si estas han contribuido de alguna manera a mejorar las costumbres.

Los enlaces situados a continuación corresponden a la grabación en mp3, capítulo a capítulo de Discurso sobre las Ciencias y las artes de J.J. ROUSSEAU (en la traducción de Mauro Armiño, publicada por Alianza Editorial, Madrid, 1980). (Duración total del audiolibro 1,5 horas).

Aunque entiendo que, pasados más de 30 años desde su traducción, su difusión es libre, no obstante esta grabación al igual que las otras de este blog está dedicada a aquellas personas que por sufrir una minusvalía o impedimento físico no tienen posibilidad de disfrutar de la obra en edición impresa (por lo que si usted no se ajusta a este perfil no debe oír ni realizar las descargas ni compartir este enlace).

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ROUSSEAU, J.J. – DISCURSO SOBRE LAS CIENCIAS Y LAS ARTES.

INDICE DE LA OBRA:

  • 00 Titulo 1:14
  • 01 Advertencia – Prefacio – Introducción 5:15
  • 1ra parte31:28
  • 2da parte 40:51

TEORIA PURA DEL DERECHO. Hans KELSEN

SEMINARIO DE LECTURA

Actividad presencial en VALENCIA (2016)

Inicio: Sin programar

 

  • INFORMACION E INSCRIPCIÓN: escribir a jnegroasensio@gmail.com, indicando nombre, edad, profesión/estudios, teléfono de contacto .

DURACION: 16-20 horas (15-20 sesiones) (dependiendo del ritmo de cada grupo) en sesiones de dos horas semanales, en día y horario a pactar con el grupo.

 

OBJETIVOS:

Principal: Realizar una lectura completa de la TEORIA PURA DEL DERECHO, de Hans KELSEN (Buenos Aires: Eudeba, 1983) Traducción de Moises Nilve. La lectura será llana, no erudita, literal, con el fin de entenderlo con la mayor profundidad que nos sea posible (sin sectarismo ni prejuicios de ningún tipo, ni a favor ni en contra) y reflexionar y discutir sobre su contenido, problemas y vigencia.

Secundarios:

  • Esbozar el marco filosófico, conceptual y político de la sociedad contemporánea, y sus desafíos (derecho, naturaleza, moral, obligación, ilícito, responsabilidad, jerarquía, interpretación, fuentes de derecho, Estado, Poder, Legitimidad, Administración, Constitución, separación de poderes, Imperio de la Ley).

 

DESARROLLO:

La obra es excepcional.

Denostada, atacada y tergiversada por iusnaturalistas y marxistas, coloca inapelablemente los cimientos del hecho jurídico, y define por completo sus criterios formales.

La TEORIA GENERAL DEL DERECHO Y DEL ESTADO, o  DE LA ESENCIA Y VALOR DE LA DEMOCRACIA, de Hans KELSEN pueden ser excelentes textos de referencia.

Materiales de trabajo:

Al inicio de la actividad y a medida que avance la misma, se facilitará a los asistentes los pdf y mp3 con el audiolibro de la obra. Ello permitirá evitar problemas de traducción y agilizar la lectura y comprensión de la obra.

¡Bienvenid@s a tod@s!